El que por mí deja… (Mateo 19, 23-30)

En mi vida he ido comprobando que cada elección en realidad engloba mucho más allá de lo que uno para decidir. Y es que cuando uno decide tomar un camino, elige al mismo tiempo NO tomar cualquier otro. Y esto es así en cualquier ámbito de la vida. Para que nuestras decisiones se tomen bien, inevitablemente, hay que DEJAR. No se pueden mantener las puertas abiertas de todo toda la vida.

Hay que dejar sin melancolías, sin el peso ese de la renuncia «porque hay que mortificarse para llegar al cielo». Siendo libre. Hay que dejar con la alegría puesta en lo que uno ha elegido y no tanto con la vista puesta en lo que sacrifica. Porque eso de mirar atrás… nos convierte en estatuas de sal…

Un abrazo fraterno

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