Habita en mí y yo en él (Juan 6,51-58)

Quien come su carne y bebe su sangre…

¡Qué importante la vivencia de la Eucaristía! ¡Qué importancia comerse al Señor! ¡Qué vital tenerlo bien adentro y comulgar con Él!

Hacerse uno con el Señor, estar dispuesto a cargar con su cruz, asumir su misión como propia y amar al prójimo y al mundo como Él lo hizo. Juntarse con el resto de la comunidad y sentirse hermano e hijo del mismo Padre.

Desde pequeñito me enseñaron a comulgar y tener luego unas breves palabras con el Señor. Pedirle por mi y por los demás. Contarle al oído lo que quisiera. Susurrarle y dejarme acariciar por su voz de amor. Eso voy a hacer hoy también.

Un abrazo fraterno

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