Habla, Señor, que tu siervo escucha (I Samuel 3, 1-20)

Las cosas poco a poco se van clarificando porque a base de escuchar y estar pendiente de lo que a uno le rodea, uno va sacando conclusiones. A veces lo que se escucha no es lo que a uno le apetece y uno se pregunta dónde estará Dios escondido: ¿en la intuición que trae la realidad? ¿En la intuición también basada en la ilusión y el amor profundo?

Es duro. A mi se me hace duro. Hay que mantenerse alerta y seguirle diciendo al Padre que hable, que hable… que lo necesito.

Un abrazo fraterno

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *