¡Hipócritas! (Lucas 13,10-17)

Supongo que como mucha gente, tengo un amigo homosexual y,a la par, católico. Un día me confesaba ciertamente abrumado lo difícil que era pertenecer a la Iglesia y vivir su sexualidad con normalidad. A mi me dio pena escucharlo, mucha pena. Este amigo es una persona comprometida en su parroquia, trabajador, bueno…

Yo no soy de los que alegremente deciden irse de progres y proclamar a los cuatro vientos las miserias de la Iglesia por su conservadurismo absurdo, su intransigencia machacona y su irracional postura ante muchos asuntos del día a día de sus fieles. No me sirve este discurso porque creo que no es real ni bueno. Yo quiero a la Iglesia a la que pertenezco. Y respeto a los que nos guían. Y los escucho. Pero también soy capaz de descubrir muchas veces como, igual que aquellos que atacaban a Jesús, nos preocupamos de las minucias de la Ley, colamos un mosquito y nos tragamos un camello. ¿Vale todo? No. ¿Café para todos? Tampoco. ¿Guía? Sí. ¿Losa? No.

Leo el Evangelio de hoy y me hago consciente de que Jesús vulnera la Ley en innumerables ocasiones y recibe el ataque de los pastores de la época. Él, al que sólo le importan las personas y su salvación, pasa por encima y sigue priorizando el AMOR y la FELICIDAD en el Dios verdadero.

Un abrazo fraterno

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