Los últimos y los primeros (Mateo 19, 23-30)

Cada vez que leo este pasaje del Evangelio me viene a la mente un trocito de Paulo Coelho en su libro «Manual del Guerrero de la Luz»:

Un grupo muy grande de personas está en medio de la carretera, impidiendo cruzar el camino que lleva al Paraíso.
El puritano pregunta:
– ¿Por qué los pecadores?
Y el moralista clama:
– ¡La prostituta quiere tomar parte en el banquete!
Grita el guardián de los valores sociales:
– ¡Cómo perdonar a la mujer adúltera, si ella pecó!
El penitente rasga sus ropas:
– ¿Por  qué curar a un ciego que sólo  piensa en su enfermedad y ni siquiera lo agradece?
Se subleva el asceta:
– ¿Cómo dejas que la mujer derrame en tus cabellos una esencia tan cara? ¿Por qué no venderla y comprar comida?

Sonriendo, Jesús aguanta la puerta abierta. Y los guerreros de la luz entran, independientemente de la gritería histérica.

Hoy los últimos siguen siendo los niños, los pobres, los enfermos, los ancianos… los que han querido ser libres, los que se han abajado y han vivido cerca de los últimos haciéndose como ellos… los que sufren moralmente, psíquicamente… los que han dejado…

Jesús habla de «dejar», de «dejar por Él»… de ser como aquellos apóstoles que lo dejaron todo y lo siguieron; como María Magdalena, que una vez lo conoce ya no tiene otro amor…

Es el juego del revés: EL ÚLTIMO ¡GANA!

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