MR 65

Salían de casa todos los días a la misma hora y recorrían siempre el mismo trayecto. De la mano.

Eran de esas parejas de toda la vida en el barrio. Todo el mundo los conocía y aunque ya habían visto morir a muchos de los que inauguraron la colonia, con ellos, se mantenían firmes en su propósito de aprovechar cada día y amarse hasta el final.

El pan, el periódico, el mercado, la casa del jubilado… Juntos a todas partes. Juntos, siempre. De la mano.

Eran el espíritu del barrio, su alma, lo mejor de él. Eran la imagen viva de un amor imperecedero. Eran el mejor soneto jamás escrito a la felicidad.

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