… que para eso he salido (Mt 1, 29-39)

Siempre fiel a su misión. Así era Jesús. Alguien fiel a su misión. Hasta el final y pese a todo, como demostró en el miedo de Getsemaní. El Evangelio de hoy vuelve a presentarnos a un Jesús que, lejos de acomodarse al calor del triunfo, de lo conocido, del respeto de los demás, decide salir a otros lugares a seguir predicando y expulsando demonios. Supera sus seguridades y se ata a aquello a lo que ha sido llamado.

Nosotros también somos llamados cada día y lo somos, posiblemente, a hacer lo mismo que Jesús: predicar y expulsar demonios. Estamos llamados a no estancarnos, a buscar nuevos «oídos» en los que sembrar que «Dios es amor». Estamos llamados a arriesgarnos en nuestra lucha por el Reino, que es también la lucha por nuestra felicidad. Estamos llamados a identificar los demonios que nos rodean y que atormentan a los que están a nuestro lado para luchar contra ellos y ser cura para la herida abierta.

 Hoy, en este comienzo de año, estamos llamados a dejarnos de bonitos propósitos inútiles y ponernos a caminar de una vez por la senda del compromiso. Hoy, más que gimnasios, bancos e hipermercados en rebajas, nos esperan las puertas abiertas de las innumerables ONG’s, instituciones, parroquias, etc. que cada día luchan por la felicidad de todos porque… para eso hemos salido.

 Un abrazo fraterno

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