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Autoridad… ¿sobre mi? (Marcos 1, 21-28)

Autoridad-Auctoritas-Cesar-augustoJesús ejerce su autoridad sin miedo, sin complejos, sin necesidad de saberse con el mando. Simplemente lo tiene.

¿Quién ejerce la autoridad en mi vida? ¿A quién le concedo autoridad sobre mi? Yo, como aquellos que escuchaban a Jesús, no soy de fácil conceder porque hay quienes se creen con el poder y el mando, a quienes no confiero ninguna autoridad sobre mi vida más allá de la que le otorga un cargo, una ley… Pero hay otras personas que, sin ser nada, reciben mi reconocimiento como autoridad en mi vida. Y pienso en qué deben tener…

a) Debo saberme querido y amado por ellos

b) Su vida debe ser consecuente, honesta, digna, valiosa

c) Con el espíritu cultivado, duchas en el silencio, cercanas a Dios, instrumentos del Espíritu…

Y por encima de todos ellos, Cristo. Nada hay más allá. Mi vida no la pongo en manos de cualquiera

Un abrazo fraterno

Aprendió a obedecer (Hb 5, 7-9)

Obedecer. Aprender a obedecer. Siempre fui obediente cuando hubo que serlo aunque no me gusta que nadie me diga lo que tengo que hacer. Se obedece a quien manda y yo no le otorgo la autoridad sobre mi a cualquiera. Mandaron mis padres sobre mi en mi niñez y en mi adolescencia o aquellos sobre quienes residía la autoridad en su ausencia. Creo que no le he otorgado la autoridad a nadie más. Al menos la autoridad entendida en este sentido.obediente

Dios sí manda. Y a veces obedezco y a veces no. Sus mandamientos son claros pero no siempre son cumplidos. Hay áreas de mi vida llenas de mediocridad que no se ajustan al mandato. Tengo que seguir aprendiendo y, posiblemente, viviendo y acogiendo el sufrimiento entre otras cosas. El sufrimiento enseña no porque te machaque sino porque muchas veces nos devuelve a la realidad, a nuestra realidad, a la de los demás. Nos baja de la nube y nos tiñe el rosita flojín con el que pintamos el mundo.

Sigo aprendiendo. Sigo obedeciendo.

Un abrazo fraterno

No enseñaba como los letrados… (Mc 1, 21-28)

… sino con autoridad».

 Desde luego entiendo que la autoridad de la que habla el Evangelio es algo especial pues la pone como contrapunto a los letrados del momento. Si los letrados eran los que sabían leer y escribir, los conocedores de las normas, de los preceptos, de la Escritura… los sabios y doctos… ¿De qué autoridad estará hablando el Evangelio para contraponerla a la autoridad derivada del conocimiento, de la cultura, de la preparación intelectual…?
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Lo que yo saco de aquí es que hay una autoridad vital que uno no se labra sino que le otorgan. ¿Qué ve la gente para dar esa autoridad a alguien? Algo distinto sin duda a lo que verían en los letrados. Tal vez una coherencia vital entre lo que se dice y lo que se hace. Tal vez una preocupación y cercanía máxima a las personas, al pueblo, a los más desfavorecidos y a los que más sufren. Tal vez escucharían palabras y verían gestos liberadores y no opresores…

La autoridad de Cristo nada tiene que ver con los méritos, ni con los títulos, ni con los puestos de poder, ni con la clase social… Es otra cosa. Y muchos años después, sigue siendo igual…

Un abrazo fraterno