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El Señor me sostiene (Salmo 3)

Ayer domingo ya nos encontramos con unas lecturas tremendas. Yo las escuché como dirigidas a mi, como casi siempre. Ayer especialmente. Y hoy volvemos. Resuena y resuena este «el Señor me sostiene» del salmo. Con un David en problemas en la primera lectura, arrinconado y cuestionado por parte de los suyos, y con un poseido al que Jesús devuelve a la vida como quien dice.

El Señor me sostiene. Aunque parezca que el mundo me arrincona. Aunque parezca que no voy a dar más. Aunque parezca que mi vida la manejan muchos «espíritus»: el tiempo, el trabajo, el cansancio, los contratiempos del día a día… El Señor me sostiene. Lo creo firmemente.

A veces me paro y me comería el mundo y llevaría a cabo mis más ilusionantes proyectos. Al momento me entran todos los miedos del mundo y me cuestiono y pongo en duda mi determinación y le doy un aire de irresponsabilidad. Pero al momento me pregunto: ¿es el miedo el que me hace pensar esto o la sana prudencia? ¿Sí o no? ¿Qué hacer? Y me carcome este dudar… Supongo que es parte de la lucha.

La clave la daba ayer S. Pablo: AMOR. Y que venga lo que Dios quiera. Él conoce a quien ha elegido y a ése lo sostiene.

Un abrazo fraterno

Doy gracias al Señor de todo corazón (Sal 110)

Estoy cansado. Realmente no me apetece ponerme a escribir nada ahora. Estoy totalmente anulado para orar a menos que haga de este cansancio un ofrecimiento al Padre y me presente ante Él tal cual sin mayores pretensiones.

Voy a ser padrino de confirmación de Sandra. Me lo ha pedido. Y me ha explicado por qué yo. Y yo me he llevado una alegría, ¿para qué negarlo? Y también me ha llenado una tremenda responsabilidad. Por todo ello, por Sandra, quiero dar gracias a Dios hoy. De todo corazón.

Un abrazo fraterno

Nos cansamos día y noche (2Ts 3, 6-10.16-18)

Exámenes, niños, casa, etc, etc, etc…

Estoy cansado. El verano no ha servido para descansar. Ni siquiera para desconectar. Ha sido un verano lleno de viajes, carreras, sufrimientos, separaciones, soledades… compensado por la ayuda de la familia y de los hermanos de comunidad. Pero estoy agotado. Y todavía me quedan dos exámenes, dos semanas de vacaciones del niños, compras que hacer para la vuelta al cole, un recibidor que pintar, un retiro que organizar…

El cansancio fruto del trabajo y del esfuerzo es tmabién signo de vitalidad. Quién se cansa es porque se gasta. Quién se gasta es porque vive…

Un abrazo fraterno

Vende lo que tienes (Mt 19, 16-22)

Hoy estoy cansado. Y la oración se resiente. No somos máquinas ni en el ámbito espiritual. Lo que ocurre en el cuerpo no sólo afecta a la mente sino también al espíritu. Cuando vi que el Evangelio del día era el del joven rico me dije a mi mismo: «¡Uf! No doy yo tanto para hoy…» El joven rico era demasiado para un día como el que está terminando. Pero al final he conseguido sacarle alguna puntilla y escuchar un poquito… Y aunque alguien que vive en una clase media acomodada, en un país occidental, sin demasiadas dificultades, etc. no puede decir que este Evangelio no sea un acicate en su vida… hoy estoy contento porque sí descubro mi familia como un lugar en el que nos preocupamos de vivir la vida desde Dios, desde nuestros valores cristianos, desde nuestro ansia de ser y vivir al estilo de Jesús. Muchas veces hemos aparcado determinadas seguridades y hemos apostado por decisiones claves pero poco comunes en los tiempos que corren. La manera en la que vivimos nuestras carreras profesionales, la manera de educar y relacionarnos con nuestros hijos, el hecho de vivir la fe en una comunidad, etc. hacen que piense que estamos en camino, que luchamos por ser cada día más verdaderos y más libres. Y esto, en un día cansado como hoy, me llena de alegría.

Un abrazo fraterno