Entradas

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Lunes 2º Ciclo B

Que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados.
Sal 78

La invitación a cambiar es una invitación a descansar. Y es que cuando te olvidas de Dios, cuando dejas que el mal, el pecado, el daño… vaya ganando espacio… el agotamiento se hace inmenso. Cansa seguir, cansa apostar, cansa la alegría, cansa intentarlo, cansan las personas, cansas tú mismo. Todo pesa. La vida se hace difícil de llevar. El mundo es demasiado asfixiante.

Vuelve a Dios. Búscale. Dale espacio. Deja que entre, como si fuera oxígeno limpio para tus pulmones destrozados.

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Martes 1º Ciclo B

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Sal 33

A veces gritamos poco pensando que nadie nos oye. O le gritamos a quién no le toca pagar los platos rotos de nuestras frustraciones. Dios está acostumbrado a oír gritos, lamentos, quejas… así que no tengas problema con eso. Gritar es mostrar que uno ya no puede más, que está al límite, que no es capaz de controlarse y poner buena cara. Tu grito habla de tu hambre, de tu sed, de lo que necesitas. ¿Cuál es tu grito?

Hoy la Palabra te recuerda que no hay grito que pase desapercibido ante Dios. Él escucha y está cerca. Esto tenlo por seguro. Eres escuchado y eres acompañado, acompañada. No hace falta que disimules. Recuerda: La Cuaresma es el tiempo de la verdad. No le cuentes historias, no intentes quedar bien o hacer como que no pasa nada. Grita desde tu ser. Él escucha.

Evangelio para jóvenes – Domingo 5º del Tiempo Ordinario Ciclo B

Empecé el fin de semana deseoso de descanso y desconexión. Están siendo semanas intensas y difíciles en el cole. ¿La cabeza? Dando vueltas sobre algo que toca discernir. A ti te pasará lo mismo. Siempre hay decisiones a tomar. Siempre hay preocupaciones. Siempre se asoman abismos y, a veces, despiertan alegres sorpresas. No estamos solos aunque sintamos que hay momentos que solo se pueden vivir en soledad. Tú y yo necesitamos parar, mirar a Dios y hablarle, conversar con Él. La vida cuesta. Vamos a leer el Evangelio de hoy [Mc 1,29-39]:

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Jesús sigue adelante con su misión. Predica el Reino, cura enfermos, atiende al que lo necesita, expulsa demonios. Sigue entregándose. Muchos le necesitan. Me pregunto qué hago yo con mis días. ¿Y tú? ¿Qué haces tú? ¿Nos quejamos del cansancio pero… para qué estamos aquí? ¿Cómo descansar mientras haya personas cerca que nos necesitan, amigos que piden ser escuchados, abuelos que anhelan compañía, estudios que deben ser atendidos, pobres que se sienten invisibles, niños que me esperan para alegrar su día…? Te dejo tres pistas para hoy:

  • «Cerca y lejos» – Fíjate en el Evangelio. Jesús combina a la perfección el «cerca y lejos». Cura a la suegra de su querido discípulo Pedro. Les conoce, les quiere, son casi familia. Luego atiende a miles que no sabe ni quiénes son. Cerca y lejos. Eso nos pide el Señor, a ti y a mí. Porque la misión no justifica desatender a aquellos que la vida nos ha regalado. ¿Qué hay de tus padres? ¿Y tu marido? ¿Y tu esposa? ¿Y tus hijos? ¿Y tus amigos? ¿Y tus compañeros de clase o trabajo? ¿Sabes lo que necesitan? ¿Te preocupas por ellos? ¿Les dedicas tiempo? Y, al contrario, la familia y los cercanos no se acaban en sí mismos. Dios te pide salir ahí afuera porque ¡el mundo te necesita! ¡Muchos, que ni conoces, necesitan de tu tiempo, de tus dones, de tu energía, de tu entrega! ¿Qué haces con eso?
  • «Agotamiento» – No sé si alguna vez has pensado en si es posible seguir a Jesucristo y vivir «de puta madre», con perdón. Difícil. Cuando entregas tu vida, cuando decides vivir en «modo misión», es complejo sacar un gran tiempo de ocio, para ti, para tus «cositas». Esto te echa para atrás. Y a mí. A todos. Es una lucha de todos los días que se libra en tu corazón: ¿seguir sirviendo o dedicarme a mí y a mi disfrute? Cada uno debe encontrar, con el Señor, su equilibrio, pero está claro que el agotamiento, el cansancio, la sensación de no poder más, de estar sin fuerzas, el anochecer… llega inevitablemente. Pero Dios no abandona. La felicidad no decae. La mirada no se enturbia, sino más bien lo contrario. Prueba.
  • «Retirarse a orar» – La oración en Jesús es como el caldero mágico que Panorámix preparaba a sus compañeros de aldea en las aventuras de Astérix y Obélix. Orar es nuestro descanso. Es más efectivo que el sofá, que una cerveza con los colegas, que el sexo con tu pareja, que una tarde de cine o una mañana de deporte. Entiéndeme. ¿Todo eso es necesario? ¡Por supuesto! Cada cosa en su medida. Nos tenemos que cuidar. Tenemos que disfrutar de la vida también, que es un regalo. Pero lo que nos permite seguir es sabernos sostenidos, amados, enviados y escuchados por el Padre. No hay otra fórmula. A más cansancio, más oración. A más noche, más oración. Hasta que amanezca de nuevo. Reza, lo que puedas, como sepas. Cógele el gusto. Y adelante.

El apóstol Pablo habla de «siendo libre, hacerse esclavo de todos». Suena fuerte. Pero esta es la propuesta. En mi boda, Esther y yo terminamos nuestros consentimientos diciendo: «Quiero regalarte mi libertad». No hay poder más grande que entregar tu vida libremente. Esto es ser cristiano. Esto es predicar el Reino. Esta es la receta de la felicidad, de la de verdad. Buen domingo.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

 

Evangelio para jóvenes – Domingo 14º del Tiempo Ordinario Ciclo A

Acabamos cansados y llegamos al verano con la energía en reserva. Anhelamos vacaciones, sol, piscina, lecturas ligeras y terracitas con amigos. Necesitamos desconectar de una vida que nos exige demasiado, de una vida que corre mucho y que, demasiadas veces, no nos deja tiempo para la realmente importante. Vivimos al límite, agobiados, cargados de ansiedad, preocupados por un presente y un futuro inciertos. Así estamos. ¿Conseguirá el verano repararnos? Escuchemos el Evangelio de hoy [Mt 11,25-30]:

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Siempre el ser humano ha vivido la vida, muchas veces, como algo pesado. El trabajo, el estudio, la enfermedad, los problemas familiares, la pobreza, el fracaso, el rechazo… son realidades que seguro que tú también conoces. La vida no es un camino de rosas. Jesús tiene una respuesta ante eso: Él. Él se presenta como respuesta. Te dejo tres pistas para hoy:

  • «El agradecimiento de los sencillos» – Jesús vive entre la gente. Conoce a unos y otros, los escucha y comparte el polvo de los caminos con ellos. A estas alturas, ya se ha dado cuenta de que son los que menos tienen los que viven más agradecidos. La sencillez y el agradecimiento van unidos. Aquel que siempre se siente merecedor de todo, nunca agradece nada. ¿Y tú? ¿Cómo andas de sencillez? ¿Eres de los que se da cuenta de los regalos de cada día o de los que siempre está aspirando a una «vida mejor»? ¿No te das cuenta que no agradecer es consecuencia de no salir de ti mismo, de ti misma? ¿Quién te crees que eres?
  • «Cansancio y alivio» – ¿Eres de los estudiantes que están hasta las narices de sus estudios? ¿Eres de los que se siente esclavizado y llevando una vida de mierda? ¿Eres de las que han sido traicionadas tantas veces que están cansadas del amor y las amistades? ¿Eres de los que viven agotados por un trabajo que ni siquiera te hace feliz? Eso son los auténticos cansancios que destrozan el corazón. Jesús te dice: ven, ven a mí. Menos Monster, menos Red Bull, menos sustancias químicas… y más fe, más amor, más plenitud, más salir de ti hacia los otros. ¿Por qué no pruebas?
  • «Cargad» – ¡¿Este hombre está de broma?! Resulta que estoy agotado, agotada, y lo que me pide es «cargar». Bueno, lo que te ofrece realmente es cargar con su yugo, compartir su misión, construir el Reino… con Él. En el fondo es una oferta apetitosa: cambia esos pesos que cargas en soledad, sin sentido, por un peso compartido que llenará tu vida de respuestas, de paz, de alegría. Todo peso cuesta, sin duda. No es una oferta «happy». No es una promesa de político antes de unas elecciones. Es una propuesta de VERDAD. ¿Por qué no la tomas?

Cuánto sufrimiento por cargar con nuestra vida en soledad, avergonzados, temerosos del juicio de otros, del qué dirán, tristes por no cumplir nuestras propias expectativas. ¡Es la hora del cambio! Busca a Jesús y ponte en marcha. Abre tu vida a los demás, busca a los pobres, apúntate en un voluntariado, echa una mano a esa persona que está peor que tú, vete a la iglesia… ¡llénate de un cansancio que descansará tu corazón!

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Miércoles II Adviento 2019 (Is 40,25-31)

Hay cansancios y cansancios. A veces no los distinguimos. Nos sentimos agotados, sin fuerzas. Se escapan las fuerzas y pesa la tarea del día a día. La mente se embota. Llega el estrés. Y todo se hace oscuro.

Es el cansancio que recoge las dudas. Es el cansancio que aleja de Dios. Es el cansancio que cuestiona la vida del que se entrega pensando que sus fuerzas son suficientes.

Y es en el Señor, nuestro Dios, donde encontramos reposo. Él nos sostiene y repara nuestras maltrechadas fuerzas. Cura nuestras heridas y nos insufla ánimo y energía. Él nos provee de la esperanza necesaria para seguir levantándonos un día tras otro.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Hasta las narices de evangelizar (Nm 11,4b-15)

¡Venga hombre! ¡Ya vale! ¡Estoy hasta las narices de dar la vida intentando mejorar las cosas y sólo recibir sopapos de vuelta! ¿Por qué tenías que llamarme a mí, Dios?

La gente no cambia. Años intentándolo por todos los medios. Nada. Cada uno va a la suya. Cada uno piensa en sí. Les propones una cosa y la otra y la otra… Y nada. Todo son reproches y problemas y quejas. Y, mientras, por detrás, un corifeo que grita que hay que cambiarlo todo. Que el lenguaje hay que cambiarlo, las formas, la doctrina, la manera, el medio para comunicarlo… Y venga youtubers y tuiteros y instagrammers y de todo… ¡Ya uno no sabe lo que hacer para hacerles entender que te necesitan, Padre! Nos hemos quedado sin ti, el mundo se oscurece pero… ¡bah! Nada.

Yo estoy cansado. Estoy cansado de luchar, de trabajar, de guiar, de proponer, de rezar, de compartir, de sacrificar mucho para nada… ¿Por qué no un poco de aliento? ¿Un pequeño éxito que me anime a seguir? Sí, de vez en cuando alguien te dice que gracias, que qué majo eres… pero su vida sigue igual. Se olvidan rápido.

Voy a irme, con Moisés, a escuchar un ratito a Fito Páez. Tenemos que recordar que esto no compensa. Que nunca volveremos a la Comarca. Que cuando la vida se da… es a fondo perdido… Dame fuerzas, Señor, para seguir ofreciendo el corazón.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Cansancios y agobios (Mt 11,28-30)

A veces el cansancio tiene más que ver con el agobio que con el desgaste físico del cuerpo. No hay peor cansancio que el de la vida en general, el de nuestra propia existencia.

Trabajos que no nos llenan. Tareas que nos dejan exhaustos. Reuniones, transportes, desplazamientos, poco descanso, poca diversión, poco tiempo de disfrute, poca oración… Eso termina en agotamiento vital.

El agotamiento vital no se arregla con pilates, ni con yoga, ni con crossfit, ni con una alimentación healthy a base de verduritas y frutas. El agotamiento vital ni siquiera es algo de cabeza, sino más bien del corazón. Por eso el amor es lo único que puede devolvernos la vida de nuevo. Acude a Jesús. No tengas miedo. Aunque haga tiempo que no acudes a él. Acude a Él, cuéntale qué te pasa y abre tus oídos. Tal vez el amor entre de nuevo y abra puertas insospechadas.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Hacer lo imposible – II Miércoles Adviento 2018 – (Is 40,25-31)

Muchas veces me han preguntado cómo soy capaz de hacer tantas cosas. Recuerdo también que cuando nos quedamos embarazados del tercer hijo, mucha gente se acercaba a nosotros y nos felicitaba por nuestra valentía sin límites. Hoy mismo, conversando con un amigo de la Diócesis, me decía algo ya muy sabido: los que más liados estamos, somos los que estamos más disponibles.

La respuesta a este misterio está en el pasaje de Isaías de hoy, tan hermoso como el de todos estos días de espera. 


«Los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
echan alas como las águilas,
corren y no se fatigan,
caminan y no se cansan.»

ES así, aunque suene cursi, ñoño, antiguo… esa es la verdad: Dios nos da fuerzas, energía y capacidad para sacar adelante la misión que nos ha encomendado. Y aquellos que respondemos, con nuestras posibilidades, Dios nos multiplica y nos regala el ciento por uno, para sorpresa de los espectadores.

No hay más secreto. No hay más misterio. No es magia. Ni son poderes. Ni complementos vitamínicos. Ni drogas. Es Dios. Ni más ni menos.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Jesús, el colchón que ha revolucionado el mercado (Mateo 11, 28-30)

Un buen descanso es fundamental. Ayer lo hablábamos en comunidad. A veces nos gastamos, nos gastamos, nos gastamos… Damos, damos, damos… Resistimos los golpes, las dificultades, las incomprensiones, los ataques… ¿Y el descanso? ¿Cuándo descansamos?

Sin descanso, morimos. Sin descanso, perdemos efectividad, energía, utilidad, capacidad, ilusión… Sin descanso, empezamos a ver más lo oscuro que lo claro.

368212704_295Jesús hoy se presenta como el mejor de los colchones del mercado. Jesús hoy se ofrece para que DESCANSEMOS EN ÉL. ¿Habéis probado la experiencia? A mi me cuesta. Yo soy un continuo generador de actividad. Y este es un punto pendiente. Pero a la par creo que he sabido, con los años, aprender a descansar en Jesús. Descanso en Él con mi rato de oración diaria, con mi lectura y meditación de la Palabra. Descanso en Él en el silencio de la noche, cuando me quedo solo y le hablo en lo profundo. Descanso en Él cada miércoles, compartiendo vida, fe y misión con mis hermanos y hermanas de comunidad. Descanso en Él en la Eucaristía, en el encuentro personal, en los sacramentos… Descanso en Él confiando en Él. Descanso en Él como descansan mis hijos, sabiendo que estando con papá y mamá nada malo puede pasarles.

Pero esta palabra tiene todavía otra vertiente: ¿SOY YO DESCANSO PARA LOS DEMÁS? ¿Me ofrezco a ello? ¿Les acojo? ¿Les escucho? ¿Les dedico tiempo? ¿Mi actitud les ayuda a relajar ls músculos espirituales? También estoy llamado a esto: a OFRECERME PARA QUE AQUELLOS QUE VAN CARGADOS, ANGUSTIADOS Y CANSADOS… DESCANSEN EN MI. Sin la primera parte, difícilmente…

Un abrazo fraterno

Nada me falta (Salmo 22)

En semanas como ésta pasada en la que todo se complica sobremanera es bueno recordar, pese a que a uno no le salga espontáneamente, que Dios nos cuida. Cuidarnos no es evitarnos complicaciones y sufrimientos sino más bien caminar junto a nosotros y susurrarnos al oído que… no pasa nada. Que sí, que hay cansancio, dolor, desgracias… pero Él está siempre.

Su amor es garantía de que nada me falta, de que hay Alguien que está pendiente de mi. Y eso, hoy, me sirve. Me sosiega. Un poquito. Gracias

Un abrazo fraterno