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Jesús y los indignados (Lucas 13, 10-17)

Ya había indignados en los tiempos de Jesús. Lo digo porque parece que el término es de reciente creación y nada más lejos de la realidad.

En el Evangelio de hoy nos encontramos  con una raza de indignado que se ha sabido multiplicar a lo largo de los siglos y que ha llegado en buen número hasta nuestros días: el indignado destructivo, el indignado que siempre tiene algo que decir, malo normalmente, el indignado que siempre lleva la contraria, el indignado que, a la postre, no sabe muy bien cuál es la causa de su permanente indignación.

Jesús pasa por encima. Literalmente. Reacciona con dureza. Tonterías las justas. Jesús sabe que un puñado de éstos hunden cualquier proyecto. Son un veneno. Un cáncer. Venden sus destrucción como una crítica positiva, como la libertad de disentir, como el contrapunto necesario… pero, la verdad es que son sembradores de mal, de discordia, de oscuridad.

Hagamos como Jesús.

Un abrazo fraterno

Portaos como hijos de la luz (Ef 4,32 – 5,8)

Hacía ya varios días que no me sentaba delente del PC a masticar mi oración un poquito y poner por escrito lo sugerido por la Palabra. Mis hermanos de comunidad ya saben que cuando no hay blog es que no ha habido oración. Estas semanas me dejé vencer por el cansancio de unas semanas agotadoras de trabajo y llenas de cosas que hacer en casa. Como diría Carlos Herrera… «é lo que é».

Qué hermosa es la expresión de «hijos de la luz». Es nuestra denominación de origen. Pero ¿cómo se porta un hijo de la luz? Y aquí me descubro algo manipulador y manipulado sin ninguna mala intención pero… Tal vez por la educación religiosa recibida, por el tiempo que me ha tocado vivir y por lo que a veces se respira en nuestra Iglesia… he ido configurando la sensación de que «portarse como hijo de la luz» es ser buenecito, bondadoso y no hacer muchísimas cosas. Uno tiene a veces la impresión de que la idea de ser cristiano y buen hijo de Dios que ha calado más (tal vez por ser la más cómoda y fácil) es la de alguien que NO hace muchas cosas: no mata, no roba, no insulta, no hace daño, no viola normas ni mandamientos, no mantiene relaciones sexuales fuera del matrimonio, no bebe en demasía, no despilfarra su dinero, no es gay, no… no… no… Y el Evangelio de hoy, en el que Jesús cura a una encorvada insignificante en sábado, es una llamada de atención brutal: PORTARSE COMO HIJO DE LA LUZ ES PENSAR Y VIVIR COMO SUJETO ACTIVO. No es «no hacer el mal» sino que es «hacer el bien a mansalva». Es tomar la iniciativa, es ver lo que otros no ven, fijarse en quienes otros no se fijan, curar, sanar y enfrentarse a lo establecido. Es apostar por las personas y no por las normas. Es jugársela y buscarse enemigos. Es ser incómodo.

Cuando uno piensa en lo que no hay que hacer se nos ocurren muchísimas cosas concretas. Cuando uno habla de hacer el bien todo son palabras grandilocuentes: amar, ser generoso, compasivo… ¿Eso qué é lo qué? Concretemos nuestro bien. Seamos luz.

Un abrazo fraterno

El mal que no quiero hacer, eso es lo que hago (Rm 7, 18-25a)

podras.jpg¡Qué mal me siento cuando me sucede eso! ¡Qué mal me siento cuando descubro que hay algo muy profundo en mi que a veces me puede, me vence! ¡Qué mal me siento cuando pese a proponerme una cosa, pese a repetírmela cien mil veces, pese a apostar fuerte por ello… acabo haciendo lo contrario!

Es algo que duele en las tripas y que mi mente es capaz de adormecer. Voy dando pasos, y lo sé, pero debo también aprender a saborear el sentimiento de incapacidad, de debilidad, de fracaso. Tal vez deba empezar reconociendo como Pablo que ésto me pasa y lo siguiente será descubrir que Dios me ama así, me acoje así, me acuna, me besa y me repite una y otra vez: «PODRÁS».

Un abrazo fraterno