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Modo Adviento = ON

Hoy es el último día del año litúrgico actual. Mañana, domingo, comenzamos un nuevo tiempo, mi tiempo favorito. Mañana es el primer domingo de Adviento.

Desde que descubrí el Adviento, he de decir que la Navidad es mucho más auténtica, verdadera, plena… La Iglesia, en su sabiduría, no establece un tiempo de preparación porque sí. Es necesario. Es necesario disponer el corazón, templar las energías, recoger las emociones, silenciar todo aquello que nos separa y nos distrae de lo verdaderamente importante. Por eso, suelo buscar alguna lectura que me ayude a meditar estos días, dedicar más tiempo a la oración y transmitir a los niños para qué sirve todo esto…

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Familiarmente, el Adviento nos trae la tradicional Corona. Esas cuatro velas que simbolizan un camino, un viaje, una luz que se acerca, que se va haciendo presente. Los niños la preparan con cariño con nosotros y durante estos días será lugar donde rezar, cantar o, simplemente, observar. La Corona es un signo externo que ayuda a que todos esperemos, anhelemos, deseemos… a que todos vivamos con naturalidad que hay Alguien que trasciende nuestros sentidos pero del que estamos seguros de su presencia.

Os deseamos a todos un fructífero Adviento a todos.

Un abrazo fraterno

No enseñaba como los letrados… (Mc 1, 21-28)

… sino con autoridad».

 Desde luego entiendo que la autoridad de la que habla el Evangelio es algo especial pues la pone como contrapunto a los letrados del momento. Si los letrados eran los que sabían leer y escribir, los conocedores de las normas, de los preceptos, de la Escritura… los sabios y doctos… ¿De qué autoridad estará hablando el Evangelio para contraponerla a la autoridad derivada del conocimiento, de la cultura, de la preparación intelectual…?
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Lo que yo saco de aquí es que hay una autoridad vital que uno no se labra sino que le otorgan. ¿Qué ve la gente para dar esa autoridad a alguien? Algo distinto sin duda a lo que verían en los letrados. Tal vez una coherencia vital entre lo que se dice y lo que se hace. Tal vez una preocupación y cercanía máxima a las personas, al pueblo, a los más desfavorecidos y a los que más sufren. Tal vez escucharían palabras y verían gestos liberadores y no opresores…

La autoridad de Cristo nada tiene que ver con los méritos, ni con los títulos, ni con los puestos de poder, ni con la clase social… Es otra cosa. Y muchos años después, sigue siendo igual…

Un abrazo fraterno