Tres veces al día hace oración (Daniel 6, 12-28)

Me impacta la fuerza de la oración en el profeta Daniel. Un hombre que se salta la legislación vigente posiblemente, así debemos suponerlo, porque consideraba que esos ratos de oración eran la fuerza de su día, la clave de su existencia y de su labor profética.

Y lo de los leones no deja de ser una imagen tremendamente descriptiva de qué sucede en la vida cuando vienen problemas terribles. Daniel es un hombre interior, construido por dentro, con una fe sólida y una fuerte confianza en Dios. Su experiencia es testimonio ante el Rey, al que convierte. Precioso relato.

¿Y yo? ¿Soy un hombre de oración? ¿Cultivo mi interioridad? ¿Trato con Dios frecuentemente?

Un abrazo fraternno

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