¿La ley? En las entrañas… (Salmo 39)

Ni en tablas de piedra, ni en libros viejos… en las entrañas.

Llevar la ley del Señor en las entrañas implica que uno la ha interiorizado y que la ha hecho carne. Implica que la ley del Señor no es algo muerto sino Palabra viva, presencia real. Llevar la ley del Señor en las entrañas implica que el calor del corazón la toca, la modela, la matiza… Implica que no es un mandato exterior sino el camino que me lleva a la felicidad, al padre, a Cristo…

Me ha gustado hoy esta Palabra del salmo. Porque es amor lo que quiere el Señor y no sacrificios…

Un abrazo fraterno

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Perseverancia, esa gran virtud (Hebreos 6, 10-20)

imagesCA12LYVTLa primera lectura de hoy nos habla de perseverar y perserverar nos habla de constancia con lo que un día comenzamos, de mantenernos en el tiempo, de no abandonar ni a la primera ni a la segunda ni a la tercera.

A mi me cuesta perseverar muchas veces. Me abandono en algunos aspectos. Necesito constatemente de estímulos, de hitos temporales a los que agarrarme. El día a día es tan devastador que, cuando me doy cuenta, muchas veces no hice nada de lo que gustaría haber hecho. Y parto al día siguiente con menos aliento y menos fuerzas.

Debo rezar y pedirle más perseverancia al Padre y, tal vez, incrementar mi vida de oración y, de paso, pasar por el confesionario. La gracia ayuda a perseverar, sin ella… ¡qué difícil es todo!

Un abrazo fraterno

¿Soy yo de los que buscan al señor? (Salmo 104)

Buscar al Señor. Hoy va de eso la Palabra: el Salmo y el Evangelio hacen mucho hincapié y me ha hecho pararme a pensar. ¿Soy yo de los que buscan al Señor?

Uno busca algo cuando le falta. Lo busca porque lo desea. Porque quiero tenerlo, verlo, saborearlo, disfrutar de él. Porque quiere amarlo o sentirse cuidado por él. Uno busca algo porque lo necesita, porque no puede vivir sin él.

De mis dos hijos mayores, Álvaro e Inés, él no encuentra nunca nada cuando lo busca. Ella siempre. Él es despistado y puede tener algo delante de sus narices y no verlo. No centra su atención en aquello que quiere buscar. Incluso pasados unos minutos, ni siquiera se acuerda que lo está buscando. Ella no. Ella empieza y remueve y va a los rincones y no para hasta tenerlo entre sus manos.

¿Y yo? Cuánto tengo que aprender de mis hijos hoy… ¿Yo cómo busco?

Un abrazo fraterno

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Autoridad… ¿sobre mi? (Marcos 1, 21-28)

Autoridad-Auctoritas-Cesar-augustoJesús ejerce su autoridad sin miedo, sin complejos, sin necesidad de saberse con el mando. Simplemente lo tiene.

¿Quién ejerce la autoridad en mi vida? ¿A quién le concedo autoridad sobre mi? Yo, como aquellos que escuchaban a Jesús, no soy de fácil conceder porque hay quienes se creen con el poder y el mando, a quienes no confiero ninguna autoridad sobre mi vida más allá de la que le otorga un cargo, una ley… Pero hay otras personas que, sin ser nada, reciben mi reconocimiento como autoridad en mi vida. Y pienso en qué deben tener…

a) Debo saberme querido y amado por ellos

b) Su vida debe ser consecuente, honesta, digna, valiosa

c) Con el espíritu cultivado, duchas en el silencio, cercanas a Dios, instrumentos del Espíritu…

Y por encima de todos ellos, Cristo. Nada hay más allá. Mi vida no la pongo en manos de cualquiera

Un abrazo fraterno

Pescador de hombres (Marcos 1, 14-20)

Me encanta y me da subidón la clásica canción versionada por el Padre Jony.

Dejar, dejar, dejar en lo que uno está y seguir a Jesús. En otros mares, para otra tarea, detrás de un nuevo Señor…

Si quieres puedes limpiarme (Lucas 5, 12-16)

hands-clasped-in-prayer7Un hombre, que se sabía enfermo, suplicó a Jesús su curación. Era, tal vez, su última baza, su oportunidad. Y aún así, reconoció la autoridad de Jesús y le colocó el «si quieres» en la súplica.

¿Es que podía no haberlo curado? ¿Había esa posibilidad? Posiblemente sí.

El día a día está lleno de personas que sufren y que, con seguridad, suplican al Padre el cese de sus sufrimientos. Y el silencio de Dios en esa parte de sus vidas es desolador. Sus designios son, a veces, misteriosos e incomprensibles. Por eso no voy a ser tan ingenuo de pensar en mi oración que todo lo que le pido al Señor, va a suceder. No siempre es así.

Estas son las dos cosas que guardo en mi corazón en la oración de esta mañana: saberme necesitado de la acción de Jesús en mi vida y saber, al menos de cabeza, que mis súplicas pueden no encontrar una respuesta aparente en el misterio de Dios. Que el Señor me ayude a crecer en todo esto.

Un abrazo fraterno

Saciado (Marcos 6, 34-44)

Retomo mi actividad bloguera tras estos días de fiesta, intensidad, ilusión y, también,  mucho cansancio. La vida familiar en estas fechas es muy rica en momentos pero, a la par, agotadora. Ya volvemos a la «normalidad» y me encuentro con estas lecturas de hoy, preciosas para retomar el día a día.pan, vino y aceite

Leo el Evangelio y me pongo en el lugar de todas esas personas con las que Jesús quiso sentarse a enseñarles, a hablarles. Yo soy uno de esos. De esos que siguen al Maestro con sus miserias, sus agobios, sus problemas, sus ansias de liberación y de amor. Necesito sentarme y escucharle. Mirarle. Sentirlo cerca. El Señor, que me ve, sabe que lo necesito.

Y Jesús no deja indiferentes a esa personas, no lo hace conmigo. Cuando yo le busco, lo encuentro, lo escucho, lo miro, lo quiero… Jesús siempre me deja saciado. Transforma mi hambre y mi sed y me da más, obra el milagro en mi vida y colma mis necesidades, mis ansias.

Es una buena manera de empezar el año. Una buena manera de recordar dónde está el centro. Lo demás, no es tan importante.

Un abrazo fraterno

¡Que sí! ¡Que todavía vive! (Juan 20, 2-8)

Cuando leí el evangelio de hoy me quedé un poco frío. ¿Qué pintaba este pasaje de la resurrección de Jesús en medio del recién comenzado tiempo de Navidad? Decidí leer alguna reflexión que me alumbrara y me encontré esta en www.catholic.net: «Pedro y Juan en el sepulcro«. Me iluminó.jesus_muñeca

¿Qué celebramos exactamente en Navidad? No tanto que Cristo nació en Belén hace 2000 años como que sigue naciendo, creciendo y estando vivo en hombres y mujeres de hoy. Celebramos que, tras su resurrección, Jesús no sólo ha nacido sino que ¡sigue vivo! El matiz es importantísimo.

El Espíritu está suscitando alrededor multitud de iniciativas. Yo me mantengo alerta y voy meditando todo en el corazón. En algún momento, intuyo, se me pedirá una respuesta más contundente. Mientras, camino poco a poco.

Un abrazo fraterno

Y tras la Navidad… martirio (Mateo 10, 17-22)

martirioVaya baño de realidad. Entre luces, villancicos, niño, bolitas del árbol y comidas excesivas… ¡toma chasco! Si alguien estaba haciendo uso de la Navidad para vivir en un mundo happy y descansar en la ensoñación maravillosa de la ilusión y el amor universal… el día de hoy le devolverá brutalmente a la realidad más cruel y dolorosa.

Ese Niño al que adoramos es motivo de confrontación. Sus planteamientos traen problemas. Su propuesta genera incomodidad en muchos. La Verdad no es placentera en el mundo. Cuando me acerco estos días al altar, después de la misa; cuando me acerco a recibir la comunión, digo SÍ a todo esto. No voy a darle un besito al Niño para hacerle cosquillas y cantar juntos el «Dime niño de quién eres». No. Voy a ponerme a sus pies y a ofrecerle lo mejor que tengo para ayudarle a salir adelante, a llevarlo al mundo, a anunciar su salvación, a amar a los más excluidos…

Baño de realidad post-navideño. Seguramente, muy necesario.

Un abrazo fraterno

Aquí tienes mi pesebre, no tengo más… (Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16)

No es una noche para el recuerdo. No es la conmemoración de un aniversario. No es simplemente algo que pasó hace muuuucho tiempo. No. Me equivocaría si vivo esta noche de esta manera.

PesebreEsta noche es la Noche porque celebro que el Dios en el que creo vive. Está vivo. Nace en mi cada día. En esta morada humilde que soy yo. Dios decide venir a la vida, además, en lo peor, en lo más oscuro, en lo más pobre y maloliente que tengo. En aquello de lo que me avergonzaría ante sus ojos. En aquel espacio de la casa donde nunca dejaría entrar invitados. En ese «yo» escondido que no muestro a nadie. En ese «yo», en ese justamente, es donde Él DECIDE nacer. Ahí. Aquí.

Me produce hasta estupor asumir esto… Y, a la par, me conmueve el corazón. ¡Cuánto amor! ¡Cuánto me ama!

Esto celebraré esta noche. Celebraré un amor que me desborda, una decisión difícil de entender, una locura de Dios. Celebraré su ternura, su abajamiento para mirarme a los ojos, su delicada palabra para tocarme el corazón y salvarlo.

Hoy celebro que no tengo más que este pobre pesebre, Dios opta por Él y decide hacer de él la gran plataforma para lanzarme a las estrellas. Hoy celebro que el mundo ha sido salvado y sigue siendo mirado con amor por su Padre Creador. Hoy celebro que Dios ha decidido acompañarme en el frío, en la necesidad, en las lágrimas, en la pobreza, en la soledad, en la enfermedad, en el dolor y también en la esperanza de una familia cualquiera, abrumada por los acontecimientos, pero confiada en el Señor.

Aquí tienes mi pesebre, Jesús.

Un abrazo fraterno y ¡Feliz Navidad!