Han brotado aguas en el desierto (Is 35, 1-10)

La lectura de hoy de Isaías es que… no sé… no acepta comentario posible… no sé… sólo pide ser leída e interiorizada una y otra vez, una y otra vez… No la quiero estropear…

El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará.»

Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco, un manantial. En el cubil donde se tumbaban los chacales brotarán cañas y juncos. Lo cruzará una calzada que llamarán Vía Sacra: no pasará por ella el impuro y los inexpertos no se extraviarán. No habrá por allí leones, ni se acercarán las bestias feroces; sino que caminarán los redimidos y volverán por ella los rescatados del Señor. Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.

El Señor es la roca (Is 26, 1-6)

No consiste en rezar mucho sino en tener a Dios como centro de discernimiento familiar. Toda decisión, toda motivación, toda acción orientada a lo que pensamos y creemos es su voluntad. Es construir sobre roca.

Porque vienen vientos y lluvias. Porque cada etapa trae alegrías y dificultades. Porque ser padre es complicado. Porque la convivencia a veces es difícil. Porque los trabajos hay días que son insoportables. Porque no siempre uno está contento con uno mismo. Porque hay cosas que parece que nunca van a salir. Porque la casa se mueve. Sí, se mueve. Y se moverá. Y no hay que asustarse. Es la vida. Lo importante son los cimientos. Nosotros creemos irlos construyendo de buen material. Y por ahora nos va bien…

Un abrazo fraterno

Celebremos y gocemos (Is 25, 6-10a)

Festín de manjares, festín de vinos, manjares enjundiosos, vinos generosos, lágrimas enjugadas, muertes arrancadas… ¡Celebremos y gocemos! ¡Esta es nuestra fe! ¡Este es nuestro Dios!

Qué lectura tan antagónica de esos discursos de cristiano triste, soso, sacrificado y mortificado que a veces tiene uno que escuchar. ¡Qué contraste tan bestial con ese espíritu agobiante lleno de prohibiciones, cargas, pesos…! ¡Qué palabras tan terrenales y poco espirituales usa el profeta para referirse a ese momento en que uno se sabe amado por el Padre y siente que Dios vive en él, nace en él!

La lectura, sin duda, me trae a la mente y al corazón las reuniones de comunidad donde tras la oración de vida compartida viene la cena; donde la comunidad goza con un buen queso, con un buen postre, con unas buenas hamburguesitas con ketchup… donde se celebra con gozo espiritual y carnal. Eso también es de Dios.

Un abrazo fraterno

Habitará el lobo con el cordero (Is 11, 1-10)

Yo no sé si algún día veré a un lobo y a un cordero acurrucados bajo una higuera ni sé si se acabarán las guerras o ellas acabarán con nosotros. No lo sé. No me tomo la profecía por ese lado. Yo hoy quiero leerla en lo personal. Porque en mi conviven un lobo y un cordero, porque yo soy lobo y cordero y entre ellos tampoco se llevan especialmente bien. Uno le reprocha al otro muchas veces su existencia y no siempre sale el adecuado en el momento preciso.
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En este Adviento quiero profundizar por aquí y seguir dando pasos en mi crecimiento. Aceptando a mi lobo y a mi cordero. Ambos soy yo. Y ninguno va a desaparecer de escena. El lobo hace falta cuando de supervivencia vital hablamos, de energía, de contundencia, de rapidez, de agudeza, de realismo… El cordero hace falta para dulcificar, para apaciguar, para dejarse guiar, para dejarse corregir, para ser feliz con lo pequeño…

Esperar la llegada de Cristo es preparar bien el pesebre donde va a nacer. Y ese pesebre soy yo. Yo soy su casa. Y tengo que tenerla lo mejor posible. Por eso es importante crecer. Por eso es importante el lobo y el cordero. Por eso es importante trabajar para que ambos habiten juntos…

Un abrazo fraterno

Caminemos a la luz del Señor (Is 2, 1-5)

Hoy en mi reunión de comunidad ya había una Corona de Adviento presidiendo la mesa. A nivel de familia tenemos una desde el sábado noche. A mi me parece un símbolo muy rico y muy hermoso a la vez. Y una excusa muy buena para disponerse alrededor de una luz para esperar juntos, para estar juntos, para compartir juntos.
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Intentar vivir el Adviento a nivel de familia no es algo sencillo. Querer que los niños tomen parte pero a la vez sin pretender hacer cosas raras ni meter cosas extrañas en la cabeza no es sencillo. Y ni siquiera sé si saldrá bien pero algo me empuja a intentarlo, a intentar vivir juntos todo aquello que sea importante para cada uno. Y de ese ratito, que no pasa de 5 minutos, frente a la Corona encendida se desprenden cosas que los niños sacan a la luz (nunca mejor dicho) y que a veces nosotros despreciamos o bloqueamos. Una de ellas es el ansia por llegar al final, por ver resultados, por encontrar rápido. El niño, cada día, propone encender todas las velas. Normal. Le cuesta esperar. Y educar la espera es uno de los puntos a trabajar en estas edades tempranas. Nosotros a veces lo hemos olvidado. Nosotros, los que educamos en la espera a los pequeños, nos hemos olvidado de que las cosas llevan su tiempo, de que hay procesos y momentos, de que la meta a veces no es lo importante, de que en la espera tengo la oportunidad de crecer… Primera lección. La segunda es la espontaneidad, la sinceridad, la maravillosa sencillez. Ponen lo mejor que tienen a jugar. Apuestan fuerte siempre.

El Adviento ha comenzado muy bien. Trabajando las emociones propias y ajenas… Y esperando… Contemplando… Poniendo la vida a la luz…

Un abrazo fraterno

Se acerca vuestra liberación (Lc 21, 20-28)

¿Puede llegar la liberación antes de haber tocado fondo? Lo que hoy escucho en el Evangelio me responde que no. No sé si mi interpretación y lo que escucho de la Palabra de hoy tiene mucho que ver con esto que digo pero es lo que me ha venido nada más terminarlo.

Esta conclusión no la he descubierto hoy. Va a hacer dos años ya de la pascua que celebramos la comunidad junta en Cercedilla. Recuerdo trabajar un material para proponernos una profundización y reflexión en esos días santos y recuerdo uno de los descubrimientos más impactantes a nivel de fe personal. fondo.jpgLa muerte de Jesús es una muerte REAL. Cero. El vacío. El fondo. El no ser. El dejar de ser. El silencio de Dios. El sufrimiento previo. Sólo ahí es posible la Resurrección. Esto, que parece tan obvio y claro, he descubierto que es algo que solemos manipular con frecuencia y solemos quedarnos en «medias muertes» o en alguna crisis o en un mal momento o en una época difícil… ¡y luego pretendemos resucitar! Sólo es libre quien se encuentra con Jesús resucitado, quién siente y experimenta esa resurreción. Y para eso hay que morir. No me gusta demasiado aunque mi cabeza lo entienda perfectamente…

A nivel de Iglesia aplico el mismo razonamiento. Creo que esta época de persecución, de laicismo, de olvido de Dios, de crisis de la institución, de pérdida de confianza hacia la jerarquía, etc… es una época que puede ser clave para que una Iglesia purificada, más libre y verdadera, nazca de nuevo. Hay cosas que deber tocar fondo… (mejor no hacer anuncios publicitarios para evitarlo).

Un abrazo fraterno

Fuego y calor, bendecid al Señor (Dn 3, 62-67)

vela_consumiendose.jpgHoy he orado mirando a una gran vela amarilla encendida. Me es fácil orar centrándome en el quemar de la vela. La mecha, la llama, la cera fundida, las caprichosas formas creadas… todo me lleva a Dios.

Este Adviento que se aproxima deseo que sea un tiempo de bendición. Tiempo de bendecir al Señor. Tiempo de bendecir a mi familia. Tiempo de bendecirnos. Tiempo de bendecir a los hermanos.

Con el invierno a las puertas… y mirando la vela… ¡Fuego y calor, bendecid al Señor!

Un abrazo fraterno

Muchos vendrán usurpando mi nombre (Lc 21,5-11)

Esta frase del Evangelio de hoy me suena a todo el fundamentalismo religioso que nos rodea en el mundo en el que vivimos. Parece que el tema va de extremar cualquier postura y es fácil encontrarse que las propuestas son o el laicismo más absoluto o el fundamentalismo más radical… ¿Cuántas cosas se hacen en nombre de Dios? ¿Cuántos se creen «Dios» mismo a la hora de juzgar, catalogar, salvar o condenar a sus hermanos? ¿Cuántos dicen hablar en nombre de «el que Es» para construir sus vidas y sus propias personas?

Por eso hay que vivir la fe junto a otros, con otros, para otros. Hay menos posibilidades de que se nos vaya la pinza siguiendo a los equivocados. A la Iglesia, a las comunidades, con los hermanos. Juntos para caminar hacia el Dios Amor verdadero…

 Un abrazo fraterno

ADVIENTO – Para que Él nos enseñe sus caminos (Is 2, 1-5)

Hoy hemos comenzado el Adviento en mi comunidad. Por motivos de agenda hemos adelantado la celebración de Adviento a hoy y, por tanto, hemos orado con las lecturas del próximo lunes, 3 de diciembre.

El Adviento me gusta, me encanta. Lo saboreo desde hace años y me parece mucho más hermoso que la Naviadviento.gifdad, en sentido litúrgico y espiritual. Y quiero aprovecharlo y vivirlo a tope. No quiere que se me cuele entre los dedos. ¿Para qué? Para que Él me enseñe sus caminos, como dice Isaías. Es tiempo de silencio y recogimiento, de introspección y de oración. Es tiempo de escucha y de esperanza. Sigo con esa sensación de que aún no he llegado a ningún sitio y de que todos los pasos que voy dando me van a llevar a descubrir algo que todavía está reservado y escondido pero que es lo que Dios quiere para mi.

Adviento…

Un fuerte abrazo

… en el estómago sentirás ardor (Ap 10, 8-11)

mercaderes.jpgPara un cerebral eso de sentir ardor en el estómago le suena a una mala digestión y punto. Me es tremendamente difícil llegar a sentir lo que está expresión visualiza de manera tan clara. Pero estoy seguro que es lo que Jesús sintió cuando decidió echar a los mercaderes del templo al comprobar y sentir que lo habían convertido en una cueva de ladrones.

Reacciones de ese tipo son contadas en mi vida. No funciono desde ahí. No sé si me gustaría. Pero evidentemente considero que el mundo y la Iglesia necesita de personas que sepan responder ante ese sentimiento tan profundo y ardiente. Sin ellos estaríamos perdidos. No siempre se puede pensar. No siempre se puede calcular. No siempre se puede matizar o dialogar o hacerse entender. A veces hay que responder en caliente, sí, sí… en caliente.

La primera lectura de hoy, de apocalipsis, me dice: «Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.» Todavía hay mucho por hacer. Todavía hay muchos a los que llegar. Todavía hay mucho que cambiar y denunciar. Echar a los mercaderes implica poner el templo patas arriba, generar mal ambiente dentro de la propia Iglesia, distanciarse de lo oficial en ocasiones, ser capaz de luchar por la verdad y por la libertad. No es fácil. Trae enemigos. Pero la pregunta es ¿es de Dios? ¿Desde Dios? ¿Para Dios? Sí la respuesta es sí… no me queda más que ponerme del lado de mi Señor…

Un abrazo fraterno