Terminando el #1-O #catalanreferendum

Mi conclusión es la misma que hace días. Nunca deberíamos haber llegado aquí. Terrible la deslealtad y el engaño y la burla a la ley del Govern. Terrible la incapacidad política del Gobierno. Terrible la venda en los ojos de ambos y la lectura ideológica de una realidad que han ido complicando con el paso de las semanas, de los meses. Terrible la simplificación de lo complejo de todos los que conformamos la ciudadanía y la superficialidad de nuestras convicciones. Terrible que nos sigamos visibilizando en bandos, cayendo en la tentación de ver al otro cada vez más lejos.

Pero aquí estamos. Y toca mirar hacia adelante. La de hoy ha sido una jornada muy triste. Era de esperar. Me sorprenden los sorprendidos. Guión previsible en el que las altas esferas políticas decidieron convertir en protagonistas a aquellos que no debían serlo, no así, no ahora: ciudadanía y cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. No son ellos los incapaces, los desleales, los manipuladores, los violentos. En un escenario de tensión, llegan las equivocaciones, los errores, la desmesura, la agresión. Un juego perverso que desacredita a aquellos que lo han orquestado.

Hay que curar heridas, sanar corazones y restaurar puentes dinamitados. Cuanto antes. Y no lo deben hacer sólo ellos, los de Moncloa y los de Sant Jaume, que también. Empecemos cada uno. Paremos. Paremos. Siempre es más lo que nos une que lo que nos separa. Siempre. Porque todos tenemos una historia. Porque todos aspiramos a la felicidad. Porque todos tenemos familia. Porque todos queremos y somos queridos y vivimos aquí y ahora. Todos queremos a la tierra que nos vio nacer. O a la que nos acoge. O en la que vivimos. Todos sabemos lo que es la amistad. Y los sueños. Todos vibramos y nos entristecemos. Todos nos caemos y los levantamos. Y todos, un día, morimos y nos vamos. Nos costará. Habrá cosas que cambiar. Y algún que otro día de sufrimiento queda. Pero mantengamos la esperanza alta. Y el amor. Nada tiene de romántico esto. Ni de happy. Posiblemente nada hay más trasgresor y revolucionario.

No hay ideología ni partido político ni modelo de Estado ni de organización ciudadana que sea perfecto. Por eso Cristo los trascendió todos.

El gordo terminó en 5. Adiós 2015.

gracias lapiz rojo

Se acaba el 2015. Desde bien pequeño, la influencia «pelín» emotiva de mi madre ha marcado momentos como este: el 2015 ya no volverá. Nunca más lo volveremos a recibir y nunca más lo volveremos a despedir. Cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada año… son únicos. He aquí el martilleo inexorable del tiempo.

Miramos atrás con cierta sensación de pérdida cuando el año ha ido bien y llenos de alivio cuando la vida nos ha golpeado con dureza, esperando que el nuevo año sea, al fin, nuestro año. Aún así, creo profundamente que la mejor manera de empezar un año nuevo es agradeciendo lo vivido en el año que se va. Agradecerlo todo, lo doloroso también, porque lo sucedido es signo de que seguimos vivos, de que caminamos hacia adelante, de que tenemos motivos para seguir esperando, para seguir luchando.

Yo comencé el 2015 con 38 años a la espalda, con mi mujer e hijos viviendo en nuestra casa de Carabanchel, en Madrid, donde llevábamos viviendo 13 años. Lo comencé enfrascado en mi carrera de Ingeniería Informática, comenzada en 1994 y todavía sin terminar, algo cansado ya y ciertamente atascado en ese final prolongado que nunca parecía terminar. Comencé el año trabajando en General Electric Healthcare, con la ilusión de llegar a mis 15 años en la compañía en septiembre. Comencé compartiendo fe y vida en la comunidad Belén, de la Fraternidad Escolapia Betania, con hermanos y hermanas que sabían de mí, que me conocían, que me querían… y con los que había tejido vida en los últimos años. Comencé el 2015 participando en el Capítulo Provincial de los Escolapios, con otros 3 laicos, los primeros laicos en un Capítulo de esta Provincia. Comencé el 2015 impactado por la campaña #iNavidadIrak de iMisión y por el ataque de DAESH a nuestra página web. Comencé el año con mi hermano y mi cuñada viviendo en Ferrol, sin trabajo ambos. Comencé el año con mi amiga Pau en Madrid. Comencé el año en Coruña. Comencé el año querido y queriendo.

Termino el año 2015 con un año más, cerca ya de los 40 y llevando con estilo, elegancia y atractivo mis 39 años. Termino el año 2015 viviendo con mi mujer y mis hijos en Salamanca, concretamente en una vivienda dentro del Colegio Calasanz, enfrascados en la importante misión de educar en la fe y en las letras a los niños y jóvenes. Termino el año siendo Ingeniero Informático, con un 9’5 en el proyecto fin de carrera, cumpliendo uno de los objetivos vitales pendientes más importantes de mi vida. Termino el año 2015 estudiando el Máster de Formación de Profesorado de ESO y Bachiller y ya matriculado en el Grado en Ciencias Religiosas. Termino el año con un trabajo nuevo y muy agradecido por lo vivido y aprendido en GE todos estos años, por las personas conocidas y por los amigos hechos. Termino el 2015 con una nueva comunidad conjunta, donde religiosos y laicos intentamos aprender a vivir juntos, a soñar juntos y a construir juntos un entorno fraterno en Salamanca. Termino el año fuera del staff de iMisión tras mucho trabajo y mucha ilusión, satisfecho por lo vivido, por lo recibido y por lo entregado, con nuevos proyectos en Aleteia y manteniendo mi presencia en 13TV y en Radio María. Termino el año con mi hermano y mi cuñada viviendo en Badalona, con trabajo ambos y mucho más felices y contentos. Termino el año con mi amiga Pau en Albacete, pero cerquita como siempre. Termino el año en Badalona, oliendo al Mar donde tantos han fallecido persiguiendo el sueño de vivir en una tierra en paz y de oportunidades. Termino el año querido y queriendo.

Comienzo el 2016 con muchas ganas de impregnar mi corazón de misericordia, con mucha necesidad de recibirla de Dios y de darla a mis hermanos. Comienzo el 2016 sin más objetivo que seguir gastando mi vida donde crea que me pide el Señor, abierto a las sorpresas y dispuesto a disfrutar de cada instante.

Así sea.

 

Pequeña reflexión indignada

 Yo lo que sé es que ningún partido me da de comer. Lo que se hace bien, sea quien sea, bienvenido sea. Y cuando uno se siente defraudado como votante, sea quien sea a quien ha votado, tiene el derecho de hacerlo saber.

A la situación actual no llegamos por estos meses del PP, obviamente, ni tampoco por los 8 años de ZP… Es un modelo que hemos construido durante muchos años, monstruos a los que u…nos y otros han alimentado, una ciudadanía apática e interesada si había cosas que le beneficiaban… No nos olvidemos que la clase política es el reflejo de la sociedad en la que trabajan…

La gente está indignada, con razón. A la par todos tenemos que hacer nuestra autocrítica y cambiar el rumbo. Y mientras descubrimos cómo hacerlo, hay que atender a nuestros hermanos, a tantas familias, ancianos, niños… que lo están pasando muy mal. De nada serviría salir a la calle si luego pasamos por delante del necesitado como si no existiera. No nos habríamos enterado de nada.

Carta de votante tras el debate electoral del 7-N

Buenas noches.

He presenciado hasta hace unos minutos el único debate que vamos a ver los españoles de los dos principales candidatos a la Presidencia del Gobierno en las elecciones del 20N. Llevo días escuchando que es una pena que no haya más debates entre ellos y mi reflexión en este punto es: ¿valdrían de algo? Creo que un debate bien preparado y bien concebido debería ser más que suficiente para transmitir una imagen, un mensaje y un proyecto. Además, ahí están los mítines. El que quiera… que vaya. ¡Y los programas electorales! El que quiera… que los lea. Pero me da la sensación de que en este país más de un debate sólo serviría para escuchar lo mismo varias veces. Y eso es, además de improductivo, aburrido.

Me ha gustado más el debate de esta noche que otros anteriores. Las condiciones pactadas daban más libertad a las personas y menos importancia a los personajes. Fue un debate, desde esta perspectiva, entretenido y eso ya es mucho en España. Hubo momentos de fragor, de cortes, de interrupciones, de ironías… Eso me gusta. Creo que a un candidato a la Presidencia de mi país debo presuponerle capacidades suficientes como para afrontar un debate sin tanta parafernalia… En los partidos, desde luego, no piensan lo mismo…

Con respecto a la imagen, y sin ser ningún experto, me ha gustado más Mariano. Creo que iba más elegante, más moderno y que transmitía una mejor imagen. La camisa grisácea de Alfredo y su corbata de topos… me han matao… Sin caer en tópicos, sí creo que Alfredo daba una imagen un poco tristona, desde luego no de alguien que quiere transmitir la idea que tiene la energía, la vitalidad y las fuerzas necesarias para sacar al país de ésta.

Con respecto a las sensaciones transmitidas por ambos pues… vi a Mariano más seguro y a Alfredo con un rictus demasiado serio en muchos momentos, algo nervioso. Esperaba más de un político brillante y de su altura. Fue mordaz en muchos momentos y Mariano sacó la retranca gallega en otros muchos. Ambos se dijeron cosas bastante previsibles y se atacaron desde los flancos esperables. Hubiera apostado y arriesgado un poco más y creo que ahí Alfredo se quedó un poco corto. Mariano no tenía por qué hacerlo…

Y si analizo uno a uno a cada candidato, me quedo con lo siguiente:

MARIANO RAJOY ACERTÓ

– Centrando sus intervenciones en la economía. Los discursos y las buenas intenciones están bien pero sin pasta y sin trabajo, nada de lo demás es sostenible. Está claro que el objetivo nacional es crear empleo.
– Esquivando alguna insistencia de Alfredo en temas sobre los que no aportó ningún dato real.
– Enumerando algunas propuestas, algunas muy interesantes: que las PYMES y los proveedores vean reducido su pago de impuestos si la Admisnitracíón no les paga o que en la FP el trabajo cuente como parte de su formación. ¡Y no bajará ni congelará pensiones!
– No cometió ningún error de bulto.
– Identificando a Alfredo con Zapatero (dudo que sus varias equivocaciones fueran «sin querer»).
– Transmitiendo la esperanza de que saldremos de ésta y de que el PP puede hacerlo (porque ya lo hizo).

MARIANO RAJOY NO ACERTÓ

– Mirando tanto los papeles, especialmente en la intervención final.
– Esquivando preguntas comprometidas de Alfredo… Dejó ambiguos algunos temas económicos y mostró el ya clásico complejo de la derecha de exponer con claridad su postura antes determinados asuntos sociales.
– Lo de la luz en su aldea quedó un poco trasnochado… ¡Mariano que estamos en el siglo XXI!

ALFREDO PÉREZ RUBALCABA ACERTÓ

– Mostrando lagunas y ambigüedades en algunas propuestas del PP.
– En el bloque de políticas sociales y democracia tocó aspectos más concretos de la vida de las personas.
– Se mostró hábil en el manejo de las intervenciones, mucho más espontáneo que Mariano.

ALFREDO PÉREZ RUBALCABA NO ACERTÓ

– Centró sus intervenciones en el programa del PP. Desconozco cuáles son sus propuestas…
– Se autoproclamó desde el minuto 1 perdedor de las elecciones.
– Abusó del discurso socialista rancio y trasnochado, apelando al miedo del electorado.
– Dijo muchas cosas sin aportar datos concretos
– En el discurso final, a pesar que el comienzo fue muy acertado, parecía que estaba pidiendo trabajo…

En fin. Yo intento ser obejtivo. Creo que Alfredo lo tenía muy difícil pero también creo que arriesgó poco y, pese a lo que oí a algunos contertulios (llamarles periodistas les daría demasiado caché), no estuvo brillante como él suele estar. Mariano tenía poco que ganar y mucho que perder y, por eso, lógicamente jugó a lo seguro. Creo que ambos evitaron hablar de propuestas de regeneración demócratica concretas y en eso sigue dándome pena que los grandes partidos no muevan fichas.

En definitiva… poca importancia tiene decidir quién ganó el debate. La victoria para todos es el mismo hecho de debatir. Es en las ideas confrontadas donde está el premio. Y ahora dispongámonos a decidir el voto. El mío está decidido. Y creo que el 20N, mucho más que otras veces, nos jugamos mucho.

Que las urnas repartan suerte y que Dios les ayude a gobernar convenientemente.

Un saludo

Carta después de Mil años de oración

Hola,

esta tarde, solo, me he ido a ver la película «Mil años de oración», película de autor sencilla e intimista. Era una película sobre la vida, sobre los padres e hijos, sobre el contraste de culturas, sobre las maravillas y los dramas cotidianos, sobre la comunicación y las personas. Me gustó. Y creo que se ha guardado ya en mi memoria emocional el paseo en soledad de vuelta al hotel por las calles de Cáceres. El viento soplaba ligero y fresco y el sol se empezaba a esconder por el horizonte. Nadie existía a mi alrededor. Sólo yo y mis pensamientos. Sólo yo y mis emociones.

 

Mientras escribo esta carta tengo puesto de fondo la pieza más famosa de El Lago de los Cisnes. Me hace sentir de manera espontánea. Y acabo de pensar que, a partir de ahora, voy a hacerme un pequeño pack de viaje con la música que me gusta escuchar cuando estoy solo. Decidido.

La primera cosa que tengo en el corazón ahora mismo es que nos jugamos la vida en las cosas pequeñas. Ya sé que no es ningún descubrimiento y que han sido muchos los que lo han dicho. Pero yo me refiero a mis cosas pequeñas. No hablo en genérico. No  idealizo y generalizo. Decir esto es importante porque cuando yo hablo de que me juego la vida en las cosas menudas veo las caras de mi mujer, de mis hijos. Cuando lo pienso siento su piel y oigo sus risas y sus llantos. Cuando lo siento sueño con sus sueños. Y me gustaría abrazarlos y decirles cuánto les quiero y desvelarles los secretos que yo voy descubriendo… Yo sé cuáles son mis cosas pequeñas. Por eso lo que digo tiene más valor que lo que ha dicho nadie en el mundo…

Otra de las cosas que he venido pensando es en lo mucho que hablo y en lo hermoso que es el silencio; en el exceso de intensidad que pongo y en lo necesario de la quietud y la paz. No acabo de acertar. ¡Qué lucha se produce en mi! Estoy tremendamente encogido. Achicado por la fuerza del silencio, por la potencia de una mirada, de un gesto, de una caricia. No me acaba de gustar cómo hago y transmito determinadas cosas. Tengo demasiado de occidental todavía y me gustaría echar más oriental a la balanza… Y se me humedecen los ojos porque realmente no sé cómo hacerlo porque al final siempre pasa algo, siempre llega una ola que barre todas estas pretensiones… ¿Cómo calmar ese agua? Poco a poco. Paso a paso.

Cada día que pasa descubro un poquito más de mi yo intimista y reservado, del yo que degusta la soledad y la reflexión sosegada. Y me gusto. Me gusto cuando enciendo velas en mi casa y disfruto con la luz tenue que tanto me molestaba antes. Me gusto cuando un torrente de sentimientos me inunda y me deborda al leer o escuchar arte. Me gusto cuando disfruto los días sin plan y, al acostarme, reconozco la felicidad entre los dedos que han jugado con los niños o que se han entrelazado con las manos de mi mujer. Me gusto así. Pero la guerra sigue instaurada en mis territorios y a veces me pueden las ganas de impactar, de aconsejar, de dominar, de controlar, de planificar, de imponer, de argumentar, de discutir… Madre mía… el ser humano… qué complejos resortes mueve…

No era el único «solo» de la sala. Una chica de mi edad también estaba sola. Me sorprendió. Y, sin duda, había más gente de lo que esperaba. Fui el último en levantarme, eso sí. Yo aguanto hasta el final y más en películas como ésta. ¿Cómo alguien puede verla y levantarse a prisa? ¿Es que no se ha enterado de nada? Doy gracias porque haya cosas que me sigan traspasando. No puedo seguir viviendo como si nada.

Joder, con perdón. ¿Y el Tchaikovsky éste cómo pudo escribir esta música tan maravillosa? Es que la música me pone los pelos de punta pero más me los pone el pensar que alguien de carne y hueso pudiera tener eso en su cabeza y convertirlo en música. Me siento tremendamente mediocre cuando pienso sobre ello. Y tremendamente afortunado por poder degustarlo y por ser recorrido por un escalofrío divino al hacerlo. El Lago de los Cisnes es Dios. Sin duda alguna. No puede salir de otro sitio. Y seguimos empeñados en hablar y hablar, en dar catequesis, homilías y en escribir teología. Todo eso está muy bien pero ¿por qué no nos sentamos y aprendemos a sentir la caricia de Dios escuchando estas maravillas? Es otra de las preguntas que me surgen en este rato de incontenible revolcón conmigo mismo.

No sé si enviaré esta carta. No tengo ni idea a quién va dirigida pero necesitaba escribirla. Está inacabada. Y siempre lo estará. Otras cartas serán escritas mientras existan películas como las de hoy y cisnes como los de Tchaikovsky.

Un abrazo

Carta… pese a la huelga

Como no sabía si dirigir esta misiva a los huelguistas o a los gobernantes, prefiero no hacerlo a ninguno de los colectivos en particular sino a todos aquellos que hemos asistido como espectadores a unos días realmente tensos  y tremendamente desagradables para cualquiera que se sienta parte de una sociedad.

No creo que sea fácil forjar una opinión justa sobre este asunto. Te pido que tú tampoco lo hagas. Opiniones fáciles ya hay muchas. Aquellos que forman parte del enconado grupo de españoles «anti-Zapatero» ya vierten fácilmente sus críticas al gobierno y se encargan de convertir la profecía del Apocalipsis en la realidad social más evidente. Los que están inscritos en el club pro-gubernamental están demasiado ocupados buscando sinónimos de «crisis», «trasvase» y entrenándose para cualquier día aparecer en el Pasapalabra y poner en verde la rosca millonaria. Luego hay una mayoría de ciudadanos a los que lo único que les preocupa es lo tarde que llegan a trabajar, los atascos, el desabastecimiento de los súper… en definitiva, las consecuencias que la huelga les depara a ellos y sólo a ellos. Pero un ejercicio de empatía no vendría mal en estos momentos para, si hace falta, mantenerse en silencio intentando ponerse en la piel de los actores principales de este asunto.

No me gustaría estar en la piel del Presidente del Gobierno, ni de algún ministro, ni del Secretario de Estado, ni de la funcionaria que se sienta a negociar en la mesa, ni del delegado del gobierno, ni del comisario de seguridad ciudadana, ni del jefe de los antidisturbios, ni del policía que, porra en mano, debe intervenir. Opinión fácil: para eso cobran. Yo ni cobrando eso quiero ponerme en su lugar. Por un lado, pocas cosas puedes hacer a corto plazo para resolver la situación. Por otra parte tienes que intentar paliar el problema cuadrando números y medidas. Y además mantener la legalidad y el orden público ante una situación tremendamente compleja.

Menos me gustaría estar en la piel de quién se ve abocado a una huelga de estas características porque ya no ve otra salida. No me gustaría descubrir que gano lo mismo trabajando que parado. No me gustaría tener que montar este follón para que alguien me escuche. No me gustaría sentir el peso de las miradas de todos, injustas en su mayoría. No me gustaría tener que tomar medidas desesperadas porque peligra la comida de mis hijos.

Todo nos estamos viendo afectados, sí. Y está siendo incómodo para todos. Pero qué fácil es hablar desde la comodidad del sillón de espectador. Qué fácil y qué injusto.

Todos cumplen con su papel. Los gobernantes y las fuerzas de seguridad están haciendo lo que, posiblemente, deben hacer. Hay cosas en esta huelga que están fuera de la legalidad. Y el gobierno, en un estado de derecho, debe mantener la legalidad. Y los trabajadores en huelga apretando las tuercas porque ya no pueden más. Y aquí quiero diferenciar entre «legal» y «lícito». Estoy convencido de que hay acciones que son ilegales que, encuadradas en una situación concreta, son totalmente legítimas. Cualquiera puede buscar en el diccionario de la RAE la diferencia…

Nos vienen tiempos difíciles. No será la última de éstas en la que nos veamos. Por eso todos debemos luchar cada día por construir un mundo más justo, diferente. No es posible a corto plazo pero los que tenemos hijos estamos dispuestos a rompernos los cuernos por un futuro con más verdad, con menos pobres, con menos ricos, con más justicia, con menos consumismo, con más árboles y con más osos, con menos aparatos, con más sonrisas, con menos armamento, con menos fronteras, con más tiempo libre, con más imaginación, con menos intereses y más niños.

Un saludo

Carta a una pareja amiga que se casa

Queridos amigos,

una boda siempre es una buena noticia. La vuestra también. Una buenísima noticia. Para mi y para la humanidad entera. Dos personas que han descubierto que más allá de uno mismo se encuentra lo mejor. Dos personas que han decidido arriesgar y dirigir sus vidas, conjuntamente,  hacia Ítaca.

Cualquier boda, y más la vuestra, trae a mi intercambiador emocional mi propia decisión hace ya unos cuantos años. Cada boda es capaz de renovar en mi los votos que, en un anochecer al pie del Retiro, decidí asumir por Esther, para Esther, con Esther. Mañana, cuando me levante, volveré a renovarlos porque hay compromisos que vale la pena tener frescos cada amanecer, en la primera inspiración del día.

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Poco os puedo decir que no sepáis ya. Hoy hay multitud de información, libros de autoayuda, excelentes tratados matrimoniales y una ingente cantidad de webs donde explican qué es el matrimonio y con qué peligros os vais a enfrentar y cómo debéis superarlos. Así que la teoría es abundante y diversa. De todas formas os aconsejo que no os obsesionéis con las dificultades y que potenciéis aquello que os ha llevado a cogeros de la mano para afrontar este viaje.

Cualquier viaje es complicado y hermoso a la vez. Cualquier proyecto es ilusionante e inquietante a la vez. El sabio arco iris ha enseñado ya a nuestros antepasados que la gama de colores es grande y variada y que existen los oscuros, los insípidos, los alegres, los sosos, los chillones… Y todos se van a dar. Y debéis estar preparados para ello. ¿Qué quiere decir «estar preparados»? ¿Saber cómo afrontar cada situación? Ni mucho menos. ¿Actúar sin herir al otro? Ni mucho menos. «Estar preparados» es ser conscientes de lo que hoy decidís, de lo que hoy os trae hasta aquí, de lo que queréis construir juntos, de lo que os enamora del otro… y tener claro que habrá momentos en los que sólo existirá eso para agarrarse. Y que las tormentas pasan si la barca es fuerte. ¡Construid una embarcación poderosa! ¡No os conforméis con una bonita y pintoresca barquita de paseo!

«El amor no es suficiente» le decía Meryl Streep a su hijo en «Secretos compartidos». El amor es condición necesaria pero no suficiente. La vida en pareja es más complicada y enrevesada. La familia tiene más tela que cortar. Es necesario que os améis y que os lo demostréis también esos días en los que no tengáis ganas; también aunque os parezca forzado y falto de espontáneo romanticismo. Cuidaos y respetaos. Discutid cuando haga falta. Hablad mucho. Sed cada uno uno mismo pero dejaos transformar. Tu pareja te va a descubrir rincones absolutamente escondidos de tu paisaje interior. Déjate sorprender. Acoplaos para formar un buen equipo para que la casa funcione. Hay lavadoras que poner, ropa que guardar, facturas que archivar, trabajo que atender, cenas que preparar, camas que hacer, chapuzas que chapuzear… incluso en los días en los que te apetecería tirarte en el sillón de la casa de tu madre.

El gran milagro del matrimonio es que dos personas se unen para formar una unidad que, lejos de anular a cada miembro, revertirá en vuestro crecimiento personal. No os equivoquéis. Cada uno seguís siendo únicos e irrepetibles. Cada uno seguiréis teniendo vuestras propias aficiones, vuestra música favorita, vuestro sueño personal, vuestros amigos, vuestras emociones tan particulares, vuestras heridas, vuestro pasado… No debéis hipotecar todo eso sino trabajar juntos para intentar que todo quepa y, a la vez, desprenderse de aquello que no quepa cuando ambos lo veáis. Dejaos espacio vital, no os asfixiéis y tened un ratito para vosotros mismos. De lo sanos que estéis por separado dependerá la salud de la pareja.

Y cuando las cosas se tuerzan y las nubes sean grises, no os asustéis pero tampoco adormezcais el miedo. Dejad que las alertas suenen pero no os precipitéis a la salida. Miraos a los ojos y descubríos. No siempre es culpa de alguien. Otras veces sí. Os haréis daño porque quien ama está demasiado expuesto. Ponedle remedio pero no os regodeéis en vuestro dolor. De nada sirve pensar que nunca haréis daño a aquel a quien amáis y os ama. Descubrid juntos dónde está el agujero del barco y disponeos a reparar la chapa cuanto antes. No lo dejéis. No lo calléis pensando que las flores silvestres llegarán con la primavera.

El viaje a Ítaca es maravilloso. ¡Viajad! ¡Disfrutad! ¡Sed! ¡Construid! Y no dejéis de arriesgar. De poco valen las seguridades. Y tened un niño antes de comprar un perro. No queráis ser quinceañeros compulsivos como algunos que conozco.

Me despido tras las notas de «Anónimo veneciano» esperando y deseando que descubráis la felicidad en las pequeñeces de vuestra vida en común. Ahí os jugáis llegar a buen puerto. Yo estoy seguro de que lo conseguiréis.

Un fuerte abrazo

Vuestro amigo, Santi.

Carta a un joven americano

Querido amigo,

los recientes acontecimientos trágicos en la Universidad de Virginia me han pillado en tu tierra, concretamente en Waukesha, WI. Hoy las banderas del GE Healthcare Educational Center ondean a media asta y, al verlas, he compartido el dolor que todo ciudadano americano debe estar sintiendo en estos momentos.

Una vez más, la barbarie pega con fuerza en una escuela o universidad. No es la primera y, seamos realistas, posiblemente no sea la última. No sé cómo te debes sentir en estos momentos. Supongo que tremendamente triste y profundamente preocupado y temoroso… esa sensación de «podía haber pasado en mi escuela», «podía haberme pillado a mi» es conocida para mi tras los atentados en Madrid del 11-M de hace ya más de tres años. Es miedo, en ningún caso alegría de haberte librado. Es miedo. Y con miedo es difícil vivir. Casi imposible.
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En mi país, como en otros muchos, siempre existe el comentario fácil y generalizado de que estas cosas sólo os pasan a vosotros porque sois una sociedad enferma, con armas legalizadas, que van por el mundo de manera prepotente haciendo de la violencia y de la guerra la manera normal de arreglar los problemas. Yo no me voy a unir a esos comentarios, ¿sabes? No es mucho mi conocimiento de vuestro pueblo pero mis 5 visitas a tu país y la relación que tengo con mucha gente a través del trabajo me ayuda a comprobar que, como cualquier otra sociedad tenéis una parte enferma y otra maravillosa y digna de admiración.

Mi carta de hoy no pretende ser un llamamiento a la revisión de vuestras tradiciones, costumbres o maneras de entender la realidad. Mi carta de hoy es un acercamiento a ti, un abrazo en forma de misiva, un gesto de estar juntos en un dolor incomprensible desde la distancia. Sí te animo a que mires la realidad con pleno optimismo, a que sigas pensando que vale la pena luchar por tus sueños, que permanezcas convencido de que un mundo mejor es posible, de que tú eres clave para el futuro y de que puedes aportar mucho para cambiar todo aquello que entiendes que es un camino equivocado.

No tengo mucho más que decirte. Busca a los que te quieren. Sana tu herida y sigue caminando. No como si nada hubiera pasado pero sí con ganas de seguir siendo feliz.

Un abrazo

Carta a todo el que participa del mundo del fútbol

Hola a todo el mundo.

Son tantas las personas que giran alrededor de un balón, de un estadio y de las sensaciones y emociones que provoca que no sé muy bien a quién dirigirme en concreto. Tal vez me dirija a futbolistas, directivos, periodistas, aficionados y al resto.

Es tan grave lo sucedido esta última semana en el estadio del Betis, donde juande.jpgy perdió por ello el conocimiento, que una vez más sería necesario plantearse con seriedad y profundidad qué sucede en esta sociedad para que estas cosas todavía pasen en un estadio. Han sido muchas las opiniones, reflexiones, críticas y gilipolleces dichas estos días por periodistas, sociólogos, deportistas, políticos, contertulios… Muchas opiniones, muchas afirmaciones pero pocos análisis serios. Yo voy a intentar aportar mi análisis propio del asunto como aficionado al fútbol desde los primeros años de vida: aficionado a jugarlo, a verlo y a escucharlo.

– ¿Por qué esto pasa en el fútbol y no sucede en la misma proporción en otros deportes?
Esta es una pregunta que muchos se han planteado. Creo que las causas son sociológicas. En España el fútbol ha traspasado hace tiempo su «ser deporte» y creo que se puede considerar un fenómeno sociológico. La sociedad se adapta al evento futbolístico, vive alrededor del mundo futbolístico. El tiempo dedicado en medios de comunicación a este deporte es absolutamente desproporcionado no sólo comparándolo con otros deportes sino también con otras secciones. Una victoria deportiva moviliza una ciudad y justifica una serie de actos incomprensibles en otro tipo de celebraciones. Demasiados «favores». El fútbol mueve y genera una serie de sentimientos y sensaciones que, tal vez, no provoquen otros deportes. Además, y muy importante, EL FÚTBOL MUEVE DEMASIADO DINERO. Son absolutamente desproporcionados los sueldos de los jugadores, lo que valen, los presupuestos de los clubes, los avales que hay que depositar para ser presidente en algunos clubes, lo que ofrecen las televisiones por retrasmitir los partidos, lo que se gana en la quiniela (no hay quiniela para otros deportes)… DONDE HAY DINERO HAY CORRUPCIÓN. DONDE HAY DINERO HAY INTERESES. DONDE HAY DINERO HAY NEGOCIO. DONDE HAY DINERO HAY PODER. DONDE HAY DINERO… NO HAY DEPORTE. Así de claro. En un mundo en que tantos millones de personas sufren, son COMPLETAMENTE INMORALES LAS CIFRAS QUE MUEVE EL FÚTBOL. ¿Por qué no se limitan los presupuestos? ¿Por qué no se normalizan los sueldos? ¿Por qué no…?

– ¿Qué puede motivar a alguien a tirar una botella en un campo de fútbol?
Creo que vivimos en una sociedad enferma en la que nos preocupa mucho el TENER y poco el SER. La gente no se preocupa de sí misma ni tiene la vida entre sus manos. Son muchos un juguete en manos de la manipulación. Hay mucha frustación personal y laboral. Hay mucho estrés. Hay mucha presión y mucha tensión. La calidad de vida es relativa. Hay crispación política. La gente no va al psiquiatra y muchos lo necesitarían. Hay mucho ansioso o depresivo (como mínimo) suelto sin tratamiento. Vivimos en una continua bomba de relojería. La gente va a un estadio a desahogarse. Y no nos preocupa… ¡Acojonante! Se insulta, se grita, se saca LO PEOR DE UNO MISMO. Se dan ya por normales una serie de actitudes completamente FUERA DE LO NORMAL. Estoy seguro que quien tiró la botella el otro día es una «persona normal». Un padre de familia. O un hijo normal. O un trabajador incansable. Buena persona tal vez… No le envidio. Es un enfermo sin tratar. Ojalá «esta ida de olla» le haga pararse y reflexionar.

– ¿Quién es el causante de lo sucedido el otro día?
Desde mi punto de vista varios. Evidentemente al que tiró la botella no se le puede eximir. Todos somos libres y él decidió actuar de una manera que tendrá sus consecuencias. Ahora, lo de los directivos no tiene nombre. El fútbol no se merece tener esa gente QUE NO CONCIBE NI CONOCE LOS VALORES QUE MUEVE EL DEPORTE. NO NOS MERECEMOS PAYASOS, PROVOCADORES, ENANOS MENTALES, INCULTOS, TORPES, IRRESPONSABLES, VERGONZOSOS, SINVERGÜENZAS… NO NOS MERECEMOS TAMPOCO FUTBOLISTAS TRAMPOSOS. NI JUECES INJUSTOS. NI LEYES DEPORTIVAS PROPIAS. NI MEDIOS DE COMUNICACIÓN CANSINOS. ¡¡NO QUEREMOS PERIODISMO ROSA EN EL DEPORTE!! NO NOS MERECEMOS LA PRESENCIA DE ULTRAS EN LOS ESTADIOS, NI DE MEDIDAS DE SEGURIDAD JUSTIFICADAS PERO IMPROPIAS DE UN EVENTO DEPORTIVO SANO.

No sé… Es descorazonador mirar adelante en el fútbol. Ha dejado de ser un espectáculo deportivo para ser un espectáculo circense…

Un abrazo

Carta a la chica que toca en el metro

Hola amiga,

 ¡un placer saludarte! Ayer me tuve que ir a trabajar al Hospital de la Princesa, en pleno barrio de Salamanca, en Madrid. Por comodidad, y ya que nos han inaugurado hace poco una nueva estación cerca de casa, cogí el metro para bajarme en Diego de León. Eran las 8:30 cuando enfilaba esos largos pasillos de azulejo blanco que debían conducirme al fragor de la calle… ¡y allí estabas tú ya! Con tu ampli, tu micrófono, tu música y tu voz.

metro203.jpgYo ya te conocía de otras veces. Te veo los viernes por la tarde cada vez que cojo el metro para ir a dar catequesis al colegio Calasancio, también parada Diego de León. Al verte en el mismo sitio ayer tan temprano deduje que te pasas en esa esquina prácticamente todo el día. Haciendo, seguramente, una de las cosas que mejor sabes hacer: cantar, aunque seguro que no por placer sino por necesidad. Encomiable. Es verdad que la necesidad hace la voluntad pero tú lo llevas no sólo con dignidad sino también con elegancia. Tu voz es magnífica, suave. Sabes cantar. Me gusta escucharte. No me paro nunca a tu lado porque suelo ir con prisa pero en cuanto empiezo a oir tu voz por el pasillo se me ilumina una sonrisa en la cara. La mayoría de la gente se pierde tu regalo porque va protegida por sus cascos y su mp3, no vaya a ser que oigan el día a día y se asusten de la vida que llevan. ¡Allá ellos! Seguro que luego se pegan al televisor a ver Operación Triunfo… ¡paradojas!

Haces más agradable el camino. Eres el punto romántico del subterráneo, parte de la banda sonora de mi vida actualmente. Eso es importante. A veces me pregunto si yo sería capaz de hacerlo: salir a la calle a buscar la ayuda de otros, de desconocidos. Tú pides dando. Y eso es hermoso. Digno. Humilde. Creo que hay que valorarlo y agradecerlo. Desde luego embelleces el metro, lo haces más humano, le das vida y voz.

Gracias y mucho ánimo y esperanza. Que Dios te bendiga y que los demás sepamos ayudarte en lo que podamos.

Un abrazo fuerte