Carta en el último día del año 2022

Ha llegado el día. Parece un día más y, en el fondo, lo es. Pero lo hemos etiquetado en el calendario como «el último día del año» y eso lo convierte en el momento ideal para mirar atrás y revisar la vida que uno tiene entre sus manos. Toca ponerse una música sugerente, pararse y recordar; ser rumiante de los instantes, artesano del corazón, para atrapar, para siempre, aquello que vale la pena guardar en la memoria a largo plazo.

Cada vez soy menos amigo de las balanzas. Eso de poner en un lado lo bueno y en el otro lado lo malo, para dar aprobado o suspenso a un año. Todos los años tienen buenas noticias, momentos alegres, razones para agradecer… y, a la vez, aires de oscuridad, decepciones, tristezas, pérdidas y sinsabores. El mundo, en su conjunto, cambia poco y, aunque haya años excepcionales, como el pasado 2020 de la pandemia inesperada, el resto, suele ser una buena ensalada de locuras, desatinos, pobrezas, guerras y, en silencio, gestos de anónimos buenos que salvan la historia.

Yo me veo un año más mayor. He cumplido 46 años y voy viendo cómo se acerca el 50 a mi agenda. Si ya los 40 parecieron un hito importante de adultez en su momento, acercarse a los 50 va dimensionando el paso del tiempo. Pero todavía queda mucho para eso. La que cumplirá 50 en este 2023 será mi mujer, así que… ¡ya hemos llegado de una forma u otra! Lo que queda por delante empieza a ser menor de lo que uno deja por detrás. No sabes lo que eso significa hasta que empiezas a llegar. Me descubro  degustando con cariño recuerdos de mi infancia, lugares con significado, canciones que me marcaron… Los aromas de la nostalgia afloran de vez en cuando y yo no les hago ascos, pese a disfrutar como nadie de cada «ahora», de cada día que se me regala. Rememoro como si fuera hoy las carreras con mi padre, camino del portal, cuando éramos pequeños, los partiditos en el garaje mientras mi padre revisaba las luces del coche, los días de la Inmaculada con olor a canelones y música de los 3 tenores, los veranos de playa admirando mis primeros topless y masticando con ilusionada novedad los McPollo que disfrutábamos sólo una vez al año… También recuerdo mis primeros amores, la maravillosa sensación que uno tiene cuando está enamorado, los primeros roces y miradas con la chica que te gusta, aunque te haya rechazado, los primeros escarceos, los primeros besos con Lorena, las primeras noches de Fin de Año a su lado, aquel primer Camino de Santiago en el 93 que lo cambió todo… Y el pijama a rayas azules y blancas de Esther cuando dormí en su casa por primera vez, en el sofá, la certeza de que había encontrado a la mujer de mi vida, la decisión a los pies de la Torre de Hércules, la promesa ante a Virxe da Barca de Muxía, las canciones de Shakira en la carretera de Guadalix a Madrid, los primeros días de trabajo, los primeros viajes al extranjero… El lloro de Álvaro recién nacido, en el paritorio, a las 3 AM, los lloros incesantes de una Inés que quería chupete y la pequeñez de un Juan que se ha convertido ya en un grande.

Hay muchas cosas de mi vida que no me satisfacen, muchas mediocridades de las que soy plenamente consciente. No me gustan muchas de mis «cadaunadas», me inquietan, me hacen llorar, me avergüenzan por no saber cambiarlas. Mis errores me han ido modelando con el tiempo y, pese a mi aparente soberbia, me han ayudado a saberme pequeño, imperfecto, inconstante en tanto, abandonado en algunas cosas… Es el pecado que me redime, que me recuerda que Dios es amor infinito y que sólo su amor me salvará… Yo solo, sencillamente, no llego, no puedo, no doy la talla.

Ha sido un año más de mucho diálogo en la pareja, de mucho perdón mutuo, de muchas conversaciones en casa, de mucho apoyo de todos, de muchos estudios, de nueva Universidad, de innumerables partidos de balonmano, de las primeras fiestas de verano… Ha sido el año para volver y regresar a Cercedilla, a una Pascua, a una convivencia, a un verano en Badalona, a los cumpleaños sin mascarilla, a los regalos, abrazos y miradas en el cole. Año de Vivarium. Y de Escolatrio, de vuelta al escenario. ¡Cuánto te anhelamos para esto, 2022!

Horas, minutos, segundos, eternidades gastadas en el aula, con mis alumnos, con mis amados jóvenes, que me ayudan a seguir joven, esperanzado y despierto. Con mis alumnos sale mi mejor yo, pese a mis errores y faltas de claridad tantas veces. Sus gestos de cariño, sus dificultades, sus incoherencias, sus chulerías, sus alegrías, sus tristezas y cabezas bajas, sus fracasos y éxitos, su presente lleno de futuro… A su lado me siento ya tocando el paraíso. Amo ser profesor, amo mi profesión porque les amo a ellos. No sé enseñar sin amar. No sé enseñar sin poner toda la carne en el asador, sin jugármela día sí y día también, sin abrirme de par en par y exponerme a una burla, a un comentario, a una puñalada, a un desprecio… Pero no sé hacerlo de otra manera. Sufro a veces, soy feliz casi siempre. Disfruto en el claustro y procuro estar pendiente de mis compañeros, cuidarnos mutuamente, querernos, entendernos y ayudarnos, aunque no siempre estemos de acuerdo. La mayoría de ellos son maestros para mí, maestros de una vida entregada a sus clases, a sus chicos. No me imagino ya de otra manera. Estoy en mi lugar del mundo.

La guerra entre Rusia y Ucrania ha traído también miedo a mi corazón. Miedo de que mucho de lo conocido de venga abajo, miedo al sufrimiento, a las bombas, a la pobreza, a la muerte, a la violencia. Ha traído también oración en familia y en comunidad. Ha traído la sabiduría de saber vivir pese a todo, agradecido por una parte y consciente del daño y dolor ajenos, por otra.

Se va un año que me deja un precioso viaje con mis padres y mi hermano, que se me hacen mayores. Se va un año que me deja un viaje a Sevilla. Se va un año que me deja un hijo ya en la Facultad. Mis padres, mi mujer, mis hijos… la familia… el gran tesoro, el mejor país, el hogar permanente, estemos donde estemos, vivamos donde vivamos. Juntos vivimos aventuras, etapas, compromisos, apuestas… Juntos intentamos ser buena gente, aprovechar al máximo el regalo de la vida, seguir a Jesús de Nazaret. Seguiremos en ello. Sempre no camino. Avanti.

Ya te vas 2022, te vas a bombo y platillo, arrogante y cuestionado. Pero déjame decirte una cosa más: has sido el elegido para llevarte a Stella. No sé por qué tuviste que ser tú y no tus hermanos que vendrán más tarde. Mucho 2 en tu nombre para una persona que, recuerdo, tenía mucho de 2, siempre atenta a las necesidades de todos, feliz viendo a todos felices, amante de lo pequeño y funambulista en planetas llenos de baobabs. El jardín se ha quedado sin una de sus rosas más bonitas. Sigue habiendo rosas, siempre, pese a todo. Y ella es ahora la que nos cubre a nosotros con un biombo, con cariño de madre, con amor de hermana.

Adiós 2022. Adiós y gracias. ¡Bienvenido 2023!

Santi

 

 

 

La elegancia se demuestra al sonreír

Annie soy yo. Y eres tú. Annie somos cada uno de nosotros. Annie somos todos los que, alguna vez, hablando con la almohada o mirando la luna, hemos soñado con una vida mejor, con un mañana más lleno de sol que el hoy, a veces oscuro, lleno de dudas, problemas y falto de luz.

La luz que tiene Annie le brota del corazón. En el fondo, ella no recibe más que aquello que lleva dentro. Annie es el sostén de sus compañeras, la familia que cada una de ellas anhela, la vida que le falta al millonario que tiene todo menos la alegría de amar y ser amado.

Una vez más, me acuesto sintiéndome un pequeño gran hombre. Pequeño porque siento que me gustaría ser mejor, dar más, hacer más feliz a todos de lo que a veces consigo. Grande porque me sé tremendamente afortunado por esto que estamos viviendo juntos. ¡Cuánto nos equivocaríamos si dejáramos escapar el tesoro que tenemos entre manos, el tesoro de permanecer juntos, contra viento y marea, por los niños, por el teatro, por la necesidad que tenemos todos de querer y ser queridos!

Los mensajes que Laura nos deja en el grupo de whatsapp, tan llenos de emoción, son el reflejo auténtico de la valía de lo que conseguimos. Ya sean audios, fotos o vídeos… Laura consigue cocinar nuestras emociones a fuego lento. Y el imán que Lolo nos ha regalado a cada uno es mucho más que lo que a simple vista parece. Es una palabra, ESCOLATRIO, sellado en nuestras vidas. Nunca, nunca olvidaremos esta etapa chicos. Y nuestros hijos y sus compañeros tampoco. Es la entrega y la ilusión de un grupo de personas que saben atraer la magia, porque la llevamos en el corazón.

Cuando aquel otoño de 2015 nos vimos algunos por primera vez y llevamos a escena con sencillez «José, el pequeño Calasanz», nada auguraba una historia como la que tenemos entre manos. Mirad atrás, por favor. Cinco obras de Calasanz a nuestras espaldas, varios cantajuegos y todo el legado que el Principito, Charlie, Peter y Annie han sembrado en nosotros. Algunos escolatrios han estado y nos han dejado lo mejor de ellos y ellas. Y siguen ahí, más cerca o más lejos. Hemos sumado a otros y otras y la familia crece. Mientras, hay cosas que no cambian, como los carteles que nos regala Loreto, que nos rodean de un brillo especial, y las fotos de Luis y su luz que ilumina cada rincón de nuestro escenario.

Nuestro escenario es ya el lugar donde Jeny empujó con ganas a la pequeña Molly, donde Casandra y Rosa se tiraron los plumeros ¡y los cogieron al vuelo!, donde se venden las mejores manzanas de la mano de una Sandra a punto de ser luz :-), donde Estíbaliz se marcó el mejor claqué de la historia, donde Lucía pasó de no querer crecer a ser casi chica Bond, donde Elena lució nivel y estilo aunque haya descendido de clase, y donde Manel descubrió lo bien que le sienta un uniforme. Es el escenario donde Marián se marcó un mayordomo al nivel del mejor Anthony Hopkins en Lo Que Queda del Día o donde Andrés y Grace nos recordaron a esos amigos que siguen buscando el amor, sin darse cuenta de lo que tienen al lado. Es el escenario donde Dori y Cris hicieron que viéramos a un par de niñas sólo con sus sonrisas.

Una sonrisa que no se me quita cuando pienso en mi hermanita y mi Lili. Gracias a ellas Roosty vivirá para siempre, a la sombra de un señor Mudge de Canadá de toda la vida. Con ellas he compartido y disfrutado muchos ratos de ensayos. Compartido y disfrutado. Gracias por regalarme este papel tan divertido con el que, en parte, me siento identificado 😉 Y Lili, sigue llamándome Roosty… a ti te dejo 🙂

Y, por favor, dejadme decir esto, y saborearlo: estar papás, mamás e hijos, juntos, haciendo esto, es un lujo. Como padre me siento orgulloso de ver a Álvaro, Marina, Alba, Claudia y Sergio, comprometidos, entregados en una actividad sana, limpia, en la que tanto dan y aprenden a la par. Como decía aquella frase, a los niños los educa la tribu y me siento agradecido de que nuestros hijos hayan encontrado una tribu como la nuestra. ¡Qué suerte poderles regalar todo esto! ¡Qué suerte contar con su juventud, su nobleza, su verdad, su desparpajo, su buen hacer! Marina me ha cautivado para siempre en la primera coreo y Claudia y Alba han brillado como las que más en ese grupo de caquitas de cerdo. Y Sergio y Álvaro, grandes, en sus papeles de madurito lavandero y de chico para todo. Y Mario… que con fiebre se ha venido a ensayos a darlo todo y que ha cogido el testigo con la música, ejecutando con maestría su tarea. Grande.

Rosana, no nos hemos equivocado. Eras tú. Eras tú porque lo eres. Porque llevas la misma luz que Annie en cada uno de tus rizos. Porque alegras la vida de la gente que te rodea. Porque eres un alma limpia. Eres luz. Te ha sido regalado un don y sabes como nadie ponerlo al servicio de los demás. Si la elegancia se demuestra al sonreír… tú lo tienes más que demostrado. Te diría más cosas. Te las diré. MAÑANA. Cuando salga el sol, me acordaré de ti.

Y termino con Mª Ángeles y de Cris, nuestras eternas Principito y Zorro. Juntos hemos compartido mucho. Sé de primera mano lo que ha supuesto para cada una. Os debemos mucho a las dos. Muchísimo. Nunca se puede pagar del todo el esfuerzo que supone cargar a la espalda con todo lo que conlleva soñar la obra, prepararla, escribirla, dramatizarla, llevarla a escena, dotarla de vida y de personalidad propia, llenarla de ambiente, organizar ensayos, desvelarse para que todo salga bien, dirigir a cada uno de nosotros, poner orden, motivar, animar, ser mano izquierda y derecha… Quita sueño, energía… pero, como todo parto, luego trae al mundo una criatura maravillosa. Descansad un poco. Os necesitamos, yo el primero.

Es de noche y el sol brillará de nuevo mañana. Hoy se termina. En mi oración os tendré a todos presentes. Y a los niños que nos han visto y que podrán decir, cuando sean mayores, que descubrieron el teatro gracias a un grupo de papás y mamás locos. ¿Habrá algún actor o actriz escondido entre las butacas? ¿Habrá alguno o alguna en quién estemos despertando la vocación que le hará feliz para siempre? Uno solo nos basta. Uno solo que sonría al vernos es ya un premio más que suficiente. Ver hoy sentados en primera fila a muchos compañeros profes de la ESO y Bachillerato… incrementa la emoción de saber que el milagro se cuece, que la vida se abre camino y que lo que hacemos en el cole es algo… tan valioso…

Buenas noches. Os quiero. A todos. Más de lo que pensáis.

Un abrazo fraterno

Peter Pan, la nueva aventura de Escolatrio

Una vez más, la música rompió el silencio que precedía al aplauso. Los acordes de la famosa sintonía de Los Piratas del Caribe comenzaba a inundar cada uno de los corazones de los que, durante más de una hora, compartimos escenario y butaca, alma y piel. Nuevamente, lo habíamos vuelto a hacer.

Cristina me decía por la tarde si ya manejaba mejor mi tensión… Creo que sí, que estoy aprendiendo a disfrutar. Tal vez sea la tranquilidad de comprobar que, obra tras obra, tras el trabajo, el sufrimiento, el esfuerzo, siempre somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos y bordarlo. Es verdad, podemos sacarle detalles, mejoras… sin duda, pero eso no debe oscurecer lo que tenemos entre manos.

Peter Pan no quiso hacerse mayor y nosotros, los Escolatrios, hemos descubierto que hay maneras de hacerse mayor tremendamente bellas y hermosas. Los Escolatrios hemos decidido hacernos mayores, claro que sí, pero sin lapidar al niño que cada uno de nosotros lleva dentro. Hemos encontrado una manera preciosa de recordarnos a nosotros mismos que todavía nos queda mucho por crecer y por dar, que todavía nos queda mucho por jugar, por divertirnos, por crear, por imaginar… Hemos descubierto que hacer teatro hace felices a los pequeños y que, también nosotros, encontramos, tras el telón, un lugar privilegiado donde encontrarnos con lo mejor de nosotros.

No es un secreto lo que nos ha costado esta obra. El comienzo fue estresante, agobiante y desorganizado. Mucho del caos por culpa de un servidor que, a veces, no encuentra la manera de servir como se requiere. Y entonces se puso en marcha una maquinaria asombrosa y, sin duda, privilegiada. La maquinaria que hace que la suma de los esfuerzos de cada uno consiga asombrosos milagros. Una maquinaria que permite cubrir carencias de unos con dotes de otros, que permite llegar a hoy con el orgullo intacto.

Tener a Manel aquí es muy importante para mí. Poder compartir con un hermano como él esto… es un regalo. Y verle ahí, dándolo todo, actuando lleno de pasión… No tiene precio… ¡Y lo guapetón que estaba hoy!

Qué bien quedó reflejada la casa de los Darling. Con sus camas, con sus edredones, sus estanterías llenas, su ventana decorada al detalle, su mesita y su jarrón… con una Nana que cautivó a los niños desde el comienzo, como sólo sabe hacer Rosana, ese manojo de rizos que nos lleva a todos a Nunca Jamás cada vez que se acerca. Una pareja sencilla, con un padre frío y calculador y una madre bella y dulce a la que Susana supo cargar también del dramatismo necesario. Con una Teresa magistral en el papel de Liza, demostrándose a sí misma que la vergüenza puede ir buscando nueva casa, que con ella tiene la batalla perdida. Y con tres niños, niños. Geniales en pijama John y Michael, que supieron complementarse a la perfección. Rocío, que sabe sacar siempre una energía vital que llena allí por donde pasa, y Sarai, que supo sacar al mejor John, mezcla de sobriedad y de sonrisa pícara al verse volar.

Los Niños Perdidos, enfundados en sus pieles, supieron encarnar muy bien esas infancias perdidas, esos «huérfanos» con padres de los que tanto hay por el mundo. Con un Poquito al que Javi dotó de una capacidad brutal para seguirse queriendo y salir adelante. Con un Lelo lleno de dulzura, con una Estíbaliz con más voz que nunca; con un Plumífero que me robó varias sonrisas a lo largo de la obra, con una Begoña desatada por el escenario, suelta, libre y con un desparpajo que ha ido creciendo obra tras obra; unos Gemelos sencillos y que en su sencillez no cometieron fallo, con una Elena que es capaz de sacar adelante lo que le echen y con Sandra, comedida, sensible y llena de ternura. Y Rizos… al que Belén supo sacar adelante con una serenidad envidiable, teniendo en cuenta que el humo pendía de la misma mano…

Que a Casandra le pegaba Tigridia estaba claro pero era difícil imaginarse una interpretación tan genial como la de hoy. India y jefa. Rebelde. Peleona. Hermosa y misteriosa a la par. Y a su lado Pantera. ¡Qué maquillaje Jenny! ¡Me encantó! Poco papel, poco texto, pero una presencia impactante. Los niños, como siempre, a gran altura. Creo que están viviendo una experiencia fantástica que ya se llevan en su diario vital. La experiencia de participar junto a personas maravillosas, padres incluidos, de un proyecto que les está ayudando a soltarse, a interpretar, a trabajar en equipo, a asumir compromisos, a darse a los demás…

Pero nadie llenó el escenario de estar tarde como el grupo de piratas. Sus apariciones garantizaron momentos trepidantes, simpáticos, llenos de detalles y guiños auténticos. ¿Seguro que estabais interpretando? Yo creo que algo de vosotros salió ahí a pasear… Cris Mullins sobrada, desatada, en su salsa, con piercing incluido. Qué grande eres. Sonsoles, Rosa, Vicky y Dori… a lo Iniesta… haciendo que pareciera fácil lo que no lo es: llenar el escenario de vida, de naturalidad, de piratas de verdad, con una imagen absolutamente brutal. Cris y Mª Ángeles… magistrales, con el loro Manolo incluido. Qué bien llevasteis los textos y los tiempos y qué bien os compenetrasteis con el jefe… ¡Y el cocodrilo! ¡Cuánto esperamos para ver ese cocodrilo! ¡Cuánto esperamos…. y cómo mereció la pena! ¡Genial Laura!

Andrés… me mola ese caminar de Garfio. Al final te lo creíste y salió un auténtico Garfio, mezcla de autoridad, de maldad y de ridícula torpeza. Con un papel muy bien aprendido tras haberlo ido haciendo mejor ensayo tras ensayo. Y qué quieres que te diga… con ese cuerpo y ese traje… imponente.

Lucía… qué miedo teníamos eh… qué miedo y qué bien al final. ¡Cuánto creciste del primer ensayo, de la primera lectura, a hoy! ¡Hasta te permitiste el lujo de hacer cosas que no te habían salido en ningún ensayo! Enhorabuena por el trabajo y el esfuerzo. Fuiste la mamá de todos los niños del escenario y de las butacas por un buen rato… y el orgullo de tu hija no tiene precio.

Y qué voy a decir de Peter… Peter… difícil el Peter que queríamos, difícil el Peter original… difícil pero conseguido. Un Peter bribón, chulito, desafiante, desagradable, juguetón, héroe, valiente y cobarde a la vez… ¡Qué difícil y qué bien lo hiciste! Se te veía el brillo en los ojos. El brillo de saber que había magia… el brillo de quien es un hada en sí misma….

No todos estábamos en escenario. Porque hay historias que se quedan de este lado del telón. Una iluminación espectacular la conseguida por Luis. Gracias maestro. Una música ejecutada a la perfección por Mario, nuevo fichaje Escolatrio. Esther dando a vida a Campanilla. Loreto poniendo la imagen y su creatividad al servicio. Noe, Raúl, Ángeles… apoyando en primera fila… ¡Cómo os echamos de menos! ¡Qué bonito es echaros de menos! Y Cou siempre a pie de palco, y Quique y el resto de parejas que ponen mucho de su parte para que nosotros podamos llegar aquí…

Orgulloso. Feliz. Contento. Agradecido. Y con ganas de irme a cenar con vosotros. Así termino el día. Y con ganas de seguir caminando a vuestro lado. Dejando que los años se caigan del calendario mientras nosotros, sencillamente, ponemos nuestro granito de arena para dejar a nuestros hijos un horizonte que valga la pena. Lo estamos consiguiendo.

Muchos besos y abrazos

 

 

El gordo terminó en 5. Adiós 2015.

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Se acaba el 2015. Desde bien pequeño, la influencia «pelín» emotiva de mi madre ha marcado momentos como este: el 2015 ya no volverá. Nunca más lo volveremos a recibir y nunca más lo volveremos a despedir. Cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada año… son únicos. He aquí el martilleo inexorable del tiempo.

Miramos atrás con cierta sensación de pérdida cuando el año ha ido bien y llenos de alivio cuando la vida nos ha golpeado con dureza, esperando que el nuevo año sea, al fin, nuestro año. Aún así, creo profundamente que la mejor manera de empezar un año nuevo es agradeciendo lo vivido en el año que se va. Agradecerlo todo, lo doloroso también, porque lo sucedido es signo de que seguimos vivos, de que caminamos hacia adelante, de que tenemos motivos para seguir esperando, para seguir luchando.

Yo comencé el 2015 con 38 años a la espalda, con mi mujer e hijos viviendo en nuestra casa de Carabanchel, en Madrid, donde llevábamos viviendo 13 años. Lo comencé enfrascado en mi carrera de Ingeniería Informática, comenzada en 1994 y todavía sin terminar, algo cansado ya y ciertamente atascado en ese final prolongado que nunca parecía terminar. Comencé el año trabajando en General Electric Healthcare, con la ilusión de llegar a mis 15 años en la compañía en septiembre. Comencé compartiendo fe y vida en la comunidad Belén, de la Fraternidad Escolapia Betania, con hermanos y hermanas que sabían de mí, que me conocían, que me querían… y con los que había tejido vida en los últimos años. Comencé el 2015 participando en el Capítulo Provincial de los Escolapios, con otros 3 laicos, los primeros laicos en un Capítulo de esta Provincia. Comencé el 2015 impactado por la campaña #iNavidadIrak de iMisión y por el ataque de DAESH a nuestra página web. Comencé el año con mi hermano y mi cuñada viviendo en Ferrol, sin trabajo ambos. Comencé el año con mi amiga Pau en Madrid. Comencé el año en Coruña. Comencé el año querido y queriendo.

Termino el año 2015 con un año más, cerca ya de los 40 y llevando con estilo, elegancia y atractivo mis 39 años. Termino el año 2015 viviendo con mi mujer y mis hijos en Salamanca, concretamente en una vivienda dentro del Colegio Calasanz, enfrascados en la importante misión de educar en la fe y en las letras a los niños y jóvenes. Termino el año siendo Ingeniero Informático, con un 9’5 en el proyecto fin de carrera, cumpliendo uno de los objetivos vitales pendientes más importantes de mi vida. Termino el año 2015 estudiando el Máster de Formación de Profesorado de ESO y Bachiller y ya matriculado en el Grado en Ciencias Religiosas. Termino el año con un trabajo nuevo y muy agradecido por lo vivido y aprendido en GE todos estos años, por las personas conocidas y por los amigos hechos. Termino el 2015 con una nueva comunidad conjunta, donde religiosos y laicos intentamos aprender a vivir juntos, a soñar juntos y a construir juntos un entorno fraterno en Salamanca. Termino el año fuera del staff de iMisión tras mucho trabajo y mucha ilusión, satisfecho por lo vivido, por lo recibido y por lo entregado, con nuevos proyectos en Aleteia y manteniendo mi presencia en 13TV y en Radio María. Termino el año con mi hermano y mi cuñada viviendo en Badalona, con trabajo ambos y mucho más felices y contentos. Termino el año con mi amiga Pau en Albacete, pero cerquita como siempre. Termino el año en Badalona, oliendo al Mar donde tantos han fallecido persiguiendo el sueño de vivir en una tierra en paz y de oportunidades. Termino el año querido y queriendo.

Comienzo el 2016 con muchas ganas de impregnar mi corazón de misericordia, con mucha necesidad de recibirla de Dios y de darla a mis hermanos. Comienzo el 2016 sin más objetivo que seguir gastando mi vida donde crea que me pide el Señor, abierto a las sorpresas y dispuesto a disfrutar de cada instante.

Así sea.

 

Atrapa la bandera: #familia unida jamás será vencida

Sábado de cine. Tarde magnífica y muy bien aprovechada viendo en familia el peliculón de Enrique Gato. Porque «Atrapa la bandera» es, para mi gusto, uno de los títulos imprescindibles de este comienzo de curso.

Si alguien me eligiera para escribir la sinopsis de la peli, lo tendría muy claro: «Atrapa la bandera» es una película que habla de la familia y de la amistad; una peli que nos muestra cómo somos mejores junto a otros y que nos enseña el camino para conseguir aquello que nos proponemos: poniendo nuestros dones al servicio. Entretenida, ágil, simpática y vibrante.

atrapa-la-bandera-miniEn los tiempos que corren, es bueno encontrarse con una propuesta cuyo personaje protagonista es una familia: los Goldwing. Es gratificante encontrarse con la idea de que una familia, más allá de las virtudes y defectos de sus miembros individuales, puede combatir el mal que existe en el mundo y hacer de éste un lugar mejor que habitar. Varios puntos me gustaría destacar:

a) Una familia real como protagonista. No es una familia idílica. Tienen problemas. El padre está tremendamente centrado en su misión como astronauta, en su trabajo, y hace de ello el centro de su existencia. Para más inri, el abuelo, que está en una residencia de astronautas veteranos, no se habla con el hijo desde hace muchos años y nunca quiere ver a la familia. Luego tenemos a Mike, que sufre todo esto y que, además, nunca consigue destacar en lo que al surf se refiere, su hobbie. Todos tenemos algún problema en casa, también. La familia perfecta no es aquella que está exenta de dificultades o malentendedidos y desencuentros.

b) Mantener la familia unida requiere esfuerzo. Las familias, lugares de amor, aprendizaje y reposo, se tornan por momentos en lugares donde todo parece romperse y donde los egos particulares juegan con el bienestar común. Mantener la familia unida es un arte, un trabajo que hay que asumir entre todos, aunque puede haber personas concretas que asumen esta tarea como propia. En la peli, la mamá y el pequeño Mike hacen lo indecible por volver a estar todos juntos. No se rinden porque saben que la familia unida es algo de valor incalculable… Aquellos que se piensan que esto se trata de casarse y tirarse a descansar… acaban separándose y el proyecto acaba roto.Atrapa-la-bandera-cohete

c) La película parece recoger la llamada del Papa Francisco de cuidar con especial cariño a dos grupos especialmente maltratados en la actualidad: los niños y los ancianos. Sí, esta es una peli donde los auténticos protagonistas son niños y ancianos. Es gratificante ver propuestas que encuentran en esta especial unión un valor incalculable para la sociedad. ¿Por qué, entonces, nos empeñamos en convertirlos en grupos sin voz? ¿Por qué nuestro sistema no cuenta con ellos?

d) La peli asimila con claridad que en la ancianidad podemos encontrar la sabiduría y la experiencia, imprescindibles para llevar adelante misiones de cualquier tipo. ¿Por qué? Porque ellos ya pasaron por donde los jóvenes empiezan a transitar. Los ancianos son la salvaguarda de la memoria colectiva, aquellos de quién debiéramos de echar mano cuando las cosas se ponen complicadas. Ellos, calificados hoy como «no útiles» para el sistema, cobran una relevancia tremenda en la peli. Los astronautas veteranos son los encargados de formar a los nuevos, de poner a punto la misión. Con menos medios, con una técnica más limitada que el «malo», con una tecnología más deficiente… pero con el conocimiento conseguido por años de experiencia. ¡Y además en una misión tremendamente preciosa: salvaguardar la «memoria colectiva» de la humanidad ante el intento de aquellos que sólo ven en todo dinero, interés, negocio y poder!

e) La mujer tiene también un lugar de importancia en «Atrapa la bandera». Por un lado una madre empeñada en mantener la familia unida, que transmite esa idea a la siguiente generación y que se lo enseña con el ejemplo. Lo consigue. Luego, una niña lista, valiente, fiel en la amistad, con sueños de ser periodista, con vocación de dar a conocer a todos lo mejor que pasa en el mundo… que acaba siendo premiada con el título de «primera mujer en pisar la luna». Heroínas femeninas que se escapan de la estética de princesitas o de feministas. Mujeres que aportan aquello que tienen valioso, sin esperar nada a cambio, con una sensibilidad distinta, con una ternura llena de preciosa feminidad…

f) ¿Y el «malo»? El malo es un empresario… Un hombre que lo que ansía es poder y dinero. Un hombre SIN FAMILIA, sólo, muy en contraste con la «comunidad» de enfrente… Claramente se observa como el ansia de poder y dinero es capaz de convertir a un ser humano en alguien despreciable, sin escrúpulos, manipuladora… Quien ahí se acerca, acaba por quitarle todo valor a la vida humana… No es difícil imaginar cercano a este personaje en los tiempos que corren…Despegamos-Atrapa-bandera_MDSVID20150701_0120_17

g) Y por último, la amistad. Una pandilla genial de tres amigos, dos niños y una niña, que se aprecian, se quieren, pasan tiempo juntos, comparten hobbies, hablan, se aconsejan con prudencia y cariño, se escuchan, se conocen… Una pandilla de amigos sana, donde cada uno puede ser quién es y donde ninguno tiene que pretender ser lo que no es para ser aceptado. Un canto a la autenticidad y a la verdadera amistad, donde cada uno pone en juego los dones que tiene y donde, hasta el que parece más friki, tiene algo importante que aportar. Y preciosa también la llegada del enamoramiento y de una mirada distinta entre los sexos opuestos cuando llega el momento; una amistad que pasa a ser algo más; un beso, que pasa de ser casual para ser premio anhelado…

En definitiva, no dejéis de verla, no os arrepentiréis.

Un abrazo

Trece entre mil. Un dolor compartido. Recordando a víctimas de ETA

Hoy me acosté con este vídeo. Me lo encontré casi por casualidad y decidí verlo hasta el final. La durísima y terrible vida de una España rota. Hay que perdonar a los asesinos pero honrar a las víctimas, padecer a su lado y mantener viva la memoria para que esta barbarie no vuelva a suceder.

 

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Pequeña reflexión indignada

 Yo lo que sé es que ningún partido me da de comer. Lo que se hace bien, sea quien sea, bienvenido sea. Y cuando uno se siente defraudado como votante, sea quien sea a quien ha votado, tiene el derecho de hacerlo saber.

A la situación actual no llegamos por estos meses del PP, obviamente, ni tampoco por los 8 años de ZP… Es un modelo que hemos construido durante muchos años, monstruos a los que u…nos y otros han alimentado, una ciudadanía apática e interesada si había cosas que le beneficiaban… No nos olvidemos que la clase política es el reflejo de la sociedad en la que trabajan…

La gente está indignada, con razón. A la par todos tenemos que hacer nuestra autocrítica y cambiar el rumbo. Y mientras descubrimos cómo hacerlo, hay que atender a nuestros hermanos, a tantas familias, ancianos, niños… que lo están pasando muy mal. De nada serviría salir a la calle si luego pasamos por delante del necesitado como si no existiera. No nos habríamos enterado de nada.

Carta a propósito de la #spanishrevolution

Hola amig@, compañer@, herman@…

No sé si tú eres de los que han acampado en Sol o en alguna ciudad española o eres de los que lo miran con cierta aprobación o más bien eres de los que piensan que detrás de todo esto hay un tufillo a manipulación o de los que lo contempla con escepticismo, sospecha, miedo o desprecio. Me da igual. Quiero escribirte más que nada para intentar ordenar mis ideas acerca de todo lo que está sucediendo en España estos días previos y posteriores a las elecciones municipales y autonómicas.

Lo primero que tengo que decir del movimiento #acampadasol es que me parecen protestas y manifestaciones legítimas. La deriva del país en los últimos años es constatable por la mayor parte de la población. Las últimas encuestas del CIS muestran que la clase política de este país es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos y día sí, día no vemos en los telediarios los espectáculos bochornosos de los partidos políticos mayoritarios enfrascados en luchas internas, tirándose los trastos unos a otros y desprestigiando continuamente conceptos tan importantes para un país libre, moderno y civilizado como “democracia”, “Estado de derecho”, etc. Hemos perdido la lealtad institucional, el respeto al que no opina como yo, la autocrítica y la capacidad de permitir que crezcamos en número de librepensadores en lugar de en militantes seguidistas y fieles.  Los altos niveles de corrupción en ayuntamientos y demás instituciones del Estado han sobrepasado hace tiempo los niveles de tolerancia de una sociedad sana y despierta. La debacle es total y la ausencia de políticos “high quality” agrava el problema. Estamos sumidos en una profunda crisis como sociedad. Se ha instaurado en las arterias de la sociedad la epidemia del “todo vale”, del “eso lo hacen todos”, del “y tú más”… provocando el colapso cardiovascular y el infarto inevitable en una ciudadanía al límite de sus posibilidades. Es, por tanto, legítimo salir a la calle y levantar la voz, gritar, protestar y exigir un cambio.

Las informaciones acerca de los que están acampados en las plazas de España son diversas y ciertamente confusas. Me han llegado datos de personas fiables que me afirman por igual la presencia de mensajes, carteles, presencias, propuestas tremendamente sensatas, en positivo y tolerantes junto con la presencia de grupos y mensajes con claros mensajes anticlericales, referencias cargadas de intolerancia y con ganas, no de cambiar las reglas del juego, sino más bien de crear un nuevo juego sin reglas. Me lo creo todo. Es la realidad diversa de la sociedad en la que vivo y, por tanto, cerrar los ojos a ella o intentar acallarla o esconderla me parece un error. No tengo miedo. No tengo miedo de que nadie se manifieste y exprese sus ideas sobre cómo debería ser el tablero de la convivencia. El miedo denotaría debilidad. ¿O es que no es convincente lo que yo creo? ¿No son fuertes los valores que defiendo? ¿No tengo capacidad para transmitirlo? ¿No soy capaz de movilizar a nadie? A ver si el problema que vemos en otros no es más que un problema propio… Y además, ¿no es posible que personas y grupos de índole tan diversa sean capaces de acordar una serie de reivindicaciones consensuadas cuando tienen un enemigo común, un problema común, una losa común? Visten distinto, piensan distinto y se expresan de manera distinta pero… ¿su futuro es tan distinto? Creo que el ambiente en las acampadas y el desarrollo pacífico y sin incidentes en las mismas están siendo un ejemplo para todos y una sorpresa para muchos. Reconozcámoselo.

Es evidente que la asamblea es un modelo de gobernación que lleva al colapso y a la paralización. Sobre todo la asamblea con toma de decisiones por consenso. Una sociedad no puede esperar que todos sus miembros estén de acuerdo en algo para dar determinados pasos. Eso es claro. Pero más allá de esta puntualización creo que es muy interesante promover la participación ciudadana en su día a día configurando auténticas asambleas  locales, vecinales, etc. que ayuden a los ciudadanos a tomar parte en los proyectos y las decisiones que les afectan más próximamente. Una sociedad tiene que tener un movimiento asambleario y asociativo suficiente para no perder frescura, implicación ni nivel de exigencia y vigilancia hacia sus gobernantes.  Es pues también de recibo hacer una profunda autocrítica como ciudadanía: ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo hemos podido descuidar tanto nuestro compromiso para con nosotros mismos, para con nuestros vecinos, para con nuestros barrios, ciudades, comunidades? También es necesario que los acampados hagan su autocrítica. Todos. Lo contrario sería mirar hacia otro lado. Pero regresando al tema, es sorprendente ver la organización en comisiones, los debates, las propuestas generadas… Es un buen trabajo o a mi me lo parece. Por una vez, los jóvenes, sobre todo, han encontrado un espacio donde se sienten motivados a expresarse, donde sienten que se les tiene en cuenta, donde sienten que es posible crear algo mejor que lo que hay, más justo.  ¿Por qué ahora? ¿Por qué aquí? ¿Casualidad la proximidad con las elecciones? ¿Manipulación desde la izq             uierda? Pues la verdad es que no lo sé pero tampoco le doy demasiada importancia. No es justo ni exacto decir que todo esto se coció de un día para otro. Quien así lo dice es que estaba distraído cuando las redes sociales empezaban a aglutinar descontento, cuando las encuestas reflejaban un profundo descontento, cuando las imágenes de plazas de otros países sometidos (sin comparación of course) llenaban nuestras televisiones. Además es lógico que una cita electoral provoque reflexión, movimiento… Y dicen algunos: “Ya, pero ¿justo ahora que las encuestas dan ganador al PP? ¿No es mucha casualidad?” Pues no creo que esa sea la razón porque conozco personas, entre las que me incluyo, que han votado muchas veces al PP y que ven con simpatía el movimiento y que son capaces de hacer una crítica también hacia el PP… Es que sí, es verdad aunque parezca increíble… ¡Existimos las personas que no nos casamos con partidos ni candidatos! ¡Personas libres y críticas! ¡Profundamente políticas y, por eso, profundamente  responsables! ¿O es que para comprometerse hay que afiliarse? Y en el supuesto de que no sea casualidad, en el supuesto de que los comunistas estén detrás de todo esto… (sorprendente su capacidad de movilizar a una sociedad en la que cada vez menos gente les apoya en las urnas) ¿qué problema hay? ¿No sería legítimo que un partido promoviera una manifestación pacífica? En el caso de que realmente alguien organizado esté detrás… felicidades. Ha conseguido hacer lo que muchos no somos capaces y además de hacerlo bien.

Es verdad que en ocasiones como esta y en movimientos o manifestaciones similares siempre hay quien se intenta apropiar del objetivo, del sentimiento, de la reivindicación… El mundo está lleno de oportunistas, de líderes manipuladores, de zorros que quieren comerse el queso. Pero es algo a asumir. No puede ser de otra manera. Hay que tenerlo en cuenta precisamente para estar ojo avizor, precavidos y para ser prudentes y sabios. Los jóvenes tienen la fuerza de los sueños, de la energía, del futuro. En este país, además, los jóvenes poseen un presente falto de oportunidades, de horizonte. Poco les pueden quitar. Hemos construido un mundo dejándoles fuera, les hemos dejado un mercado y les hemos acostumbrado a tener, a poseer, a acomodarse, a comprar… Les presentamos en la televisión modelos vacíos. Les abrimos las puertas del estado del bienestar y les hemos dejado solos en él, sin preocuparnos por quiénes son, por qué necesitan… Les hemos dado el uniforme de joven del sistema y hemos condenado a todo aquel que pretendía ser él mismo en su unicidad y peculiaridad. Les enseñamos que todo vale con tal de llegar arriba y no nos preocupamos de ayudarles a descubrir la felicidad desde lo que son sino que se la presentamos tras las cortinas del éxito laboral, del dinero y del prestigio. Y luego nos quejamos de la juventud y nos molesta que ahora levanten su voz y exijan cambios. Cuando dormían nos quejamos de su falta de compromiso y ahora que se despiertan buscamos razones más allá de su propia capacidad. Seguimos ninguneándoles, negándoles la capacidad de pensar y actuar por sí mismos… ¿Manipulados? Todos somos manipulados y todos somos manipuladores en cierta medida. Cada uno con sus objetivos pero ¡no nos rasguemos las vestiduras ahora!

Y para terminar me surge la misma pregunta que ha venido rondando todos estos días en la cabeza. Como católico ¿debo ver esto además desde un prisma especial? ¿Debo añadir una lente a mi microscopio? La pregunta clave… ¿Qué haría Jesús? ¿Qué diría? ¿Acamparía en Sol? ¿Lo miraría de lejos? Estoy plenamente convencido de que, como cristiano católico que soy, debo ser un ciudadano comprometido y luchar por una sociedad más justa en la que prime el bien para todos, la justicia, la paz… Y creo que la política es un medio eficaz y necesario para conseguir todo esto. Eficaz y privilegiado. Por eso, ante una clase política que se olvida de todo lo anterior, creo que estoy obligado a responder, a denunciar, a gritar, a protestar y a exigir un cambio. Por eso no veo con desagrado lo que está pasando y apoyo ese objetivo común. Estoy seguro de que Jesús, al menos, se pasaría por Sol. Para escuchar, para abrazar, para comprender, para animar, para enjugar lágrimas y cargar con los sufrimientos y penurias colectivas y personales. Pero igual que estoy seguro de esto también estoy seguro de que Jesús le diría a cada uno, nos dice a cada uno, una palabra, la nuestra. Nos confrontaría con nuestras incoherencias, con nuestras dejadeces, con nuestros vacíos y nuestro pecado y nos animaría a cambiar también nosotros. La exigencia de un cambio global, de un cambio del sistema, no puedo hacer perder de vista la exigencia igualmente necesaria de un cambio personal. ¿Qué debe cambiar cada uno para que el mundo sea más justo, más feliz, más pacífico? ¿Qué debe cambiar cada uno para que la democracia sea más real? ¿Qué debe cambiar cada uno para que los que lo necesitan estén atendidos, para que todos los derechos se consigan…? Porque no se trata de exigir mis derechos sino los de todos y cuando esto sucede enseguida miro hacia los lados y debo descubrir que, independientemente de mi realidad, se me llama a implicarme en la realidad de los de al lado, se me llama a calmar sus sufrimientos, su hambre, su pobreza, su falta de alegría… No voy a ser yo quien diga que una sociedad se arregla sólo porque varios de sus miembros hayamos decidido cambiar. A veces las estructuras y el mal tienen demasiado poder e igual que ha pasado muchas veces en la historia hay que levantarse como pueblo, salir a la calle y hacer una revolución pacífica pero transformadora. Por tanto, cuidemos ambos aspectos sin olvidarnos de que ambos son necesarios pero no suficientes en sí mismos.

Creo que ya me he extendido demasiado pero me alegra haber dedicado un rato a intentar explicarme con un poquito de detalle. Ya veremos en qué termina todo esto. Yo mantengo mi esperanza en el futuro y una sociedad mejor.

Un abrazo a los acampados y a todos aquellos que, de diversas maneras, entregamos nuestra vida al servicio de un mundo mejor.

Santi

Carta a propósito de un nombre

He pensado mucho escribir esta carta y, finalmente, he decicido hacerlo. Da la casualidad de que no me encuentro en España sino que estoy de curso en la encantadora Freiburg, al sur de Alemania. ¿Me permitirá eso salirme un poco de mi España para hablar sobre uno de los problemas que no damos acabado de solucionar? Ojalá. Este frío continental aclara las ideas y alejado uno del calor sureño piensa mejor: una mente abierta al mundo y en el mundo es medicina que a más de uno le tendrían que recetar.

Hace unos días tres políticos se «dejaron preguntar» en un programa de la TV pública española. Uno de ellos era Josep-Lluís Carod-Rovira, máximo dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya y, actualmente, vicepresidente de la Generalitat de Catalunya. ¡La que armó! Yo no vi el programa en directo pero fueron tantas las referencias surgidas en los diferentes periódicos nacionales al día siguiente que la curiosidad fue mayor que mi desinterés. Busqué el vídeo en YouTube y allí encontrá la media hora, más o menos, en la que Carod responde las preguntas de los ciudadanos seleccionados. Carod no es una persona que me provoque simpatía y no comparto la mayoría de sus ideas políticas. Pero esta apreciación personal no puede hacerme perder de vista que Carod tiene sus ideas, su visión de España, sus argumentos y que todo ello es perfectamente respetable. Para mi, en esa media hora, no dijo ninguna barbaridad ni cometió ningún improperio. Expuso su visión y sus opiniones. Ya está. ¿Por qué esto debe causar tanto revuelo? ¿Por qué nos escandalizamos de que alguien plantee la república, la autodeterminación, la independencia…? Son ideas políticas como sus contrarias. Yo puedo no estar de acuerdo pero eso no criminaliza las opiniones de una persona. Hecho de menos que este país sepamos debatir con un mínimo de educación, equilibrio, sosiego y calidad argumental… ¿Qué le vamos a hacer?
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La polémica principal pareció desatarse por la insistencia de Carod ante dos espectadores explicándoles que él no se llamaba «José Luis» sino «Josep Lluís». ¿Qué incorreción hay en esto? Yo no la veo. Creo que el nombre es algo personal y absolutamente inmutable. Y lo peor es la pobre excusa: no saber catalán. La segunda señora fue un poco más allá y dijo que ni lo sabía ni le interesaba conocerlo… Desde Freiburg, Europa, y mirando con perspectiva… ¡Qué incultura! ¡Qué cortedad de mente, de horizonte!

Los nacionalismos (español, catalán, vasco, gallego y otros) están perdiendo la gran oportunidad de saber valorar la riqueza lingüística y cultural que abunda en España. Las incoherencias de unos y otros, las malas políticas, el ansia de poder y pasar a la historia… están llevando a confrontar en unos temas que otros en el mundo han sabido vivir como riqueza. Me entristece comprobar la falta de equidad en este tema y la apuesta por la venda en los ojos para defender cada uno su parcela. Como si no nos bastara con una Historia complicada como para intentar complicar el presente enredando más y más… Yo hablo gallego, catalán, castellano e inglés. Y me enorgullezco de ello. Y me enorgullezco de conocer dos de las lenguas que son oficiales en territorios que forman España. Eso es también España. Y me enorgullezco de conocer el castellano y de presumir de una cultura común a todos milenaria y universal. No veo razón para la incompatibilidad.

Sé que es un tema complicado pero escribo esta carta no tanto como apoyo a Carod (que a veces no hace lo que predica) sino como llamada a la reflexión. Los treinta minutos fueron reflejo de una España que no se acepta a si misma, de unos nacionalismos que no aceptan a España y de unos ciudadanos tremendamente pobres, pobres, pobres… Carod es igual de problemático en este país que esa señora que despreció el catalán. Así lo veo.

Yo, mientras, seguiré llamando a cada uno por su nombre. Paco, Juan, Jordi, Txema, Xurxo, Alberto o Idaira. No es un esfuerzo, es un placer.

Un saludo

Carta al aficionado a leer blogs

Hola amigo.

 Si estás leyendo esto esta carta es para ti sin duda. Es la primera que escribo y consideré justo hacerlo antes de meterme en jardines mucho más frondosos. Al fin y al cabo tú vas a ser una de las personas que haga que este blog se mantenga vivo.

Primero de todo, bienvenido. No te voy a soltar el rollo de que esta es tu casa, que te sientas a gusto, que cojas lo que quieras de la nevera o que tú dormirás en la cama y yo en el sofá… sólo quiero agradecerte tu visita y tu tiempo. Cuando uno tiene algo que decir es reconfortante descubrir que al otro lado, no se sabe muy bien dónde, alguien le ha escuchado, le ha leído.

Lo segundo que quiero comentarte es que no entiendo muy bien qué haces por aquí. Con lo grande que es internet, ¿qué coño has hecho para acabar leyendo esto? Tal vez la curiosidad, tal vez un link que lleva a otro link, puede que me conozcas y que entres por compasión… Sólo una advertencia: lo mejor de un blog no es leerlo sino crearlo. Ya hay demasiada gente como yo que siente que debe decir cosas. Tal vez también hay demasiada gente como tú que piensa que no tiene nada que decir. ¡Seguro que sí! ¡Todos tenemos algo que gritar, algo de lo que quejarnos, algo que enseñar, algo que criticar, algo que dejar entrever… ¡Anímate!

Y por último, y para acabar ésta mi primera carta, sólo quiero desearte un feliz año 2007. Ojalá este exento de propósitos inútiles y lleno de realidades estables. Ojalá descubras cuántas puertas se abren cuando uno está dispuesto a abrirlas. Ojalá sientas el sol en tu piel y la lluvia sobre tu cabeza y eso te haga sentir vivo. Ojalá ames mucho y te sientas muy amado. Ojalá te caigas de la rama y te percates, ¡por fin!, que eres imprescindible, que sin ti el mundo no es igual, no está completo.

Un fuerte abrazo fraterno

Trueno