Microrrelato musical 113

La cocina está que arde. Mamá está nerviosa, controlando el horno para que no se quemen las costillas. Tus hermanos, en el sofá, viendo la tele. Yo, de aquí para allá, disfrazado de hombre tranquilo al que no le afecta saber que ya te has hecho demasiado mayor.

Suena el timbre. Entras sonriente, con ella. Es preciosa, como tú, y su mirada destila ese algo que te hace saber que todo está bien. Tu madre se asoma desde la cocina. Está contenta. Y yo. Es la primera vez que la traes a casa, después de más de un año saliendo juntos. Algo nos dice que ya es familia y que, al mismo tiempo, nuestra familia es ya diferente.

Cada segundo de la cena, a tu lado, es un pedazo de vacaciones en mi lugar del mundo favorito. Ahora que ya no estás en casa, te echo mucho de menos. Me cuesta hacerme mayor sin ti. Te miro con orgullo y, pese a todo, sé que lo estás haciendo bien. Hay que seguir caminando.

Voy al baño. Necesito tomar aire y llorar, de alegría, de pena… ¿qué sé yo? Me lavo un poco la cara. Y vuelvo a la mesa. Feliz.

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