MR 38

Todo en ti es bello, hermoso, perfecto. ¿Cómo iba a ser sino si eres fruto del amor más puro?

Tu pelo asoma rojizo, el color de los rebeldes, de los insatisfechos, de los que sobresalen entre la multitud para gritar que no se conforman con cualquier cosa, que no se conforman con la mediocridad.

Tus manitas son pequeñas todavía pero aquello que tocan lo convierten en sagrado para mi. Y cuando se agarran a mi me convierten a mi en un auténtico milagro.

Tus ojos miran la vida con ilusión. Tu mirada no sabe de crisis, ni de primas de riesgos, ni de bombas, ni de hambre… Se fijan en todo y en todo ven una oportunidad. Están vivos, sanos, limpios. Brillan. ¡Brillan!

Dios existe. Vive en ti. Quienes no lo han encontrado es que todavía no te han encontrado camicorriendo por el pasillo, desafiando miedos e inseguridades. Dios vive en ti, en tu pequeñez, en tu gran pequeñez.

Te amo hijo. Siempre. No puedo amarte más. Siempre.

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