MR 67

Las Ramblas eran su droga. Con aquellas flores en la mañana, el correr de gentes de toda raza y color, las bestias expuestas a los ojos de los entusiasmados niños paseantes… Las Ramblas le llenaban de energía aunque su vida fuera una basura. Porque él no necesitaba mucho para disfrutar de la vida. Él era feliz con su rumba, su Barcelona guapa y su charleta entre amigos a la puerta del Raval.

– Es que nos provocan… que te lo digo yo… que estas alemanas vienen provocando… – escuchaba.

– Donde esté una morena guapa, que se quiten las guiris… – respondía.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *