MR 68

«Tu m’as promis d’être ta reine, j’ai eu pour sceptre un balai…»

Primera mañana de divorciada. Primera mañana de un nuevo capítulo en la vida. Triste. Muy triste. Ligera también. Liviana.

Me volví a sentir reina de mi misma. Me volví a coronar como dueña de mi destino. Con más arrugas. Con canas. Con hijos. Con perro. Sin sueños.

Maquillé mi mirada y me sonreí al son de aquella francesa de la radio. Y recordé a Escarlata O’Hara en medio de aquel infierno gritando a la eternidad: «Juro por Dios que nunca más…»

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