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El Reino de Dios está dentro de vosotros… (Lc 17-20-25)

«… si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás».

 Esta lectura toca lo profundo de mi «ser catequista». Cuando uno se pone delante de los chicos y chicas que vienen a catequesis por la sed y el ansia de búsqueda de Dios, tiene que pensar, sentir y saber que lo que tiene enfrente es terreno sagrado. Hay que descalzarse para no pisar allí donde la semilla es capaz de germinar.

Los catequistas no tenemos que decir dónde está Dios. Ni siquiera podemos decir dónde lo hemos encontrado nosotros. Porque no sirve. Deberíamos ser lo suficientemente francos para el primer día de catequesis decir: «si alguna vez os digo lo que tenéis que hacer, creer, pensar o dónde tenéis que buscar… no me hagáis ni caso». A veces me descubro enseñándoles el camino a seguir en lugar de ayudarles a caminar por el suyo, el único que les llevará al Padre. ¡Y me saltan las alarmas!

Sólo el que sea capaz de hacer el camino hacia dentro, será capaz de abrir sus manos hacia afuera. Sólo el que sienta y descubra a Jesús resucitado en cada poro de su piel será capaz de dar testimonio de una buena noticia capaz de hacer milagros.

Como dice Amparanoia en una de sus canciones: «mira p’adentro, mira p’adentro, mira p’adentro p’a sentirte contento».

Un abrazo fraterno

… tampoco túnica de repuesto (Lc 9, 1-6)

gsaber.jpgHace ya algunos meses (o algún año) que leí un libro, recomendado por un hermano de comunidad, que se llama «Saber escoger» de Carlos G. Vallés. Es sobre el arte del discernimiento, del buen discernimiento. Habla de las elecciones, de las encrucijadas, de los caminos elegidos… Una de las anécdotas o historias se me quedó grabada. Hablaba de romper puentes, de dinamitar toda posibilidad de «volver atrás» ante una elección tomada y asumida. Hoy el Evangelio me habla de eso. Me habla de ponerse en camino, de saberme enviado. Una vez el camino comienza mejor no llevar todo aquello que nos hace cubrirnos las espaldas, comprar seguros antiriesgos… porque todo eso nos hará vacilar, nos hará dudar, nos hará no hacer las cosas lo mejor que sepamos, nos hará perder la confianza en que «se nos dará por añadidura»…

Una túnica de repuesto es más peligrosa de lo que parece…

Un abrazo fraterno