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Examinando espíritus (1 Jn 3,22 – 4,6)

Qué propuesta tan interesante para comenzar el año. ¡No me digáis que no suena bien! ¡Tiene su punto chic, top, fashion, interesante, glamuroso… misterioso…! Examinar espíritus…

El caso es que durante el día, y más allá de las 24 horas que dura una jornada, es verdad que siento que me mueven muchas cosas. ¿Nunca habéis tenido intuiciones que os llevan a tomar determinadas decisiones? ¿Nunca habéis sentido la necesidad de decir o hacer algo? ¿Nunca os ha pasado que habéis necesitado esconderos, guardar velas, como empujados por un terrible miedo a padecer? ¿Nunca se os han pasado cosas por la cabeza ilusionantes… o, a veces también, tristes y faltas de esperanza? ¿Nunca habéis tenido ganas de tirar la toalla? ¿O de jugaros la vida por algo? Pues eso… espíritus varios que, cual vientos, llegan a nuestra vida y nos zarandean para aquí y para allá. Vientos que nos sugieren caminos que parecen correctos… o no.

Examinar es sinónimo de discernir. Quiero que sea mi palabra de 2019: DISCERNIMIENTO. Porque uno no puede dejarse llevar sin más. Porque la vida acabaría en la cuneta. Hay que oponer fuerzas a algunos vientos y ponerse a favor de otros. La cuestión es: ¿cómo acertar? No hay fórmulas mágicas. Podemos equivocarnos, claro que sí. Pero cuanto más cerca de Jesús estemos a la hora de discernir y cuanto más cerca de Jesús nos lleve el viento… más posibilidades de acertar. Oración, silencio, buenas compañías, comunidad, sacramentos, descanso, trabajo ofrecido, repaso del día en la noche… y adelante.

Examinemos espíritus. No vaya a ser que nos posean aquellos que nos llevan a la perdición.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota…? (1Sm 4, 1-11)

Lo de los israelitas me suena a conocido. Conozco mucha gente que se piensa que por traer «el arca» a la batalla no va a tener ningún problema para alcanzar la victoria. Es la tradición de poner una vela antes de un examen, de rezar para que me toque la lotería, de pedir para que no me venga una enfermedad, etc.

Si en lugar de preparar nuestras armas, de ponernos en forma, de preparar la estrategia… nos dedicamos a meter a Dios enmedio a ver si nos resuelve la papeleta… mal vamos. Hay gente que confunde «poner a Dios en medio» con darle a Dios la responsabilidad que no tiene. Y además, ¿qué pensarán los «filisteos» después de vencer a un dios? Pues nada, más reforzados imposible…

Dios no está para resolver las batallas de mi vida. Lo tengo claro.

Un abrazo fraterno

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