Evangelio para jóvenes – Domingo del Bautismo del Señor Ciclo B

Con la resaca de la noche y la mañana de Reyes, llegamos al último día de estas fiestas. El Bautismo del Señor marca el final del tiempo de Navidad y uno ya se descubre pensando en cuándo retirar toda la decoración de casa. Se van las luces, el árbol y las bolas y regresan las múltiples rutinas a las que siempre despreciamos. Es como si necesitáramos, para ser felices, una eterna sucesión de «momentos especiales». Pero la Navidad no es más que el comienzo de toda una historia de Dios con cada uno, ¿o no? Escuchemos el evangelio de hoy [Mc 1,7-11]:

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.
Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

Con este fragmento comienza Marcos su evangelio. Es un hito temporal en la vida de Jesús en el que la comunidad cristiana reconoce desde antiguo el comienzo de su misión, el comienzo de su vida pública. Hasta entonces, a Jesús sólo lo conocían sus padres, sus familiares, sus vecinos… y lo conocían, no como el Salvador, sino como uno más. Pero hay momentos donde todo cambia. Seguro que  a lo largo de tu vida, tú también eres capaz de reconocer los momentos donde Cristo se te hizo presente, donde pasó de ser uno más a ser Él, al que vale la pena seguir. ¿Por qué no dedicas cinco minutos a recordar? Yo te dejo tres pistas más:

  • «Desde Nazaret hasta el Jordán» – De la nada al escenario. Del desconocimiento a las multitudes. Del silencio a la Palabra. Del vacío al sentido. Un viaje que hace Jesús en aquel momento y que ha hecho, o quiere hacer, también en tu propia vida. Jesús quiere llegar a ti, quiere aparecer para sanarte, para enseñarte, para acompañarte, para conocerte, para que le conozcas, para mostrarte un camino nuevo de vivir, para perdonar todo aquello de lo que te arrepientes, para dar la vida por Ti. ¿Eres capaz, como Juan, de esperarle, de reconocerle, de dejarle hacer?
  • «De hacer a dejar hacer» – Fíjate en esto último. Juan llevaba tiempo anunciando el Reino de Dios. Vivía en el desierto, esperando, anunciando, anhelando para su vida y para los demás algo parecido. Seguro que tú, en tu corazón, también esperas, anhelas felicidad, plenitud, sentido. Él era el protagonista de su tiempo. Pero cuando llega Jesús, Juan entiende que su «hacer» debe dejar paso a un «dejarse hacer». Ya no es él el protagonista, ya no es él el que va a cambiar las cosas. Es Jesús. Él lo hará todo con su amor. Él es. ¿Esto cómo lo llevas? Lo de dejarte hacer en lugar de hacer todo el rato. No estamos educados para ello. Parar para dejar que Él sea, que Él haga. ¿Y si la felicidad hay que desearla más que buscarla, recibirla más que construirla?
  • «Dios es el regalo» – Ayer estabas abriendo paquetes y rompiendo papeles de regalo. Él es el regalo. Lee el texto. ¡Qué bueno que venga después de Reyes! ¿No? Ese Jesús, todavía en una caja, envuelto en papel de regalo, sin ser descubierto, de repente ¡zas! ¡Queda a la vista! Dios es el regalo, el Dios-Trinidad. Habla el Padre, hace el Hijo y anima el Espíritu. Dios es el regalo: ¡ya nos lo han enseñado! Un Dios que es relación, que es familia, que es comunidad, que es grupo, pandilla, equipo o como quieras imaginártelo. Un Dios que se da y se entrega a Ti.

Termina el tiempo de Navidad. Comienza el tiempo de «usar» este regalo que se te ha dado, de «conocerlo», de entender cómo funciona. Dios se ha hecho uno de los nuestros para relacionarse contigo, y conmigo, y salvar nuestra vida aunque ninguno pensemos que necesitamos ser salvados. Ya lo descubriremos algún día. Aprovecha. No pierdas el tiempo. Ponte en camino con Él. Hacia Jerusalén.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo de la Sagrada Familia Ciclo B

Hace unos días fueron los retiros en el cole. Los chicos de 4º ESO y 1º y 2º de Bachillerato marcharon unos días a hacer silencio, mirar hacia adentro, reflexionar sobre su propia vida, acoger su verdad y su realidad y poner el amor de Dios en todo. La experiencia dice que la familia suele ser uno de los temas estrella: realidades familiares complejas, desencuentros, expectativas, silencios, poco diálogo, maltrato… Es, sin lugar a dudas, el espacio vital donde nos jugamos mucho de lo que somos, para bien y para mal. Escuchemos el evangelio de hoy [Lc 2,22-40]:

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Un día leí en un libro la frase «la familia es el lugar donde no funcionan las cosas». Sinceramente fue todo un bálsamo, un tranquilizante, viendo los defectos de mi familia, los «quiero y no puedo», los constantes intentos para que algunas cosas fueran de otra manera sin conseguirlo. Al final, justamente por todas las cosas que no funcionan y no salen como a uno le gustaría, la familia se convierte en el lugar privilegiado para el perdón, la caridad, la misericordia, la corrección fraterna, el amor sin condiciones. Suena mucho a Dios, ¿o no? Te dejo tres pistas sobre la Palabra de hoy:

  • «Dios en la familia» – María y José van a Jerusalén a cumplir un precepto judío, a presentar a su hijo al Señor. Dios forma parte de su «ser familia». Yo no sé si tú haces algo parecido. ¿Cuentas con Dios para vivir tu realidad familiar? ¿Pones delante de él lo que es cada uno de los miembros de tu familia? ¿Le hablas de tu padre? ¿Y de tu madre? ¿Y de tus hermanos? ¿Pides por ellos? ¿Le cuentas a Dios lo que te cuesta de cada uno? ¿Y sobre ti? El hogar, la familia, suele ser fuente de seguridad, de cariño, de certezas… pero, a la vez, es un tejido frágil que hay que cuidar y mimar. Dios te puede ayudar. En este final de año, presenta tu familia al Señor.
  • «Una familia abierta» – María y José salen de su casa. Otros entran en contacto con su Jesús. Se sorprenden de lo que dicen de su niño, un Niño llamado a cambiar la vida de muchos, de todos. Ojalá tú también, y tu familia, sepáis ser una familia abierta al mundo, a los otros. ¡Claro que hay que dedicar tiempo a la familia! ¡Claro que tus padres, tus hermanos, tu pareja… son muy importantes! Pero una familia estufa, autorreferencial, que empieza y termina en sí misma, ni crece ni da vida. ¡Ojalá en este año que comienza te animes a salir de tu casa, a regalar y a ofrecer todo lo que has aprendido y recibido dentro! Ojalá tu familia crezca con otros nombres, con otros lugares, con otros amores, como hizo el mismo Jesucristo en su vida.
  • «Crecer en tamaño y en sabiduría» – Bien por el deporte. Bien por una buena alimentación. Bien por el inglés, el máster y la carrera. Bien por intentar crecer en tu trabajo. Pero ¿qué tal tu corazón? ¿Y tu espíritu? ¿Han crecido también? ¿Les das de comer? ¿Los alimentas? ¿Y el espacio de Dios en tu vida, la sabiduría? ¿Crece también? ¿Qué tal vamos de lectura, de reflexión, de oración, de silencio, de encuentros, de tiempos de calidad con tus amigos, de conversaciones profundas, de vida compartida, de compromisos adquiridos, de vivencia de los sacramentos, de entrega a los demás? ¿Crecen?

El calendario ha querido que el año se termine con este evangelio. Presentamos el 2024 ante el Señor y le pedimos que sea un año lleno de familia, de inquietudes, de encuentros, de verdad y de justicia… y de paz, paz en el corazón de cada uno, paz en tu familia y en la mía, paz en el mundo. ¡Feliz 2024!

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo del Bautismo del Señor Ciclo A

Termina el tiempo de Navidad. Atrás han quedado las ilusiones con las primeras luces de la ciudad, las cartas de los Reyes, los planes para Nochebuena con la familia, el viajecito a ver los amigos, las lentejuelas de Fin de Año y el concierto de Viena para inaugurar el 2023. Los Reyes Magos cierran prácticamente el curso navideño pero realmente todo esto termina hoy. Da pereza recoger, porque nunca gusta terminar una etapa bonita. Sin embargo, con este evangelio realmente se nos recuerda que TODO EMPIEZA AHORA. Escuchad lo que cuenta hoy el evangelista [Mt 3, 13-17]:

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole:
«Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?».
Jesús le contestó:
«Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia».
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él.
Y vino una voz de los cielos que decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».

Hasta ese momento, Jesús había crecido en Nazaret junto a su familia. Fue educado por María y José, formó parte de la comunidad judía de su pueblo, trabajó en la carpintería y suponemos que llevó una vida «del montón». Fue una vida oculta en la que Dios lo acompañó y lo preparó para llegar a hoy, el día del comienzo de su «nueva vida», el día en el que los planes de Dios para Él comienzan a tener lugar, el día en el que su respuesta a la llamada de Dios comienza a tomar hondura. Por eso Marcos, el evangelista, comienza aquí su evangelio. Porque TODO EMPIEZA AHORA. Te dejo dos pistas:

  • «Vino desde Galilea al Jordán» – Fue una decisión. Había llegado el momento. No sabemos si lo vio claro ni qué fue exactamente lo que le impulsó en esa hora. A ti te llegará también, si no te ha llegado ya. El momento, digo. El momento de dejar «tu casa» y emprender el viaje hacia aquello que Dios te ha encomendado. Y la decisión la tendrás que tomar tú. Llegará el momento de comenzar unos estudios determinados, o de comenzar a trabajar en un determinado lugar, o de casarte y formar una familia, o de meterte en el noviciado o en el convento, o de decir sí, sencillamente, a aquello que tanto tiempo lleva pidiéndote el corazón… Llegará el momento en que te darás cuenta que es TU MOMENTO, que Dios te espera allí, en tu Jordán particular. Cuando llegue, adelante. Es Dios quién llama. Es a Dios a quién sigues. Toca dejar algo para seguirle a Él.
  •  «Vio al Espíritu que bajaba sobre él» – Como dice mi amiga Ana, este un evangelio conocido y, sin embargo, hoy me he percatado que la experiencia espiritual que Jesús tiene en ese momento es absolutamente personal. Apenas se bautizó, Jesús vio al Espíritu que bajaba sobre Él y escuchó una voz en los cielos que decía… No parece, por tanto, que fuera una «presentación en sociedad». No es que en ese momento se desvelara el misterio sino… ¡qué fácil para los testigos que allí estuvieran! Qué fácil y qué miedo… Es Jesús el que experimenta los efectos de su bautismo: la compañía del Espíritu y la palabra de Dios sobre él mismo, una palabra de amor. Todo eso lo hemos experimentado ya todos los bautizados pero, tal vez, siendo pequeños no hemos visto ni escuchado nada. Quizás comienzas ahora a pensar, a sentir, a descubrir que algo se espera de ti. Tal vez cuando realmente empiezas a tomar las decisiones oportunas para seguir a Dios en tu vida, empiezas a experimentar que no estás solo, que no estás sola. El Espíritu está sobre ti, para acompañarte, para guiarte, para aconsejarte y sostenerte. Y sí, eres amado de Dios, eres amada de Dios. No necesitas más que eso. Dios se complace en ti. ¡Qué fuerte! Sí, en ti, tan frágil, tan lleno de heridas, tan rota, tan… poca cosa. Y a través de ti, a través de la corriente de amor que se genere entre vosotros, Dios cambiará el mundo.

Hoy he dejado las pistas en dos porque… ¡cuánta miga! Ojalá comiences este 2023 con este Evangelio bien metido en el corazón. Tal vez sea este el año en el que tú también debas abandonar Nazaret para dirigirte al Jordán. Tal vez tengas que tomar decisiones, pequeñas o grandes. Tal vez Dios esté esperándote. O tal vez no. Puede que todavía sea tiempo de preparación en el hogar, de escucha a tus mayores, de mirar, observar y meditar todo en tu corazón… hasta que llegue la hora. Sólo Dios sabe.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo de Año Nuevo (Sta. María Madre de Dios)

Esta entrada de hoy llega tarde. Es de noche y prácticamente el día ha terminado. El 1 de enero, día de Año Nuevo, siempre es un día extraño, resacoso. La mayoría de vosotros habréis celebrado la noche por todo lo alto y la mayoría habréis amanecido tarde. Yo he dejado también la misa para la tarde porque la mañana necesitó de sosiego, reposo, valses y palmas para empezar el 2023 con esperanza. Porque esperanza es algo que siempre se necesita, ¿o no? Escuchad lo que cuenta hoy el evangelista [Lc 2, 16-21]:

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Estamos en tiempo de Navidad y hoy celebramos a María, Madre de Dios. María es presentada hoy como la mujer que conserva todo lo que vive y lo «medita en su corazón». María, una joven que, de manera sencilla, te enseña hoy el bonito arte de discernir, de escudriñar tu realidad, de profundizar y dar hondura a todo lo que vives y experimentas, de buscar la huella de Dios en cada giro inesperado de tu día a día. Te dejo tres pistas, las primeras del año:

  • «Correr… para encontrar» – Te urge encontrar la felicidad. Te urge encontrar paz para tu espíritu lastimado. Te urge sanar las heridas pasadas. Te urge llenar tu corazón de nuevo de esperanza. Te urge volver a quererte, a creer en ti. Te urge rodearte de personas nutricias. Te urge mirar la vida con optimismo y abandonar ya ese tono trágico con el que te veo a menudo. Te urge recuperar a Dios. Te urge volver a casa, adentro de ti y volverte a mirar con ternura. Corre, como los pastores. Corre, con prisa, sí, hacia donde vas intuyendo que puedes encontrar esto. Ya lo has buscado. Ya lo has intentado. Ya has corrido. Pero muchas veces no has encontrado. ¿Será Dios la respuesta? ¿Será este niño, pequeño y frágil como tú, el que tiene la llave que necesitas? Ve a buscarle. Corriendo. No hay tiempo que perder.
  • «Escuchar, encontrar, alabar» – ¡Qué bonita rutina para tu vida! Tres pasos. No te puedes saltar ninguno. Ya lo dijimos antes: anhelas encontrar… ¡pues escucha a los que ya han encontrado! ¡Pon la oreja! ¡Afina el oído! ¡Y confía! Confía en aquellos que te hablan de Dios, desde la fe, desde la paz, desde la felicidad que sólo tiene quién lo ha encontrado. ¿Por qué crees mierdas que escuchas en todas partes y, en cambio, dudas de esta gente que te rodea? Y tras escuchar, apuesta, arriésgate… y encontrarás. Lo verás si eres capaz de reconocerle en lo pequeño… Y cuando lo hayas hecho y hayas comprobado que ¡era verdad!… da gracias, alaba a Dios por su amor contigo, por su generosidad, por no olvidarse de ti… y sal a los caminos a continuar la rueda… para que otros la empiecen.
  • «Meditar en el corazón» – A veces usas demasiado la cabeza, la razón o la sinrazón. Demasiada cabeza. Demasiados cálculos. Demasiadas balanzas y equilibrios, argumentos, justificaciones y excusas. Demasiadas quejas. Demasiada cordura o demasiada locura. ¿Y el corazón? ¿Qué haces con él? El corazón es eso que te habita, que guarda lo mejor de ti, el ADN de tu yo auténtico, los sueños que esperan hacerse realidad, la vocación adormecida, la energía necesaria para cambiarlo todo… ¿Por qué no das más juego a tu corazón? Deja que la decisión la tome el amor, de vez en cuando. Sólo el que ama y confía sabe que detrás de muchas intuiciones están la respuestas a muchas preguntas.

Te deseo lo mejor para este 2023. Te deseo un año lleno de Dios, de corazón, de riesgo, de libertad y justicia. Te deseo un año 2023 lleno de alegrías y dolores, de heridas forjadas en el caminar, de horizontes bellos dispuestos a ser alcanzados. Te deseo que seas tú.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo del Bautismo del Señor

Posiblemente sea este el domingo que marca el fin de la Navidad, el fin de las fiestas para muchas familias, en muchas casas. ¡Qué pereza recoger y guardar todo! ¡Cómo cuesta volver a la rutina en muchos casos: al colegio, a la universidad, a los trabajos…! Los días, sin embargo, comienzan poco a poco a hacerse más largos. Cuando nos demos cuenta, tendremos delante de nuestros ojos los primeros brotes de la primavera.

Hoy es la fiesta del Bautismo del Señor y el evangelio de Lucas nos presenta la escena: Lc [3, 15-16.21-22].

En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:

«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

Te dejo tres ideas:

  • «El agua» – El agua es parte esencial del rito del Bautismo. El agua siempre lo identificamos con algo que limpia, que purifica, origen de la vida. Y no estamos desacertados. Pero para los judíos, en aquella época, el agua es también lugar de peligro, de tormenta, de inseguridad, de muerte. No sé si estás bautizado, bautizada, pero el agua en el Bautismo nos habla de un RENACER, de un tú que muere y que deja paso a un nuevo tú que nace. ¡Y qué bien cuadra esto con este comienzo de año en el que nos hacemos tantos propósitos! ¿O no? En el evangelio, se nos narra la «muerte» de un Jesús desconocido, vecino de sus vecinos, encargado de la carpintería de su padre, desconocido durante 30 años… y el «nacimiento» de un Jesús con una misión clara, por la que entregará su vida; un Jesús que ya no volverá a su casa, que recorrerá Palestina predicando y anunciando la llegada de un nuevo Reino. Comienza su «vida pública». A ti se te invita hoy a renovar tu bautismo cada día o, si es el caso, a plantearte comenzar el camino para bautizarte. Se te invita a tomar la vida en tus manos, a ser consciente de a qué te llama Dios, a afrontar la misión que se te ha encomendado, a dejar que muera toda esa parte de ti abandonada, oscura, conformista, autocomplaciente… y a dejar que nazca la mejor versión de ti mismo, de ti misma, donde tu luz brille y tus dones y tus capacidades se pongan en juego.
  • «Entre el pueblo» – Es llamativo visualizar a Jesús haciendo cola. No estamos acostumbrados a que ministros, presidentes, cantantes, celebrities, influencers, etc. pasen desapercibidos, se sientan uno más. Jesús comienza así su misión: entre la gente. Jesús es uno más y, a la vez, está llamado a cambiar la vida de todos. Tal vez vives en una sociedad que te insinúa todos los días que tú eres diferente, único, irrepetible y que, si quieres, puedes triunfar en la vida. Y triunfar, en el fondo, para este mundo, es no vivir como el resto, como la mayoría. Jesús hoy viene a ofrecerte otra perspectiva, la perspectiva de aquel que sabiéndose único, y amado en primera persona, no necesita marcar distancias con nadie. Su vocación son las personas, las relaciones; le preocupará lo que le preocupa a la gente, vivirá para los demás. Y ese será su modelo de éxito. ¡Brutal eh! Aparentemente no parece muy llamativo el modelo… pero está testado: aquellos que han decidido ponerlo en marcha han confesado que han sido muy felices. ¿Por qué no te animas a plantearte tu vida desde ahí? Gasta tiempo con los demás (presencialmente y también aprovechando los entornos digitales), siéntete único, única, entre otros que también son únicos, como tú. Aspira a una vida llena de nombres, de personas, de vidas compartidas. Cuando llegue el final, tendrás la certeza de haber vivido una vida exitosa.
  • «El diálogo» – ¿Y qué me dices del diálogo final? El evangelio nos dice que Jesús oraba mientras era bautizado y que el cielo se abrió y se oyó la voz del Padre, confirmando a su Hijo en este «comienzo de carrera». Jesús rezaba a menudo. Los evangelios nos hablan muchas veces de cómo Jesús mantenía una relación estrecha con su Padre. Y, en momentos de especial trascendencia, esa oración era, si cabe, más intensa. ¿Cómo llevas tú lo de la oración? ¿Cómo rezas? ¿Sabes rezar? ¿Piensas que no vale para nada? ¿Hay relación? ¿Hay diálogo o monólogo? Tal vez sea un buen momento para pensar cómo sacar 5-10 minutos de oración al día. Comienza con poco pero GARANTÍZALO. No hay mucho que decir. No se trata de vivir algo «extraño». Busca un lugar adecuado, haz silencio, saluda a Dios, háblale de cómo estás, de tu día, de lo que te preocupa, de tus alegrías y desvelos… y luego calla y escucha. El primer día, y el segundo, y el tercero… tendrás la sensación de estar solo, sola, pero si te mantienes… comenzarás a descubrir que son minutos en compañía. Y todo empezará a cambiar.

Buena semana. Abrígate y protégete. Y recuerda: Dios te quiere y te anima a llevar adelante cada uno de tus días desde tu mejor «yo», en compañía de otros. Suena apasionante. ¿O no?

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – 2º Domingo después de Navidad

Comienza un nuevo año. No sabes cómo va a ser pero seguro que estás ansioso, ansiosa, de que las cosas vuelvan a la normalidad. Todos despedimos un año y recibimos al siguiente con la esperanza de que la felicidad ocupe mayor espacio en nuestras vidas, la alegría, los sueños cumplidos, el tiempo con los amigos, con los que más queremos… Y, tal vez, es buen momento para que te preguntes, también, qué pinta Dios en todo esto.

En este primer evangelio del año, la Palabra nos la sirve S. Juan: Jn [1, 1-18].

En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.” De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

Te dejo tres ideas:

  • «El principio» – ¿Alguna vez te paras a pensar en que hubo un tiempo en el que el mundo existía y tú no? ¿Nunca te ha llamado la atención cuando, en casa, revisáis fotografías de un tiempo anterior a tu llegada? ¿Has experimentado ya la ausencia de alguna persona cercana que ya ha fallecido? Este comienzo de año es buen momento para hacerte alguna pregunta interesante sobre tu existencia, sobre el tiempo que se te ha dado, sobre la inseguridad acerca del tiempo que tienes, sobre qué había antes y qué habrá después de tu paso por la vida. ¿Por qué estás aquí? ¿Qué quiere Dios de ti? ¿Hacia dónde quieres que vaya tu vida? Es momento para la trascendencia, para mirar más allá.
  • «Juan, el testigo» – El Evangelio te habla de Juan Bautista, el «testimonio de la luz». ¡Qué bonito apodo». Si alguien escribiera hoy sobre ti, ¿cómo te llamaría? ¿De qué habla tu vida? ¿De qué hablan tus perfiles en las redes sociales? ¿De qué hablas tú? ¿Qué se lleva la gente que está contigo? ¿Eres testigo de algo? Seguro que has vivido cerca de personas que sí te han hablado de «algo» o de «alguien»: testigos de Dios que te enseñaron a rezar o te hablaron de Él, testigos del amor cotidiano, callado y poco agradecido, testigos de vida entregada a los demás, testigos de una vocación descubierta y respondida… Y también, sin duda, testigos del dinero, del poder, «influencers» de lo superficial, profetas de la oscuridad, del miedo, de la negatividad. ¡No pierdas el tiempo con «los tóxicos»!
  • «Gracia y verdad» – ¿También usas máscaras? ¿Te da miedo ser quién eres delante de los demás? ¿A veces te sientes solo, sola, incompleto, falta de ganas, apagado, asqueada? La Buena Noticia llega entonces para ti este año. Jesús viene a ofrecerte una vida de verdad, llena de gracia, de plenitud o, para que lo entiendas mejor, de felicidad de la buena. Tendrás mil ofertas que te prometan lo mismo. El mundo está lleno de «Mr. Wonderfuls» para subirte el ánimo y prometerte el cielo… pero creo que ya te has dado cuenta de que muchas de las promesas que te han hecho no te han dado buen resultado. Jesús es garantía: no garantía de bienestar, no garantía de éxito, no garantía de poder… pero sí garantía de plenitud, de compañía, de pasión, de amor.

¡Pues venga! Toca empezar el 2022: dale trascendencia a tu vida construyendo una vida intensa que valga la pena, sé testigo de lo mejor y aprende de los testigos que tienes cerca y acércate a Jesús, en Él encontrarás aquello que buscas.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Torpes para entender (Mc 6,45-52)

Marcos no se cansa de decirlo: los discípulos eran unos torpes que no entendían nada. Así que podemos, al menos, aplicar ese refrán de «mal de muchos, consuelo de tontos». Nosotros no parece que seamos mucho más listos a la hora de enterarnos de qué va esto de seguir a Jesús y de acoger el Reino de Dios que vino a anunciarnos.

Nos cuesta entender los signos de los tiempos. Nos cuesta entender la pedagogía de Dios, sus palabras y sus silencios. Nos cuesta entender su peculiar manera de guiar la Historia. Nos cuesta entender por qué a veces parece dejarnos solos. Nos cuesta entender por qué a veces verlo y sentirlo presente se hace complicado. Nos cuesta entender su amor. Nos cuesta. Y nos da miedo.

Jesús está aquí para abolir el miedo de tu vida, de la mía. No hay razón para temer porque Él viaja con nosotros en medio de la marea. Confiemos en Él. Amemos mucho. Dejémonos querer. Y hacia adelante. Mar adentro.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Donde hay amor, está Dios (I Jn 4,7-10)

Creyentes. No creyentes. Practicantes. No practicantes. Comprometidos. No comprometidos. Laicos. Religiosos y religiosas. Curas. Casados. Solteros. Hombres. Mujeres. Abogados, profesores, científicas, médicos, ingenieras, historiadores, taxistas, panaderos, futbolistas…

Etiquetas siempre. Clasificaciones y juicios.

Y todo para que nos recuerden que donde hay amor, está Dios. Y sí, nuestro amor es imperfecto y limitado. Pero dentro del que ama, habita Dios; cuando acto de amor se produce en el mundo, en ese momento el Reino crece.

Y ya está.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Tiempo de #conversión? (Mt 4,12-17.23-25)

Estoy cada vez más convencido de que estamos en medio de un cambio profundo de época. Nuestro sistema político, social, geopolítico, económico… está convaleciente. No da para más. Estamos en los últimos coletazos de la posmodernidad e iniciando un nuevo episodio en la historia que todavía desconocemos. Estamos agotados de un mundo del que hemos eliminado a Dios, que ha puesto en solfa las grandes verdades, la sed de profundidad del ser humano, que ha devastado la casa común en la que vivimos todos… Es el final de un mundo marcado por un individualismo materialista que nos ha dejado débiles, frágiles y expuestos.

Es tiempo de conversión. Y la manera en la que lo afrontemos marcará el curso de las próximas décadas. Los cambios en la historia se materializan durante mucho años. Tal vez la crisis sanitaria del coronavirus venga como catalizador acelerado de todo esto. Pero es tiempo de conversión, de volver la mirada al corazón y al otro, de buscar otra manera de ser «humanos» en un mundo que nos ha convertido en maquinaria, en números, en robots, en productos. Debemos volver a nuestro interior, dar alas al espíritu, dejar que broten las preguntas, alimentar los anhelos de plenitud y permitir que Dios venga a saciarnos, en este mundo hambriento que busca salidas y oxígeno.

Hoy te pido Padre que nos des sabiduría, templanza, paciencia y bondad para caminar hacia lugares más plenos; para que acometamos los cambios y acerquemos a la humanidad un poco más hacia su salvación.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Conocer y reconocer (Jn 1,43-51)

Dios me conoce. Esto, que parece irrelevante, es muy importante. Pocas personas me conocen de verdad. Incluso yo mismo no tengo la llave de todos mis rincones, mis anhelos, mis heridas, mis luces y oscuridades. Dios sí. Dios sabe lo que hay. Y lo ama. Sin condiciones. Y esto a mí me permite vivir en paz, sabiendo que no tengo que representar ningún papel, que no tengo que vivir la vida de otro, que no tengo que sentirme mal por no llegar a no sé qué nivel… Sólo tengo que responder a ese amor total.

Mi tarea es también conocer al que me ama así, a Dios. Pero con Dios es más difícil. El Misterio no se deja abordar fácilmente y pretender conocer, desde mi pequeñez, a Dios se torna imposible. Jesús es la muestra más clara de cómo es Dios y, aún así, no es fácil abordarlo tantas veces… Así que, tal vez, lo que tengo que intentar primero es saberle RECONOCER. Descubrir dónde está su palabra, dónde está su aroma, sus manos, su mirada… Él nos dio una pista irrenunciable: los pobres, los descartados, los desahuciados, los enfermos, los débiles. En ellos lo reconoceré. Da vértigo. Pero es la tarea que tengo cada día. Salir y seguirle allí donde está presente.

Un abrazo fraterno – @scasanovam