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Un Mesías peregrino – #DomingodeRamos

El camino hacia Jerusalén es todo un símbolo en los Evangelios. Jerusalén se presenta como la meta de la misión de Jesús, el lugar donde se consumará su paso por la Tierra y donde la Nueva Alianza de Dios con el hombre quedará sellada para siempre.

Jesús va a Jerusalén como peregrino. Es Pascua y, como judío, se acerca a la ciudad con sus amigos para visitar el Templo como marca la Ley. No parece ser muy conocido en la ciudad. Él viene de predicar en Galilea y por el camino. En la ciudad algo se sabe de Él pero no demasiado. Todo hace indicar que son los peregrinos que entran con Él los que lo aclaman a la llegada. Sí, es una entrada triunfal, sobre todo para aquellos que han seguido de cerca al Maestro y lo conocen.

Hoy es un día para que meditemos nuestra postura ante este Jesús que llega a nuestras vidas y a nuestro entorno. Le aclamamos como Mesías pero ¿en qué tipo de Mesías estamos pensando? ¿Qué imagen de Dios adoramos en Él? Posiblemente ya no un Mesías político que venga a cambiar el ordenamiento sociopolítico del momento. No creo que nadie esté pensando en Él como Rey, aunque algunos añoran la época en la que Estado e Iglesia se confundían. ¿En qué Mesías piensas tú? ¿Un Mesías todopoderoso que venga a hacer desaparecer de un plumazo los problemas de tu vida? ¿Un Mesías lleno de milagros al por mayor para que tú elijas el que más te conviene? ¿Un Mesías bonachón, pacifista y romántico, que hable bien y que sea «happy» en un mundo ligero y superficial? ¿En qué Mesías piensas tú? ¿A qué Mesías aclamas?

Ojalá acojamos al Señor, ojalá entremos con Él, ojalá deseemos caminar a su lado para participar de su misión. Ojalá estemos a su lado y le dejemos estar al nuestro hoy y mañana, cuando dejemos de entender…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Ir a las jerusalenes de hoy (Mt 16,13-23)

¡No! ¡A Jerusalén no! ¡A padecer no! Eso gritó Pedro, que estaba genial paseando con el Señor por esas tierras donde la gente los seguía y los aclamaba. Él estaba bien. ¿Qué necesidad de ir a Jerusalén? ¡Allí va a haber problemas!

Ayer leía en twitter una reflexión acerca de que la amabilidad cristiana puede ser una manera de enmascarar la cobardía ante la defensa de la fe. Yo creo que no es así. Jesús creo que fue una persona amable pero que tenía clara su misión. No fue a Jerusalén a montar el pollo, a señalar a nadie, a atacar a sacerdotes y fariseos. Fue en peregrinación, a la casa de su Padre, al Templo. Pero Él era consciente de que su misión allí, en el corazón del poder establecido, escocería.

No se trata de montar gresca, ni de ser irónico, sarcástico, hiriente. No se trata de lanzar las cruzadas de nuevo. Se trata simplemente de ser cristiano. Cuando lo eres de verdad en las jerusalenes de hoy… acabas siendo molesto.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Voy a transformar a Jerusalén en alegría (Isaías 65,17-21)

Como decíamos en comunidad, esta lectura de Isaías es una de estas que se sale un poco del «aroma amoratado» del que hemos impregnado la Cuaresma. Es una lectura que alegra los oídos y que uno podría estar degustándola de continuo.

Yo veo esa Jerusalén de la que habla Isaías como un estado personal, un estado al que se llega tras la experiencia real de encuentro con el Resucitado. Un estado de paz interior, de heridas curadas, de esperanza y confianza… Yo deseo llegar ahí. Quiero que Dios haga eso conmigo. ¡Lo quiero! Ya lo comenta el Evangelio: primero viene descubrir la propia necesidad, luego desear la vida, ir a Jesús y, por último, ponerse en camino lleno de fe. Ese proceso transforma. Y yo voy poco a poco. No es un proceso secuencial sino más bien circular…

Ojalá esta Cuaresma sea un pasito más. Ojalá la Alegría se quede a vivir en propiedad.

Un abrazo fraterno