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Pasó la noche orando (Lc 6,12-19)

Hay días que son tremendamente difíciles. Hoy ha sido durísimo para mi. Mi mujer está mala, el Mafaldatrabajo está complicado y lleno de problemas y presión, se me acumulan las cosas por hacer… Uf… Qué agobio… Y me encuentro con esta lectura que me recuerda lo mejor que puede hacer uno cuando ya no puede más: orar. Desaparecer y orar. Eso me acabo de conceder yo aunque sea un ratito. He enchufado los altavoces y me he puesto música de Taizé que va calando en mi mente y en mi espíritu y va, poco a poco, bajando las revoluciones. La noche pide calma. Taizé pide calma. Y yo la necesito.

No voy a pasar toda la noche orando pero sí voy a darme una duchita para que mi espíritu respire. Seguro que después de la ducha todo está mucho más claro. Con Taizé es todo mucho más fácil. Acoge, padre, todos estos pensamientos y desvelos. Hazlos tuyos y déjame sentir tu mano en mi hombro. Hoy la necesito especialmente.

Un abrazo fraterno

Señor, roca mía (Sal 18)

Muchos días sin escribir equivalen a muchos días sin orar en serio. Es fácil seguir mi oración. Si escribo, oro. Si no escribo… apagón informativo, apagón orante.

Ha empezado la cuaresma y me ha pillado en tierras americanas, cerquita de Chicago con muchísimo frío. Ya he vuelto pero hoy he salido de viaje de nuevo. Primer lunes de mes y reunión de formación en la comunidad para compartir nuestro trabajo personal sobre las emociones. Ejercicio de Focusing y desplome absoluto. Colapso total del bonito rascacielos construido, de la hermosa y maldita torre de Babel, donde nada se entiende. El ejercicio fue muy duro. Prendió la chispa.

«¿Y ahora qué?» me pregunto continuamente desde hace un rato. Por lo de pronto, vuelta a la oración. Un guerrero conoce sus heridas aunque no las muestre en la batalla. Y a él también le duele la limpieza primera que lleva a la curación. Como la Magdalena con Jesús, tambié las lágrimas empezaron a lavar mi alma. Me siento vivo. Me sé en lucha. Me he visto guerrero como si del viaje del anciano avaro de Cuentos de Navidad se tratara. Y me siento débil también. Despojado de vestimentas. No me agrada.

Señor, roca mía.

Un abrazo fraterno

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… a las aldeas cercanas (Mc 1, 29-39)

Jesús tenía muy claro que ésto no podía convertirse en un «club» acomodado y ombliguista. Él tenía claro que no podía predicar para aquellos que lo seguían entusiasmados, para aquellos que lo buscaban. Jesús tenía claro que debía salir a las aldeas cercanas, allí donde todavía no había estado, allí donde todavía no le conocían o no le habían visto, allí donde no sabía cómo le recibirían.aldea

Creo que esto dice mucho hoy, en el momento que nos ha tocado vivir, el mundo y la sociedad que nos ha tocado evangelizar. Esto no puede ser algo para unos pocos. No podemos hablar y proponer para aquellos que nos siguen el rollo. Hay aldeas cercanas. Hay otros. Hay lugares adonde ir, personas con las que encontrarse fuera de lo conocido, de lo cómodo, de lo afectivamente agradable. Ahí hay que ir.

Claro que antes ya podemos todos «levantarnos de madrugada y salir a orar». Nosotros solos no podremos. Yo solo no podré. Toca ponerme de rodillas  y vestirme de Espíritu.

Un abrazo fraterno

Padre (Lc 11, 1-4)

Es la primera palabra que utiliza Jesús en su intento por enseñar a sus discípulos cómo orar. Y, posiblemente, sea la palabra clave no sólo del contenido de lo que se dice sino de la actitud con la que uno debe disponerse a orar.

«Padre» le quita a la oración el peso del encorsetamiento y, por contra, le inyecta una naturalidad y cercanía que le permite a uno orar más veces de las que se piensa. Orar es hablar con tu padre. Ni más ni menos. Contarle y escucharle.

Esa es la manera en la que Jesús responde a aquellos que piensan que hay una manera de hacer para todo. Gracias PADRE por revelar esto a los sencillos…

Un abrazo fraterno

Fuego y calor, bendecid al Señor (Dn 3, 62-67)

vela_consumiendose.jpgHoy he orado mirando a una gran vela amarilla encendida. Me es fácil orar centrándome en el quemar de la vela. La mecha, la llama, la cera fundida, las caprichosas formas creadas… todo me lleva a Dios.

Este Adviento que se aproxima deseo que sea un tiempo de bendición. Tiempo de bendecir al Señor. Tiempo de bendecir a mi familia. Tiempo de bendecirnos. Tiempo de bendecir a los hermanos.

Con el invierno a las puertas… y mirando la vela… ¡Fuego y calor, bendecid al Señor!

Un abrazo fraterno