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¿Doy yo de comer? #buenapregunta

¿Soy nutricio para los que me encuentran en el camino de la vida? Es decir… ¿el que me encuentra, estando hambriento, tiene algo que llevarse a la boca? ¿Le ofrezco lo que tengo? ¿Lo que tengo sacia su hambre y su sed?

Hoy va a ser un post de varias preguntas que me inquietan:

– ¿Miro con compasión a mi alrededor?
– ¿Soy capaz de percibir las necesidades ajenas?
– ¿Busco excusas para «pasar de largo»? ¿Pido a Dios que les ayude y me quedo tranquilo?
– ¿Tengo yo algo que ofrecer?
– ¿Lo que ofrezco es nutricio? ¿Alimenta a quien lo recibe o sólo calma el gusanillo?
– ¿Soy de los que piensan que poco puedo ofrecer yo, que yo solo nada consigo?
– Y todo lo anterior… ¿soy capaz de experimentarlo a la inversa? ¿Dejo que me alimenten?

Son preguntas inquietantes porque, cuando llegue la hora de mi muerte, no me gustarían determinadas respuestas para ellas. Considero que vivo para algo más que para «pasear el mundo», creo que tengo mucho que ofrecer y soy consciente de que muchas veces no quiero, no creo, no lo intento… de que muchas veces «selecciono» a los benefactores…

El Maestro hoy me hace un llamado. Un llamado a mirar con compasión, a no buscar excusas, a tomar las riendas de la solución, a ser Él y a dar de comer con lo poco de lo que dispongo. Un llamado a darme por completo, el secreto de todo milagro.

Un abrazo fraterno

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¿Qué buscáis? #buenapregunta

A veces no soy consciente de que estoy permanentemente en búsqueda y que, posiblemente, esto sea así hasta mi muerte. No puede ser de otra manera por mucho que a veces viva como si ya lo hubiera encontrado todo.

¿Por qué a veces tengo la sensación, la tenemos muchos, de que estar buscando es algo malo? Al menos… no deseable, digámoslo así. Es como si los «buenos», los «listos», los «elegidos», los «santos», los «líderes», los «profetas», los «guías», etc. sólo pudieran ser aquellos que ya han encontrado todo lo que se supone que debían encontrar. ¿No tienes esa sensación a veces? Y muchas veces me descubro, complacido, de que yo soy de este selecto grupo: descubrí a la iglesia y a Jesús desde la más tierna infancia, descubrí mi vocación de educador, descubrí mi lugar en la Iglesia estando en la Escuela Pía, encontré a mi mujer, a mis hijos, una comunidad y un trabajo que me permite subsistir… ¡No tengo nada que buscar! ¿O sí?

Jesús fue muy certero en su pregunta. Al ver a aquellos dos que le seguían, les podía haber preguntado mil cosas: «¿Por qué me seguís? ¿Necesitáis algo? ¿Quiénes sois? …» Pero la pregunta fue otra. ¿Por qué? ¿Se puede ser creyente y no buscar absolutamente nada? ¿Se puede seguir a Jesús estando saciado, acomodado, seguro, satisfecho? ¿Es esto posible?

Maestro, Señor Jesús… yo busco paz. Paz conmigo. Busco alejarme de aquello que me persigue y me distrae. Busco en Ti respuestas a mis preguntas. Busco calma ante el torbellino que me provoca tu mirada fija. Busco calmar mis miedos. Busco la felicidad, la mía y la de los míos. Busco un mundo mejor. Y tantas cosas que ni siquiera soy consciente de estarlas buscando…

Busco tu casa para quedarme a vivir en ella.

Un abrazo fraterno

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¿Reconocerías a Jesús? #buenapregunta

El Bautista no sólo sabía que no era Él a quién debían seguir, no era él la Palabra, sino que supo señalar a Cristo cuando apareció en escena. Y no es que fuera capaz de reconocerlo físicamente… Vamos a suponer que Jesús y Juan, siendo primos, se conocían y que, por tanto, no era un tema de reconocimiento físico. Juan no reconoce a Jesús, su primo, sino a Jesús, el Cristo, el Mesías, el Salvador.

¿Sería yo capaz de reconocerlo? ¿Soy yo hoy, como Juan, un dedo fidedigno que señala allí donde el Espíritu se posa?

El Espíritu sopla como y donde quiere. Ya de por sí es difícil de intuir, de seguir, de entender… O me esfuerzo por tenerlo algo más fácil o la tarea se torna ciertamente titánica. ¿Cómo de fácil lo puso Juan? Viviendo en el desierto, haciendo silencio en sí, despojándose de lo que sobra y siendo fiel a la tarea que Dios le había encomendado. Lo dejó todo, hizo silencio, creció en libertad y fue fiel a la misión. Casi nada.

La fórmula está clara para mí también: despojarme de ataduras, vivir con casi nada, no estar atado a cosas y dinero; hacer silencio, frecuentar la oración, la comunidad, el encuentro conmigo mismo y con el dios que me habita, vivir en la Iglesia y participar de los sacramentos… ganar libertad y ser fiel a la misión que Dios me ha encomendado. Sólo desde ahí seré profeta, sólo desde ahí seré la voz que precede al verdadero Señor.

De otra manera… me equivocaría.

Un abrazo fraterno

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¿Qué dices de ti mismo? #buenapregunta

Acabo de empezar el 2014 y tengo la sensación de que hay mucho que colocar y remover en esta, mi alma. Los últimos días han estado llenos de mensajes, conversaciones, soplos al oído. Ayer, hablando con una buena amiga, le decía que la brisa del Espíritu estaba empezando a soplar fuerte en cuanto a determinadas intuiciones se refiere. Y hoy, me acerco a la Palabra del día y me encuentro esta pregunta en el Evangelio… ¿QUÉ DICES DE TI MISMO?

No es una pregunta que venga de Jesús. Es una pregunta que le hacen sacerdotes y levitas al Bautista. Jesús aún no había aparecido en escena pero Juan era ya el precursor. Incisivo, molesto, profeta… se había hecho notar y eso empezaba a no gustar. Así que allá van los poderosos de turno a averiguar quién es ese que está dando tanto por saco.

Pero la pregunta es hoy también para mí. Es la pregunta del mundo que ve lo que hago, lee lo que escribo, escucha lo que digo, está atento a mis movimientos. Y es una pregunta que yo debo responder y qué mejor que este comienzo del año para hacerlo.

Yo soy cristiano, seguidor y amigo de Jesús de Nazaret. Intento llevar con todo mi ser la buena nueva del Evangelio a aquellas personas con las que me encuentro. Soy pecador y estoy lleno de defectos, incoherencias, fracasos y traiciones pero intento volver siempre a casa y confío en la Divina Misericordia. Soy instrumento del Padre, elegido por Él,  y todo lo que consigo es por Él y para Él. Siempre peregrino y buscador agradecido de las huellas de Dios que voy encontrando a mi paso. Esposo, padre, educador, contador de historias, escuchador de más historias, amante de las personas y generador nato de vínculos. Intento poner mis dones al servicio aunque no siempre lo consigo. Miro al futuro con serena esperanza pero intento actuar con tensa urgencia. El que viene tras de mí subsana mis errores, sana mi corazón y me hace fuerte en la debilidad.

Que el 2014 me permita dar respuesta a algunas de las llamadas…

Un abrazo fraterno

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Tu Señor te llama a la batalla (Jueces 6, 11-24a)

«Si el Señor está con nosotros… ¿por qué?»

Parece que pocas cosas han cambiado en el razonamiento de los hombres. No entendemos por qué soportamos tantas desgracias y calamidades, nosotros, que se supone que somos los protegidos de Dios. ¿Por qué? Es una pregunta clásica, legítima, lógica… Es difícil entender a Dios muchas veces. Es muy duro aceptar la realidad y su silencio.hobbit

Pero la respuesta de Dios no deja de ser sorprendente: primero apela a nuestra valentía y luego nos llama a salir a luchar, enviados por Él, con nuestras propias fuerzas. La solución está puesta encima de la mesa, por más que no nos la queramos creer, no nos guste, nos parezca ilusa…

Seguimos pataleando y clamando al cielo para que nos dé una solución a nuestros problemas cuando la solución ya está dada. Pero no es fácil, ni cómoda. No nos gusta. Preferiríamos que una legión de ángeles intercediera en las guerras para alcanzar la paz. Querríamos que Jesús mismo tocara a cada enfermo, a cada pobre… para curarles, para colmarles de bienes. Seguimos esperando el milagro divino EN LUGAR DE HACER LO QUE SE NOS HA DICHO.

La solución de Dios es solución. Es verdad: no va a bajar a actuar directamente, pero nos ha dicho: tú eres el ángel, tú eres Yo. Sal ahí. Yo te capacitaré, de protegeré, te ayudaré… «No morirás» nos dice el Señor.

No hay escapatoria. En nuestras manos tenemos la solución de los problemas, en clave de Dios, claro. Los milagros, tenemos que procurarlos nosotros. El Señor llama a los valientes a la batalla. No importa su tamaño ni su importancia. Sólo su valentía y su confianza.  ¿Quién está con él?

Un abrazo fraterno

Vio a Simón y a su hermano Andrés (Mc 1, 14-20)

Leyendo el Evangelio de hoy se me suscita una pregunta clara:  ¿Qué habrá visto Jesús en aquellos pescadores concretos para llamarles e invitarles a seguirle y a ser sus amigos más cercanos? ¿Eran los únicos que estaban por allí aquel día? ¿Casualidad? ¿Sabía ya Jesús cómo eran por dentro e iba a tiro fijo?

El escenario es, sin duda, curioso. Jesús no fue a la sinagoga a elegir y ni siquiera «sacó una oferta de trabajo» para ocupar el puesto de apóstol. Jesús estaba paseando cerca del lago y algo debió ver y percibir en la manera de trabajar de aquellos hombres que le llamó la atención, le infundió confianza y le gustó. ¿Qué sería?

Eso me pregunto hoy pensando si yo también llamaría la atención de Jesús si me ve trabajando…

Un abrazo fraterno

¿Qué quieres que haga por ti? (Mc 10, 46-52)

Me es realmente complicado elegir hoy una frase de las lecturas sobre la que centrar la oración. La primera lectura es maravillosa toda ella. «Piedra viva» me llama. ¡Qué bonito! Nunca había deparado en tal piropo.

Tal vez responda eso a la pregunta del Señor en el Evangelio. Muchas veces nos preguntan «¿Qué harías si te tocara la lotería?». Esto es mejor. Va más allá. La pregunta de Jesús es directa e insuperable. Me imagino a Jesús delante preguntándome eso y me acongojo. Me daría miedo no elegir lo más importante, dejarme cosas, no saber qué responder… Y aunque mi cabeza me dice que Jesús no emitiría juicio alguno sobre mi respuesta, mi vivir entre hombres me deja el resquemor de sentirm juzgado en la respuesta…

Tal vez lo de la piedra viva no es mala respuesta. Ser piedra primero, Señor. Ser fuerte, robusto y, a la vez, erosionado por los acontecimientos y las personas. Ser piedra, sillar de construcción. Tal vez no ser piedra de fachada sino sillar de pilar, de contrafuerte. Y, segundo, ser vida. No ser uno más del paisaje. Sentir. Respirar. Sufrir. Disfrutar. Generar. Suscitar. Soplar. Acariciar. Apoyar. Enjugar. Abrazar. Amar. Ser.

Tal vez esa sería mi respuesta siendo consciente de lo que me falta para ser piedra y de lo que todavía no soy capaz de vivir.

Un abrazo fraterno