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Dejar, verbo difícil de conjugar (Mt 19,27-29)

No se puede seguir a Jesús sin dejar otras cosas. Dejar personas, dejar proyectos, dejar aspiraciones, dejar beneficios y comodidades, dejar tiempo… va todo incluido en el pack de seguidor de Cristo. Y todavía hay gente que no lo entiende. Yo el primero muchas veces. Porque pensamos que amar y seguir a Jesús puede ser compatible con amar y seguir a otras muchas cosillas del día a día. Pero no es así.

Cuando tengo que explicar esto a los niños pequeños, me asusta un poco. A veces pienso si alguno permanecerá al lado de Jesús sabiendo que tiene tantos «inconvenientes». Otras veces pienso que justamente este aspecto es lo que más atrae a los jóvenes: la locura y la radicalidad de dejarlo todo por Él. Pero me cuesta no vestir esto con cierta dulzura y suavidad. Y así vamos. Llevamos siglos intentando suavizar ciertas cosas del mensaje del Señor. Allí donde más se manipula, peor van las cosas. Allí donde se intenta ofrecer la radical oferta evangélica, mejor van.

Y es que nos pasa como con las dietas. Aunque sepamos que es por salud, eso de dejar de comer ciertas cosas o en determinados momentos, lo llevamos mal. Entre otras cosas porque lo vivimos como pérdida sin ningún sentimiento de ganancia. Pocos piensan en la salud que ganan y muchos piensan en lo que pierden. Con Jesús pasa igual. Pocos piensan en lo que ganan y casi todos medimos lo que perdemos. Que si amigos, que si libertad, que si posibilidades, que si comodidades, que si placer… ¿Y qué ganamos? Ni idea…

Yo hoy le pido al Señor que me ayude a conjugar el verbo dejar este verano; que varias veces al día no me importe ni me asuste repetir «Señor, esto lo dejo por ti»: Y a ver qué pasa.

Un abrazo fraterno – @scasanovam