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No os engañéis (St 1, 12-18)

La vivencia comunitaria sigue siendo de lo más sorprendente. La reunión de ayer fue genial. Reunión EMOCIONANTE. Y nunca mejor dicho.

Y la Palabra de hoy ilustra lo que ayer vivimos: el esfuerzo personal y comunitario por vivir cada día menos engañados. El engaño no es de Dios. Dios es verdad. Y a eso tenemos que aspirar.

Un abrazo fraterno

Los otros diez se indignaron (Mt 20, 17-28)

Qué lamentable, ¿no? Jesús haciendo un alto en el camino para contar a sus discípulos qué iba a suceder en Jerusalén y cómo acabaría la historia y los discípulos (y sus madres… por cierto, con cierto aire a Gran Hermano) peleando de manera infantil sobre quién debía sentarse dónde… Definitivamente aquello estaba a punto de terminar y no se habían enterado del nodo. ¿Qué pensaría Jesús al ver ese panorama?
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A mi también me cuesta a veces enterarme de que «el camino a Jerusalén», «la aventura jerusalense»… no va a estar llena de rositas sino todo lo contrario. Que el optimismo se va a venir abajo, que el populismo va a desaparecer, que la influencia va a dejar de existir, que va a aparecer la burla y el maltrato, que todos los planes se van a venir abajo, que van a hacer acto de presencia el miedo, la derrota, el fracaso… La verdad es que son noticias que no me gusta escuchar pese a que es el mismo Jesús con sus palabras y con su vida misma quién me cuenta de qué va a esto de jugarse la vida en cristiano. ¡Cómo distraen esas discusiones de buenos y malos, del bien y del mal y de no sé cuántas cosas! ¡Y cuánto me gustan! ¡Y qué infantiles son! No me quiero enterar de por dónde va la historia…

Esta Cuaresma me está sirviendo para profundizar en eso. Doy gracias a Dios por ello.

Un abrazo fraterno

Nosotros somos de Dios (1Jn 3,22 – 4,6)

bueno-o-malo.jpgAunque la contraposición «del mundo – de Dios» puede que tuviera mucho sentido en la época en la que fue escrita la carta de Juan, es un lenguaje que creo y compruebo día a día que no está superado por algunos. Ese discurso de «buenos» y «malos», de «injustos» y «justos», de algunos que apuestan por la verdad y de otros que se dejan llevar por sus apetencias… me parece falto de realidad, alejado de Dios…

Yo soy católico, cristiano, hijo de Dios. Intento formarme y crecer en mi fe y como persona. Creo que tengo una misión en el mundo y que Dios me sueña para algo y para alguien. Pero aunque me considero de «los de Dios» también soy de «los del mundo». Es más, no entiendo ser de Dios sin ser del mundo. Vivir en una sociedad concreta, conocer su problemática y vivir con sus dificultades y sus facilidades. Acercarme a todos, escuchar a todos, buscar la verdad de todos y en todo. Amar el mundo en el que vivo, sufrirlo y disfrutarlo. No sé…

¿No fueron en su momento «los de Dios» los que le recriminaban a Jesús estar con «los del mundo»?

Un abrazo fraterno

… en el estómago sentirás ardor (Ap 10, 8-11)

mercaderes.jpgPara un cerebral eso de sentir ardor en el estómago le suena a una mala digestión y punto. Me es tremendamente difícil llegar a sentir lo que está expresión visualiza de manera tan clara. Pero estoy seguro que es lo que Jesús sintió cuando decidió echar a los mercaderes del templo al comprobar y sentir que lo habían convertido en una cueva de ladrones.

Reacciones de ese tipo son contadas en mi vida. No funciono desde ahí. No sé si me gustaría. Pero evidentemente considero que el mundo y la Iglesia necesita de personas que sepan responder ante ese sentimiento tan profundo y ardiente. Sin ellos estaríamos perdidos. No siempre se puede pensar. No siempre se puede calcular. No siempre se puede matizar o dialogar o hacerse entender. A veces hay que responder en caliente, sí, sí… en caliente.

La primera lectura de hoy, de apocalipsis, me dice: «Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.» Todavía hay mucho por hacer. Todavía hay muchos a los que llegar. Todavía hay mucho que cambiar y denunciar. Echar a los mercaderes implica poner el templo patas arriba, generar mal ambiente dentro de la propia Iglesia, distanciarse de lo oficial en ocasiones, ser capaz de luchar por la verdad y por la libertad. No es fácil. Trae enemigos. Pero la pregunta es ¿es de Dios? ¿Desde Dios? ¿Para Dios? Sí la respuesta es sí… no me queda más que ponerme del lado de mi Señor…

Un abrazo fraterno