Vuestra raíz y vuestro cimiento (Efesios 3, 14-21)

Raíz y cimiento. Vaya dos palabritas. Vaya dos palabrones. Me gustan.

Esta semana la he pasado en Zaragoza. Mañana vuelvo a casa, a Madrid. He podido visitar el PILAR, una basílica desconocida para mi. Puedo afirmar que no es mi estilo arquitectónico preferido pero a la vez debo confesar que se me encogió el corazón al entrar y sentarme en un banco a los pies de la pequeña Virgen. Puede ser lo que significa para España y la Hispanidad; pueden ser sus altos pináculos y su arrolladora presencia; pueden ser esas bombas que nos recuerdan la barbarie… pero creo que hay algo más.

Tal vez lo más especial y significativo de este lugar sea su nombre. Un nombre da significado a aquello a lo que nombra y al revés. En este caso, y esto me ha recordado hoy la carta a los Efesios, PILAR me conecta con aquello que llevo dentro, con Aquel en quien confío y a quien sigo, con aquello que considero importante y por lo que doy la vida. Y por eso me encoje. Porque al sentarme en ese banco y mirar a la Virgen, al pasearme por esas grandiosas naves que aglutinan a la cristiandad, sentí que mi fe es el cimiento, la raíz, el sostén.

No lo puedo explicar mejor. Un abrazo fraterno.

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