Como pide la vocación (Efesios 4, 1-6)

Responder a la propia vocación es tal vez lo más grande a lo que uno puede aspirar, lo más difícil, lo más comprometedor y, a la vez, lo más gratificante. Toda la vida se resume en este objetivo: vivir como pide la vocación. El que está llamado a ser maestro… que lo sea y bueno; el profeta, que denuncie y cure; el médico, el sanador, el politico, el revolucionario, el escuchador, el servicial, el que atiende a niños o a ancianos… Cada uno a lo suyo.

Qué distinto sería el mundo si cada persona dedicara su vida a aquello a lo que ha sido llamada, aquello para lo cual, por tanto, le han sido dados unos dones; aquello, en definitiva, que la hará feliz y que impregnará a los demás de esa felicidad propia.

Para conocer la propia vocación y responder a ella se necesita silencio, paz y valentía. ¡Ánimo!

Un abrazo fraterno

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