Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Domingo 1º Ciclo B

Con esto del cambio climático, vamos entendiendo mejor lo que significa que la sequía llegue a nuestras vidas, que la desertización acabe con nuestros campos y nuestros bosques, que el calor nos asfixie y acabe con los más vulnerables. El desierto es pobreza, hambre, muerte. Por eso cuando leemos el evangelio de hoy debemos de intentar entender qué es el desierto para una vida como la de Jesús, como la tuya o la mía. Lee Mc 1,12-15:

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Dios no es desierto. Dios no es tentación. Pero sí parece que, al menos, permite que Jesús se enfrente a ese vacío, a esa soledad, a ese silencio. Tú y yo, lo mismo. Si no llegado, llegará. El desierto es un paraje que toda vida atraviesa. Lo atraviesa tu matrimonio, lo atraviesa tu ser sacerdote, lo atraviesa tu fe, lo atraviesa tu realidad laboral, lo atraviesa tu amistad con éste o aquél, lo atraviesas tú mismo, sin más… Es el momento en el que pierdes referencias, el momento en el que te sientes perdida y agotada, es el momento en el que te sientes solo, es el momento en el que te sientes desprotegido, a la intemperie, es el momento en el que no encuentras sentido a mucho de lo que te ha tocado vivir. Tres pistas para hoy:

  • «Hay que prepararse» – 40 días duró el diluvio con Noé. 40 años vagó el pueblo de Israel por el desierto. 40 días estuvo Jesús solo, siendo tentado. 40 parece significar algo: cambio, purificación, conversión… sobre todo en lo que se refiere a la relación con Dios. Difícilmente lo vemos así cuando nos toca vivirlo. Querríamos evitarlo a toda costa pero posiblemente, si miramos atrás, podremos comprobar que esas épocas de dificultad han sacado de nosotros aspectos que ni imaginábamos. La prueba que permite Dios no es para hundirte sino para pulirte.
  • «La tentación» – Normalmente llega en los momentos de desolación. Cuanto más solos nos sentimos, cuanto más abandonados por Dios, cuanto más fracasados, culpables, hambrientos y vencidos estamos. Porque la tentación busca justificación. Porque el tentador tiene que tener algo que ofrecer cuanto más desesperado estás, cuanta mayor es tu desconfianza. Y te va a buscar allí donde eres más débil. Aprender a reconocer la tentación es importante: saber distinguir la voz de aquel que pretende hacerte creer que no estás a la altura, que eres digno, que Dios no te merece.
  • «El Reino está cerca» – Dios no quiere que te conviertas para amarte. Dios ya te ama. Con todo. Sin reproches. Convertirse es justamente darse cuenta de este amor y responder. ¿Tú eres consciente de lo mucho que te quiere Dios? En esta pregunta te juegas toda tu Cuaresma, tu vida.

Comienza la primera semana de Cuaresma. Todo te lo juegas en el amor. Tal vez tu mayor propósito cuaresmal es intentar descubrir los gestos de Dios contigo, las huellas de su cariño, las caricias cotidianas. Esto es lo único que transformará tu existencia. Saberte amado, saberte amada. No andamos sobrados en el amor, ni tú ni yo. A por ello.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

 

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