Yo soy Tomás. Tú eres Tomás. #únicos

Un día escuché una catequesis con este texto de Tomás, y otros, de fondo. Me quedó grabada. Jesús siempre trata a cada uno de manera distinta. Nos conoce y Él se presenta a nosotros y quiere nuestro amor personal y único. Por eso los caminos de fe son tan diversos y tenemos que respetarlos tanto.

Tiene pinta que Tomás era bastante racional. Jesús lo respeta y no pretende que sea quién no es. Jesús se presenta a Él con sus heridas de clavos y lanza y se las ofrece para que «toque», para que «compruebe» que es Jesús, el Maestro crucificado en Jerusalén.

Otros tal vez no lo necesitaron. Otros necesitaron escuchar su nombre de boca del Mestro, como la Magdalena, para reconocerlo. Tomás necesitaba esto y Jesús se lo da. Y a partir de ahí, la vida de fe de Tomás cambiará para siempre.

Jesús me conoce, me respeta, me quiere como soy en lo profundo. Y viene a mí con humildad. Se abaja. ¡Qué grandeza la de mi Dios! ¿Hago yo lo mismo como creyente, como catequista, como padre, como amigo? Ahí queda.

Un abrazo fraterno

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Al mal, ni agua #sinpiedad

Al mal, ni agua. Esa es la conclusión que me llevo después de leer la Palabra de hoy. Ni agua. Lejos, como hace Jesús, que no se mantiene inalterable al cruzarse con el mal. Jesús no sólo hace el bien sino que combate el mal. No es lo mismo.

La primera lectura nos lo deja más claro: haz el bien y odia el mal. A Dios es difícil es engañarle. Que el mal nos engañe a nosotros es fácil. Al menos a mí me pasa. Me dejo engatusar, enredar, liar… me dejo engañar por ese mal vestido de bien, disfrazado de algo positivo, placentero y ¡hasta necesario! Dios se debe de poner negro cuando ve lo «facilón» que soy a veces. No es un juego. La primera frase de la lectura es determinante: «haz el bien y vivirás». ¡Cuánto nos quejamos a veces de lo desgraciados que somos, de lo mal que nos salen las cosas, de toda la felicidad que nos falta, de no sentirnos llenos y plenos! La solución está dada hace ya mucho tiempo: haz el bien y odia el mal. Pero ni caso. No nos lo creemos. Preferimos pensar que el azar, el dinero, el nivel social, las personas, el placer, una casa grande, un sueldo mejor… nos harán más felices. Parece que no es así.

Al mal, ni agua. Ni una gota.

Un abrazo fraterno

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¿Miedo a las tempestades? #tengomiedo

A todos nos llega la tempestad. Es la climatología. En la vida, hay días de calor, de frío, de viento, sequías, lluvias… y tempestades. La tempestad es esa época donde se ponen a prueba los cimientos, donde hay cosas que se lleva el viento, donde hay que amarrar bien aquello que no queremos que se lleve, donde es imposible pasear y es recomendable quedarse en casa unos días, hasta que escampe. La tempestad es extrema, con vientos fuertes y lluvias abundantes.

¿Hay que tener miedo a las tempestades vitales? Depende. El miedo es libre y, posiblemente, como pequeños y débiles que somos, aparecerá. Yo tengo miedo muchas veces. El Señor, el mismo que iba en aquella barca con los apóstoles, me llamaría cobarde.  Si Él está, nada tengo que temer. Si acudo a Él, si me aferro a Él, si me abandono a Él, nada podrá la tempestad, por mucho que se mueva la barca, la casa, la vida. Si Él no está… prefiero no imaginarlo.

¡Y cuidado! La tempestad no siempre tiene connotaciones negativas. En mi vida, empezar a trabajar fue una tempestad, casarme fue otra tempestad, la llegada de los hijos fue otra tempestad, etc, etc, etc. Quiero decir que la vida tiembla en muchas ocasiones, que el viento sopla muy fuerte más a menudo de lo que creemos… porque hay momentos vitales, negativos y positivos, con una descarga de fuerza brutal, fuerza que pone todo lo ya asentado en vilo.

Jesús. Eso es lo primero que tengo que proteger, amarrar y asegurar.

Un abrazo fraterno

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Pablo Iglesias, el Evangelio y los sistemas de medida

Mi hijo estudió este año las unidades de medida. Se pasó el curso haciendo equivalencias, cambios de unidades, etc. La clave de cualquier sistema de medida es su medida de referencia. El metro, el gramo, el segundo… lo que sea. Es algo invariable y alrededor del cual se construye el sistema. Si la base fuera voluble… difícilmente se podría medir nada.

En nuestras relaciones, inevitablemente, también aplicamos sistemas de medida. Hay personas que ponen el listón muy alto y otros se ponen una referencia de pequeñas dimensiones. El Evangelio de hoy nos vuelve a recordar la clave del sistema de medida: la referencia es inmutable. Si el listón es alto lo será también para mí. Si el listón es benévolo, lo será también para mí. Lo que no puede es cambiar.

Y justamente hoy esto viene al pelo ante la irrupción sufrida por el dirigente de PODEMOS, Pablo Iglesias, en su conferencia de esta mañana en el hotel Ritz. He leído, con desagrado, comentarios de tuiteros católicos, hartos de condenar esas acciones cuando somos los cristianos, políticos del PP, etc. quienes las sufrimos, pero incapaces hoy de utilizar la misma medida con Pablo Iglesias… Me produce tristeza. Cuidado con las medidas y las referencias que luego nos pasan factura…

Un abrazo fraterno

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Aquí ¿quién pone la otra mejilla? #granpregunta

«NO HAGÁIS FRENTE AL QUE OS AGRAVIA»

Así comienza el Evangelio de hoy. Me reafirma en muchas cosas. Es la verdad. Podría decir otra cosa pero es lo que siento. Siento que hoy, el Señor, me anima a seguir comportándome de la misma manera ante ciertos agravios en esta España nuestra. A algunos, mi silencio les parece una falta de compromiso. A otros, miedo. Otros no entienden que no colabore en defendernos… No sé… Yo siento que hoy, el Señor, me entiende y que yo intento hacer vida esta Palabra suya.

Estoy harto de recogidas de firmas, de exigencias de respeto, de campañas defensivas… ¿Quién pone la otra mejilla aquí? ¿Quién ofrece su túnica? Queremos defendernos con las mismas armas de quién nos ataca, aunque las vistamos de otra manera. Nos indignamos y clamamos al cielo porque entran en nuestras iglesias, nos insultan, nos faltan el respeto… ¿Es todo esto peor que los latigazos, que la traición, que la cruz? ¿Cómo respondió nuestro Señor a la injusticia del pecado que se vertía sobre Él?

No es un tema fácil. La frontera es fina. Pero yo, por ahora, lo seguiré rezando y seguiré aceptando.

Un abrazo fraterno

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Católicos que defienden SU verdad #haberloshaylos

Jesús me envía al mundo. Yo no soy del mundo. Jesús me envía al mundo.

Jesús pide al Padre que me consagre en la Verdad. No en mi verdad. En la Verdad. La Palabra es Verdad, dice.

Hoy hablaba con un amigo, en twitter, la cantidad de creyentes que se pasan el día peleando por SU verdad. SU verdad política. SU verdad moral. SU verdad social. Creyentes y no creyentes. Cada uno defiende SU verdad. Eso es el mundo. Yo también me pierdo a veces. Normalmente cuando la Palabra se aleja de mi vida y la dejo en la estantería o simplemente en mi cabeza. Algo conceptualmente bonito que no cambia nada de mi ser ni de mi vida. Cuánta energía, cuánto tiempo, cuánto disgusto… y qué lejos Jesús de todo eso.

Hace varias semanas que llevo un Rosario en mi bolsillo. A veces lo rezo. Otros días se me pasan sin rezarlo. Pero meto la mano al bolsillo y lo agarro continuamente. Es un intento de no perder el centro, de pedirle a la Madre que me ayude, de hacer presentes los Misterios de Jesús en cada instante de mi vida. Es una manera de saberme enviado.

Conságrame a la Verdad, Padre. Amén.

Un abrazo fraterno

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¿Qué pasa si me muero mañana? #buenapregunta

Yo no me quiero morir con la sensación de haber sido infiel a la llamada de Dios, de haber incumplido el sueño de Él para mí, de haber tirado mi vida en pos de cosas sin importancia, de haber dejado de hacer tanto…

Yo pienso esto todos los días. Pienso en cuando me vaya. Puede ser mañana. Puede ser dentro de 50 años. El caso es que, igual que Pablo o Jesús, quiero irme diciéndole a Dios: «Señor, lo he dado todo. No me he guardado nada. Lo he intentado. Sé misericordioso conmigo. Quiero estar a tu lado el resto de eternidad«. Yo quiero eso.

El día de hoy no ha sido bueno. No me gusta mi trabajo. Lo tolero pero convivo con esa sensación de que no puedo estar mucho más tiempo dedicando tanto a algo que no me llena, que no responde a lo que Dios me pide y que no saca de mí los dones que Dios me ha dado. Por ahora no queda otra, pero hoy ha sido muy difícil. Me siento muy cansado en este punto. ¿Debería ser valiente? ¿Debo ser prudente? ¿Quiere Dios que mueva ficha? ¿Quién lo sabe?

Me agarro a la cruz, resisto, rezo y confío en la jugada que tengo en mi mano. Amén.

Un abrazo fraterno

Oración en el huerto de Getsemaní

¡Nosotras parimos! Y nosotros también #daraluzalaLuz

En lo que a Dios se refiere, todos estamos llamados a dar a luz, a traer al mundo la Luz. Esa es posiblemente una vocación compartida entre todos, que unos aceptan y otros no.

Lo que parece claro es que, en ese «dar a luz» al que me llama Jesús, aparecerán la tristeza y la alegría. La tristeza, primero. La alegría, después. No mola el plan. A mí me gustaría que fuera al contrario. Pero desde mi ser padre de tres criaturas entiendo el planteamiento. Es muy difícil explicar a quién no ha experimentado la maternidad y la paternidad, cómo se vive esa alegría que brota de lo, aparentemente, inexistente. O como esa alegría compensa en su totalidad todo la tristeza y el sufrimiento que también trae consigo el proceso.

Jesús no quiere una panda de amiguetes alegres y satisfechos, resabiados, respetadísimos, acomodados… Jesús no quiere burgueses espirituales. La «clase media» espiritual no sirve. Esto no va de eso. Jesús quiere hombres y mujeres pecadores, sedientos de Dios, en búsqueda de la Verdad que sacie sus vidas, insatisfechos pero abiertos al encuentro con Él. ¡Cuánta energía gasto a veces en ser de los primeros sin darme cuenta que el camino es el segundo!

Todo a tus pies Padre. Amén.

Un abrazo fraterno

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Tengo el mejor de los Defensores #sinmiedo

Es verdad. Jesús no está. Ninguno de nosotros ha podido recogerse entre sus brazos o encontrarse cara a cara con su mirada, igual que la Magdalena o Pedro. Pero no nos ha dejado solos. No estamos solos.

La manera que tiene Jesús de denominar al Espíritu Santo me llama profundamente la atención: el Defensor. Un defensor no es tan sólo alguien que me protege y me libra de desgracias. Esa es, tal vez, la acepción más extendida pero no en la que hoy me quiero detener. Me gusta más entender al Defensor como Aquel que me sostiene, Aquel que sostiene mi fe.

Cuando leo el Evangelio de hoy me doy cuenta de que Jesús ya advirtió que las tentaciones iban a ser muchas, y también los ataques y las incomprensiones. Pienso en las personas que han perdido su casa, en las que pasan hambre, en las que ven caer enfermo a uno de sus hijos, en las que mueren aplastadas por las bombas de una guerra sin sentido… y todo amparado por el silencio de Dios, al menos por su permisividad ante estos hechos. No es descabellado pensar que estas personas se pregunten «¿dónde está Dios? ¿dónde está el Defensor?». La fe se tambalea, se cuestiona, entra en crisis tantas veces…

No hay mayor regalo que nuestra fe en Jesús. No hay mayor tesoro. No hay nada más importante que proteger. Nada más crucial para sostener. Eso le pasa a Lidia, la romana, en la lectura de Hechos. Le es regalada la fe y esa fe abrirá las puertas de su casa y de su corazón de par en par al amor de Dios.

Confiemos en el Espíritu. No tengamos miedo. Mientras Él esté cerquita… lo más preciado está garantizado… si así lo deseamos.

Un abrazo fraterno

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El secreto de los santos: ser del Espíritu #sersanto

Nacer del Espíritu. Ser del Espíritu. Pies en el suelo pero sin ancla, sin peso, sin cadenas.

Ser del Espíritu es estar dispuesto, estar disponible.
Ser del Espíritu es estar a la escucha y responder, como Samuel, «aquí estoy, Señor».
Ser del Espíritu es hacer planes sabiendo que el Señor puede tener otros.
Ser del Espíritu es no asegurarse la vida sino andar sobre el alambre.
Ser del Espíritu es mirar hacia arriba y no mirar hacia abajo.
Ser del Espíritu es abrirse a la sorpresa y acogerla con alegría.
Ser del Espíritu es ser sensible a la caricia de Dios, sentir que estás «tocado» por Él.

A mí me gusta vivir ligero de equipaje. No es fácil. A veces uno tiene la tentación de vivir preocupado, como viviría cualquiera… pero yo me lo creo, me creo que mi guardián nunca duerme, y que no me dejará tropezar.

Un abrazo fraterno

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