Luego sígueme (Marcos 10,17-27)

Esta lectura del joven rico siempre me ha generado mucha inquietud. Yo no quiero ser ese joven rico que se marcha triste tras hablar con el Maestro, incapaz de seguirle, incapaz de dejarlo todo por Él. ¡Qué exigente yo con ese joven rico!

Esta semana, el viernes concretamente, tuve una converscaión con alguien que me decía eso: JESÚS EN EL CENTRO. ¿Cuál es el centro? ¿Qué es lo primero? ¿Cuál es el eje alrededor del cual gira todo?

Jesús me pide entero. Jesús me pide todo. Jesús no quiere reservas, no quiere medianías, no quiere mediastintas, no quiere «síperoahorano»… Y tal vez yo tenga que revisar ciertos aspectos… ¡Vamos allá!

Un abrazo fraterno

PENTECOSTÉS – Paz a vosotros (Juan 20,19-23)

«Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.»

Ayer, en el marco de una celebración preciosísima y cuidadísima, se constituyó la Fraternidad Escolapia de la Tercera Demarcación de España. Fuimos 35 laicos y 14 religiosos los que dimos el paso. Qué mejor que hacerlo en la Vigilia de Pentecostés… Allí estábamos matrimonios, solteros, hombres, mujeres, niños, religiosos… profesores, profesionales de otros ámbitos, gente que trabaja en la escuela y gente que no… Cada uno con su función, cada uno con su vocación concreta, cada uno con sus ministerios… pero unidos y arraigados en Calasanz y en Jesús de Nazaret. Así lo quiere el Señor. Que Él Espíritu que ayer se derramó sobre nosotros nos inspire, nos ilumine, nos guíe, nos fortalezca y nos conforte. Y que el Señor haga con nosotros lo que crea oportuno…

… Anochecer… paz… Espíritu…

La paz de Jesús llega en la oscuridad, en la anochecida, con puertas cerradas y miedo, desconcierto, ceguera y parálisis, cuando la esperanza se ha esfumado. Ésta es la situación propicia para la acción del Espíritu tras recibir la paz de Jesús, tras reconfortar los corazones, tras comprobar de manera asombrosa que el Señor sigue vivo, tras encontrarse con Él en lo profundo. En la oscuridad, en la anochecida… llegará la paz y el Espíritu vendrá…

Un abrazo fraterno

Otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras (Juan 21,15-19)

Estoy en uno de esos momentos de la vida en los que eres consciente de que muchas cosas están sucediendo pero no acabas de poner en orden todas las piezas del puzzle. Sé que algo se está construyendo, sé que habrá un antes y un después, sé que hay cosas que no volverán a ser igual y sé todo lo que yo estoy sintiendo, experimentando, creciendo, sufriendo… Es un batiburrillo de pensamientos, sensaciones, emociones que, sí, a veces me desborda.

Me desborda porque la piezas del puzzle no están en orden, porque todavía no veo si esto es un camino a algún sitio o simplemente casualidades, puntos sueltos… cosa que no creo.

Mientras, siento que el Señor está haciendo algo conmigo, algo que desconozco. Es un misterio. Uno más. ¿Por qué yo? ¿Qué saldrá de todo esto? ¿Cómo acabará? ¿Qué frutos dará? Misterio. Misterio. Misterio.

Yo, mientras, intento hacerme con todo esto. No sé si podré. No sé si es lo que tengo que hacer. Rezo y contemplo. El Espíritu está soplando…

Un abrazo fraterno

Tened valor (Juan 16,29-33)

Jesús lo dejó claro desde el día uno de su marcha: en el mundo, tendréis luchas. No era un tipo que viviera en los cielos y que no supiera lo que implicaba anunciar el Evangelio. ¿Quién mejor que Él, crucificado, para advertirnos de lo que traería de sí seguirlo? Luchas. No problemitas, complicaciones, cosillas… no: luchas. Batallas. Guerras.

Y Jesús apeló a la épica, al valor. Yo a veces comparto en facebook o aquí en el blog que activo mi modo épico. Suelo poner algo así como «MODO ÉPICO = ON». La gente se ríe y yo también pero en el fondo de mi ser conozco lo que eso significa y cuando activo el modo épico sé por qué lo hago. Y me pongo la música adecuada y dirijo mi actitud de una manera determinada y me agarro los machos y, realmente, siento que estoy en medio de la gran batalla y que tengo que ser valiente y salir a luchar. El modo épico es fundamental en mi vida…

No soy el único valiente. Conozco mucha gente que sale ahí afuera y deja sus miedos en casa. Conozco a muchos que plantean su día a día desde la promesa de la victoria final. Y conozco a unos pocos, que casi siempre son mujeres, que no es que sean valientes… es que son auténticas heroinas. Son heroinas anónimas que sostienen sus vidas pese a dificultades mayúsculas, a batallas durísimas, a pruebas muy exigentes… Muchas de ellas no creen en Dios o no lo tienen presente pero YO, AL MIRARLAS, LO CONTEMPLO Y DESCUBRO SUS MARAVILLAS EN ELLAS. Otras son la imagen nítida del mismo Dios…

Un abrazo fraterno (os dejo una canción de mis momentos en modo épico… :-))

Se alegrará vuestro corazón (Juan 16,20-23a)

¡Qué lectura! ¡Qué palabras de Jesús! Directas al corazón. Directas a las aspiraciones más hondas de mi persona, de muchas personas.

Se pone en evidencia que no todo el mundo pone a Dios en medio. El mundo, cada vez más, se aparta de Dios y vive «alegre». Los que seguimos a Jesús sabemos, al menos yo, que cuando se pierde la alegría vital es porque algo se ha interpuesto entre Jesús y uno. Cuando el corazón cruje desfallecido lo mejor es buscar la mirada de Jesús y descansar en Él. Su promesa es clara: SE ALEGRARÁ VUESTRO CORAZÓN. NADIE OS QUITARÁ YA VUESTRA ALEGRÍA. NADIE.

Ayer fue un día de una intensidad tremenda. Estoy viviendo y exprimiéndome hasta el no poder más pero, aunque desfallecido y cansado a veces, me siento vivo. Vivo días de feroz batalla, de mano tendida, de amor que todo lo ocupa… Y me esperan días de igual o mayor intensidad. No hay tregua. Comprometiendo la vida minuto a minuto. Al amparo de una vela que me recuerda la presencia que nunca desaparece.

Hoy visto la armadura de la fe. Empuño la espada de la verdad. Me protejo con el escudo de la confianza. Y pongo todo mi ejército, todo lo que soy, al servicio del Rey. La victoria es segura.

Un abrazo fraterno

La paz os dejo (Juan 4,27-31)

Uno de los frutos del encuentro con el Resucitado es la paz. Cuando uno se ha visto cara a cara con un Jesús capaz de dar vida, donde sólo había muerte; siente paz. Seguro que alguna vez hemos tenido brevemente o intensamente esa experiencia.

Para mi la paz siempre ha sido un parámetro ideal para calibrar si mi intuición me engañaba a la hora de tomar decisiones importantes sin llegar a tener seguridades absolutas o certezas definitivas. Si estaba en paz, optaba por ese camino. A veces era una paz producida imaginándome el resultado de una decisión o la vida después de ella.

La paz de Jesús, además, necesita de un corazón firme y valiente. Así nos lo dice Él. Porque la paz está bien pero luego… hay que seguir amando.

Un abrazo fraterno

Quien os lo enseñe todo (Juan 14,21-26)

No lo sabemos todo. Ni siquiera nos acordamos de lo ya aprendido. Jesús lo sabe y no nos deja solos.

No lo sabemos todo. Ni al principio, ni en el medio, ni en el final. Escuchemos al Espíritu.

No tenemos todas las preguntas ni todas las respuestas. No conocemos las soluciones ni las puertas que hay que abrir para seguir caminando.

Pero si tenemos fe, una poquita; confianza, una poquita y amor a Dios… el Espíritu nos susurrará, nos dará luz, nos sostendrá, nos clarificará. A través de una melodía, de una imagen, de una persona, de una conversación, de una casualidad, de… ¡vete tú a saber!

No estoy solo. No tú lo estás. Siempre hay que nos lo enseña todo.

Un abrazo fraterno

¿Qué es eso para tantos? (Juan 6,1-15)

¿¿Y yo? ¿Qué soy yo, pobre de mi, para tantos hambrientos del mundo? ¿Qué puedo yo con tanta necesidad? ¿Qué valgo yo, con mis miserias, mis defectos, mis enredos…? ¿Qué es esto para tantos?

Pero Jesús, sin dejarme terminar, me cogió entre sus manos y me repartió a los presentes. Y todos se saciaron…

Soy poco por mi mismo. Grande en las manos de Jesús. Con capacidad limitada para cambiar nada por mi mismo. Capaz de devolver vista a los ciegos, el oído a los sordos, el habla a los mudos… en las manos de Jesús. Con defectos y carencias pero TREMENDAMENTE AMADO por el Padre.

Me di y se obró el milagro.

Un abrazo fraterno

La luz vino al mundo (Juan 3,16-21)

Quien ha estado en París lo sabe. Pocas cosas hay tan hermosas en el mundo como la Torre Eiffel en la noche parisién. Es una luz preciosa, cálida, que te lleva al mismo cielo, que ilumina la oscuridad de la noche y que te permite ver la vida desde otros parámetros.

¿No es Jesús igual?