Anuncio (Romanos 10, 9-18) – Adviento en familia 2011 – día 4

Hoy es S. Andrés y las lecturas así nos lo recuerdan. Y me resultan muy buenas lecturas para el Adviento ya que tratan algo nuclear del misterio de la Navidad: el anuncio. No hay belén que se precie que no contenga en un rinconcito la escena de «La Anunciata»: ese grupo de pastores que, a la vera de una hoguera o fogata, en plena noche, reciben la visita del ángel que les anuncia la llegada del Salvador y les exhorta a ponerse en camino e ir a adorarlo.

Ese ángel, que tantas veces pasa desapercibido en el belén, cumple una función importantísima: ANUNCIAR LA  BUENA NOTICIA cuando la oscuridad y el frío son mayores.

El Adviento es buen momento para pararme y confrontarme con el ángel: ¿Soy portador de la Buena Noticia? ¿Voy allí donde la oscuridad es mayor y anuncio a Jesús? ¿Me siento enviado por Dios a ello?

Un abrazo fraterno

Los sencillos (Lucas 10, 21-24) – Adviento en familia 2011 día 3

El Evangelio de hoy creo que nos aporta una clave del Adviento en cuanto a preparación de la Navidad. Sencillos eran María y José. Sencillos los que les prestaron aquel establo a las afueras de Belén. Sencillos eran los primeros elegidos en conocer el nacimiento, los pastores. Sencillos eran los apóstoles y sencillos aquellos que seguían a Jesús en muchedumbre.

¿Será la sencillez una de las claves para acercarnos al misterio más idóneamente? Y si es así, ¿por qué? ¿Por qué la sencillez? ¿Por qué a los sencillos y no a los sabios les son reveladas ciertas cosas?

Yo siempre me he creído muy «sabio», más «sabio» que otros sin duda. Siempre he creído que sabía más que otros de muchas cosas y que mi capacidad era mayor que la de muchos. He ido bajando a la tierra. Unas veces a base de golpes y otras muchas a base de estar en contacto y querer y apreciar a mucha gente y muy diversa. Estoy contento de mi proceso pero me queda mucho camino y este Adviento vuelve a ser una nueva oportunidad para reflexionar sobre ello. El objetivo es claro: presentarme delante de un Dios hecho niño con el espíritu de uno de aquellos pastores que sin tener demasiado supieron reconocer, adorar y querer sencillamente al que era su Salvador.

Un abrazo fraterno

El Señor está contigo (Lc 1, 26-38)

Lejos de pararme hoy en la ya tantas veces interiorizada disponibilidad de María, su inmaculada concepción o su virginidad… hoy la Palabra me ha llevado por caminos obvios aunque muchas veces desatendidos.

Viendo a María, y teniendo claro que ningún ángel bajó del cielo con sus alas y se le apareció por la ventana, la escena nos propone algo tremendamente importante: ¿Cómo era María, cómo vivía y en qué disposición estaba para haber podido ESCUCHAR lo que Dios quería de ella, para saber reconocer el sello del Padre en sus intuiciones? Esto, hoy, me interpela tremendamente y me llama a crecer un poquito más.

María pudo escuchar, supo escuchar. María descubrió a Dios tras esa brisa suave que le llamaba a cambiar de vida, que le presentaba una vocación irrenunciable, la suya. María nos invita a «ser vírgenes» también hoy. María nos enseña que a Dios se le escucha en el silencio, interior y exterior. María nos enseña que para sintonizar con Dios hay que vaciar el interior, la mente y el corazón, de ruidos, de distracciones superfluas, de cosas, de planes… María nos enseña que Dios habla siempre y que, tal vez, cuando sólo oímos su silencio se deba a nuestra incapacidad personal para ESCUCHAR. María vive abandonada en el Padre. Eso le permite escucharle de manera privilegiada.

Hoy María vería muy poquito la televisión. Opinaría poco y escucharía mucho. Se saldría de los debates políticos y mundanos de la sociedad y pasaría más tiempo con ella, en silencio, o con su prójimo más inmediato, al servicio. Hoy María no llamaría la atención, ni pensaría en cómo planificar su vida alrededor de su vida laboral. Hoy María visitaría más la iglesia o pasaría tiempo en su comunidad. Compraría pocas cosas y no tendría ni la Tarjeta Iberia ni la Tarjeta Vips Club ni la Travel… María hoy priorizaría su oración, su crecimiento.

Yo también estoy llamado a traer a Jesús al mundo cada día… ¿Estoy preparado para escuchar, interiorizar y aceptar la llamada? Creo, Padre, que puedo dar un poquito más…

Un abrazo fraterno

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Hizo lo que le había mandado (Mt 1, 16.18-21.24a)

jose.JPGÚltimamente tenemos ciertas reticencias, yo el primero, a «aceptar» palabras del estilo «mandar» venidas de Dios. Mi crecimiento en la imagen de un Dios Padre, misericordioso en extremo, amante de sus hijos, etc. me lleva a veces a estrechar mis oídos ante palabras que, bajo mi entender, suenan muy fuerte para hablar de Dios. ¿Puede el mismo Dios que nos ha creado libres mandarnos algo? Es tal vez una pregunta sobre la que bien podríamos charlas largo y tendido. Pero esta es la Palabra de hoy, no otra. Una Palabra que gira alrededor de José como ejemplo y modelo de aquel que responde con absoluta confianza y humildad a lo que entiende que Dios pide de Él.

Siempre me ha resultado chocante la sequedad con la que parece que Dios se dirige a José contraponiéndolo a la dulzura y delicadeza con la que se dirige a María. En las conversaciones con José no aparece un «¡Alégrate!» ni un «Dios te salve» ni un «el Señor está contigo»… José es un hombre discreto, que pasa desapercibido, que sabe leer la vida desde Dios, que no hace demasiado ruido pero que es pieza clave en los planes de Dios; con su actitud y su disponibilidad posibilita que Dios suceda.

José interpela muchas de mis maneras grandilocuentes, de mis cada vez menos extensos «discursos», de mi necesidad intermitente de ser escuchado y visto… José me enseña que hay otra manera de posibilitar a Dios. Ni mejor ni peor. Pero a mi me sirve mucho descubrirla.

Un abrazo fraterno

El que no está conmigo está contra mí (Lc 11, 14-23)

jesus.JPG¡Qué duro es a veces Jesús! ¡Qué duro! ¡Qué borde! (como diríamos hoy en día)ç

De nada sirven las medias tintas. De nada sirven los compromisos a medias. De nada sirven los «templados». De nada sirve la diplomacia barata. De nada sirve la mediocridad.

¿Qué es «estar conmigo» (según lo entiendo yo)?:

     – Estar con Jesús es estar dispuesto a seguirle a donde Él me lleve.
     – Estar con Jesús es estar a su lado cuando las cosas van bien y cuando nos llega la cruz por su causa
     – Estar con Jesús es vivir la fe en comunidad
     – Estar con Jesús es ver a todos como hermanos, es ver «dentro» de cada uno, es buscar la firma de Dios en cada hombre y mujer.
     – Estar con Jesús es aceptar la misión que el Padre nos encomiende, por muy dura que sea ésta
     – Estar con Jesús es jugarse la vida por los desfavorecidos, pobres, enfermos…
     – Estar con Jesús es perdonar sin límite y a todos
     – Estar con Jesús es amar ante todo y sobre todo… amar es todo
     – Estar con Jesús es denunciar las perversiones y manipulaciones del poder religioso
     – Estar con Jesús es estar dispuesto a hacer camino sin sandalias ni alforja
     – Estar con Jesús es tratarlo como hermano, desde la confianza, desde la cercanía
     – Estar con Jesús es estar perseguido, ser molesto para lo establecido, no estar bien visto
     – Estar con Jesús es priorizar las necesidades ajenas a las comodidades propias
     – Estar con Jesús es abrir las puertas de mi corazón a Dios
     – Estar con Jesús es dar testimonio de plenitud de vida, de auténtica felicidad
     – Estar con Jesús es crecer, dejarse sorprender, predicar, actuar, curar, sanar, acompañar, disfrutar…

Un abrazo fraterno

No he venido a abolir sino a dar plenitud (Mt 5, 17-19)

Dar plenitud… Dar plenitud… Se me hace la boca agua sólo de pronunciarlo Padre…

No vienes a cambiarme. No vienes a abolir mi manera de ser. No vienes a abolir mi yo.

Vienes a darme plenitud. Vienes a hacerme plenamente feliz. Vienes a llenar mi vida. Vienes a dar un sentido a mi existencia. Vienes a sacar de mi todo lo bueno que soy. Vienes a cogerme y subirme al cielo. Vienes a darme, a llenarme de dones y posibilidades. Vienes a susurrarme al oido que crees en mi. Vienes a recordarme que cuentas conmigo.

Un abrazo fraterno

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¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? (Mt 20, 17-28)

Esta es una pregunta muy directa de Jesús. Y estando en el tiempo de Cuaresma, tan cerquita ya de la Semana Santa, creo que es una pregunta especialmente dirigida a mi. ¡Cuántas veces me creo un gran testigo, un gran discípulo capaz de hablar de Dios a «gentiles» y desconocedores del amor del Padre! ¡Cuántas veces me he sentido lleno, inundado de perdón! Lo que tal vez no soy capaz de mirar tan de frente es la cruz… ese inevitablemente momento que llega para todo seguidor de Cristo en que la convicción y la fe te cuestionan y te contraponen frente al mundo de lo establecido, de lo políticamente correcto, de lo rutinario…
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Me cuestan especialmente las situaciones de dolor. Como me cuesta afrontarlas hago todo lo posible por no vivirlas. Cada vez menos, también es verdad. Pero muchas veces evito comentarios, opiniones, realidades… que me llevarían a enfrentamientos, a separaciones, a… ¡Cuántas veces estaríamos dispuestos a morir en la cruz por el Señor y luego no somos capeces de sufrir los alfilerazos de cada día!

A tu pregunta de hoy, Señor, mi respuesta es «cada vez más capaz»… ¿Suficiente? Sólo Tú lo sabes… Tú me conoces…

Un abrazo fraterno 

Dad y se os dará (Lc 6, 36-38)

manos_madre.jpgEs una convicción. Es una certeza. De las pocas que tengo en mi vida, en mi fe. Hay que apostar por Cristo, hay que «perder» la vida en Él. Hay que gastarse, morir, dar la vida, jugársela siempre por el Reino, por mi prójimo, por el mundo. Hay que actuar sin pensar demasiado, sin dejar que las tentaciones fruto de la mente temerosa y racional paralicen nuestro amor. Hay que soltarse, echar lastre. Hay que llevar poco equipaje, compartir. Dar a quien tiene poco. Dar a quien no tiene nada.

Estoy convencido de que el Señor responde por aquellos que dan su vida por el Reino. Recuerdo que el Evangelio que elegimos mi mujer y yo en nuestra boda fue la de los lirios del campo… que acaba diciendo «buscad el REino y lo demás se os dará por añadidura».

Yo me lo creo. Esencial para afrontar la Pascua. Esencial para afrontar la cruz en la vida. Pese a las dudas, el miedo, el dolor… ¡siempre DAR!

Un abrazo fraterno

Pero yo os digo… (Mt 5, 20-26)

Es curioso que lo que me parece más importante de la Palabra de hoy, leyendo el Evangelio, es este «pero yo os digo». Me parece importante porque Jesús lo usa para contraponer la Ley de Moisés a la «nueva ley» que Él mismo vino a enseñar. Su doctrina es mucho más exigente que la de Moisés. Su doctrina no es prohibitiva en su base sino más bien propositiva. Jesús no se encarga tanto de decir «por aquí NO» como de decir «por aquí SÍ»; pero esto, pese a que nos parezca lo contrario, compromete más, me implica en mayor medida.

A Jesús no le sirven los cristianos cumplidores profesionales de preceptos y mandatos y ya está. Jesús no llama a no cumplir la Ley, a no cumplir los mandamientos… No. Jesús llama a ir más allá de ellos porque su mero cumplimiento no nos hace felices ni dichosos a sus ojos. Se me ocurren infinidad de situaciones y personas que, declarándose cristianas y católicas y siendo fieles cumplidoras en la misa, la oración, etc., no son testimonio del Jesús que yo veo en el Evangelio.

Cuando yo era más pequeño y me enseñaron a hacer el examen de conciencia antes de irme a confesar, me enseñaron un método que consistía en ir repasando los 10 mandamientos e ir viendo en qué no los había cumplido. Ahora he crecido, he madurado personal y espiritualmente y creo que habría mejores maneras de hacerlo. Una de las cosas que tengo claras es que suele ser peor la omisión que la acción y que la falta de acción es la gran razón que tenemos muchos para sentirnos buenos y mimados por Dios: «no he matado, no he robado, no he sido infiel a mi mujer, no falto a misa… luego… ¡soy cojonudo! (con perdón)». Pero Jesús hoy me dice: «genial que no hayas hecho todo eso pero… ¿has dado vida? ¿has dado y compartido tus bienes a los más desfavorecidos? ¿has cuidado a tu mujer, te has puesto en su lugar, la has escuchado, ayudado, mimado, acariciado, comprendido? ¿cuando te acercas al altar eres consciente de tu misión en el mundo, estás comprometido en tu parroquia, estás al servicio?…»

Señor, gracias por proponer… ¡por mucho que me exija!

Un abrazo fraterno 

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Buscad y encontraréis… (Mt 7, 7-12)

La Palabra de hoy es para mi especial. Especial porque la primera lectura es del libro de Esther. Eso trae a mi mente y a mi corazón aquellos días en la primavera del año 2000 en que yo me estaba jugando una buena parte de mi vida decidiendo si me venía a Madrid apostando por una relación con mi amiga lejana, ahora mi mujer, Esther. Recuerdo abrir la Biblia en un momento de total ofuscación y salirme la primera página del libro de Esther. Siempre lo interpreté desde el Espíritu. Y además este Evangelio tan hermoso del que más que el «pedid y se os dará» me encanta el «buscad y encontraréis». Ese «pedid y se os dará» me denota una actitud algo pasiva, como pasando la responsabilidad de lo que nos pasa a un Dios que no cumple nuestros deseos porque necesita de nuestras peticiones. El «buscad y encontraréis», por contra, me lleva a una actitud activa, propia de quien coge su vida en sus manos y se hace responsable último de su felicidad.
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Buscar no es tener certezas, Buscar no es ir allí donde estoy seguro que está el éxito, la felicidad, la luz. Buscar no siempre lleva 5 minutos ni implica frutos inmediatos. Buscar significa necesitar encontrar algo. Buscar implica riesgo. Buscar implica abandonar mi estado actual. Buscar implica asumir la posibilidad de no encontrar nunca. Cristo nos promete ÉXITO si la BÚSQUEDA  es verdadera, si nos ponemos en camino… aunque también teniendo muy presente que, tal vez, sea el caminar el que despeje las nubes negras, el hallazgo final…

 Un abrazo fraterno