Lo que es del César pagádselo al César (Mc 12, 13-17)

Es un tema y un fragmento muy manido éste del César y de la monedita. Pero lo curioso de esto es que hay cosas que nunca cambian y que sigue habiendo intereses en mezclar poder político con poder religioso, en mezclarlo todo y menearlo bien para que llegue un momento en el que ya no se distinga nada…

Hoy en día esto sigue pasando y vemos a obispos encabezando manifestaciones, lanzando campañas y slogans… Yo siempre he despreciado las afirmaciones acerca de que la Iglesia no puede meterse en polítca y que los obispos no son quiénes para opinar de leyes y movimientos sociales. Los obispos son también ciudadanos y forman parte de una sociedad democrática en la que todo el mundo puede expresarse y opinar lo que quiera y donde quiera. Pero es muy distinto a que políticos y obispos acerquen intereses y que todo se convierta en una mistura engañosa y liosa para la gente. obispos

Jesús es nítido y claro en todo momento y se puede asegurar que sus mayores ataques han ido contra el poder religioso de la época que, con su poder, sometía a los feligreses. No recuerdo ninguna manifestación contra la ocupación romana pero sí una buena tanda de palos contra los mercaderes que habían tomado el templo.

Hoy la Palabra nos vuelve a recordar que nos mantengamos vigilantes y alejados de tentaciones. Soy ciudadano y cristiano y no puedo separar ambas cosas. Pero debo ser justo y verdadero en mi lucha por el Reino.

Un abrazo fraterno

¡Ya no tiene miedo! (Tb 1,3;2,1b-8)

Yo sigo teniendo miedo. Me tensa menos que antes pero sigue ahí. Miedo a la enfermedad. Miedo a la muerte. Miedo al dolor.

Ha sido un día en el que he estado dándole vueltas a dos noticias recientes: la enfermedad de un hombre cercano a una de mis hermanas de comunidad y la desaparición de un avión en pleno Atlántico. Y lo cierto es que estoy lejos de poder consolarme en el Padre cuando el dolor que me genera el miedo a que me suceda lo mismo me moviliza. El hombre del primer caso tiene un cáncer agresivo que lo está matando. Es joven y tiene niños de apenas 10 años y menos. Me pongo en el casaviono y me resulta imposible. Pensar en mi dolor y en el dolor de mi mujer y mis hijos me pone malo. Me sobrepasa. Y lo mismo me sucede cuando intento ponerme en el lugar de aquellos que, en medio de un vuelo tranquilo de vuelta a casa o de vacaciones, ven como la muerte los espera en medio del océano a través de un accidente brutal. ¿Cómo se comunica eso? ¿Cómo se le cuenta a un hijo, a un padre? ¿Cómo levantarte a la mañana siguiente? ¿De dónde sacar vida?

Este es mi oración de hoy. Poner delante del Padre mi miedo, mis miedos. Y el recuerdo para aquellos que sufren.

Un abrazo fraterno

Estaba escuchando… (Hc 16, 11-15)

Aunque parece una obviedad creo que no lo es tanto. Que Lidia recibiera el testimonio de Pablo y decidiera bautizarse parte de una premisa: estaba escuchando. escucha

Yo no dispongo del don de la escucha. Lo tengo claro. Conozco personas cercanas a mi que sí lo tienen pero para mi es un enorme esfuerzo educar mi capacidad de escuchar a Dios, a los demás, a mi mismo. No es algo que me salga de manera espontánea y tengo que poner todos los sentidos en ello cuando la ocasión lo requiere. Posiblemente yo, si estuviera en lugar de Lidia, no me hubiera visto tan impactado por las palabras del de Tarso. Hubiera pensado que es un tío majete que vale mucho y que dice cosas interesantes, bonitas y cargadas de profundidad pero… nada más.

Tengo un largo trabajo por delante todavía; un trabajo clave para encontrarme, para situarme en el mundo, para ser mejor marido, padre y hermano y para encontrar definitivamente la voluntad de Dios para mi.

Un abrazo fraterno

El Señor está cerca de los atribulados (Sal 33)

Lo primero que tengo que decir es que la palabra «atribulados» no está recogida en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Como curiosidad. Sí está la palabra «tribulación» de donde podemos deducir la anterior. Atribulado será todo aquel que sufre pena, congoja, tormento, persecución… adversidades.

Las adversidades están ahí. Todos los días. Y la sociedad en la que vivo llena mi vida de tribulación. El concepto del trabajo, la economía y el tiempo me oprimen. Mucho que hacer y poco para disfrutar. «Hay que disfrutar en cada momento con lo que uno tiene» – dicen algunos. Y es verdad. Pero eso no quita para admitir que vivimos a un ritmo frenético e inhumano. Y luchar contra eso cansa, agota, desgasta.

Está siendo una semana difícil. Y acojo el salmo de hoy con alegría. Es un beso del Padre.

Un abrazo fraterno

… les abrió las puertas (Hc 5, 17-26)

Me ha resultado curioso hoy la lectura de los Hechos porque me ha llamado la atención algo en lo que no había caído hasta ahora. Siempre me había centrado en cómo el ángel del Señor libera a los apóstoles presos y había pensado e interiorizado cómo Dios nos libera cuando parece que no hay escapatoria ni luz. Pero la segunda parte de la historia es la que hoy me ha centrado: «Id al templo y explicadle allí al pueblo íntegramente este modo de vida.»

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La liberación es PARA ALGO, PARA ALGUIEN. El ángel no los libera para que, cogiendo su libertad, los apóstoles se vayan de crucero a vivir una vida mejor o a profundizar sus años compartidos con Cristo metiditos en su casa. Les libera para que vayan a otros y les hablen del Evangelio, del modo de vivir de Jesús. Ni siquiera de teologías o filosofías sino de un modo de vida distinto, de otra manera de hacer las cosas, de otro camino de relación.

Puertas abiertas, sí, pero PARA ALGO, PARA ALGUIEN.

Un abrazo fraterno

El viento sopla donde quiere y oyes su ruido (Jn 3,5a.7b-15)

abismoxc6Es una imagen preciosa esta del viento. Soy de los que se sienten vivos cuando el viento, leve brisa o moderado soplo, le pega en la cara. Ir a la ladera de la Torre de Hércules o a cualquier cabo de las Rías Altas o de la Costa de la Muerte y, subido a una roca, sentir el viento sobre tu piel es algo que me hace sentir muy vivo.

La Palabra de hoy me recuerda que en el ámbito espiritual también va mucho de esto: de  dejar que el viento sople y de sentirlo sin hacer demasiadas preguntas. No hace falta saberlo todo. No hace falta tenerlo todo controlado y planificado. No hace falta conocer pros y contras. No hace falta fabricar puertas de entrada ni salidas de emergencia. Simplemente sentir el viento, escucharlo y dejarse mecer. Ese viento que es intuición, que es pasión, que es sobrecogimiento. Ese viento que es felicidad profunda cuando llega y tensa calma cuando desaparece. Ese es el viento del Espíritu.

Llevo tiempo sintiendo el viento en mi cara aunque no tengo ni idea qué hacer con él. Tal vez la respuesta es nada. Simplemente dejarme llevar un poquito y sonreir…

Un abrazo fraterno

Tu brazo realiza curaciones, signos y prodigios (Hc 4, 23-31)

Bueno, igual es un poco presuntuoso el título aplicándolo a mi mismo pero me siento muy bien. A estas horas de la noche estoy satisfecho con el trabajo realizado.

Esta tarde he estado acompañando a un grupo de personas que se están preparando para ser Coordinadores de Tiempo Libre en su espacio dedicado a la sexualidad y la afectividad. Estuve con la cabeza rota durante semanas, releyendo libros y concretando aquello que quería presentar en las 3 horas que tenía. Ayer me acosté a las 3 de la mañana acabando de preparar la presentación… y todo ha valido la pena.

Creo que tengo la capacidad de conectar con las personas, de convertir esos ratos en algo mucho más cercano que una simple charla en la que uno enseña y los otros escuchan. Ayudar a descubrir, aunque sea poco, es dar un poquito de luz. Y hoy siento que parte de lo vivido esta tarde es ciertamente un prodigio. Con haber generado la necesidad de profundizar en un tema tan importante y con haber transmitido la idea de que vale la pena luchar por vivir una sexualidad integral… creo que es suficiente.

Gracias padre por irme abriendo puertas e irme dando la oportunidad de poner en juego mis dones personales.

Un abrazo fraterno

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¿Por qué os extrañáis de ésto? (Hch 3, 11-26)

Llega un momento que la sociedad te hace pensar que eres raro. Te miran raro. Te sienten raro. Diferente. Peculiar. Distinto.

La gente hoy se extraña de que te cases joven. Se extrañan si con 31 años tienes 2 hijos. Se extrañan si decides tomarte un año sin trabajar para cuidar y educar a los pequeños. Se extrañan si el éxito o la carrera profesional no es lo que más te preocupa. Hoy se extrañan si decides dejar tu trabajo en la privada para irte a dar clase a los mocosos de la ESO. Se extrañan si sigues yendo a misa a los domingos. Se extrañan si no te preocupa demasiado el tiempo de Semana Santa porque no te vas a ir a la playa. flickrperroverdeodincarsn9

Pero también se extrañan de tu manera de encajar golpes y de la expresión de paz de tu cara pese a haber muerto tu padre. Se extrañan de las ideas claras y de la mente sana. Se extrañan que vayas a determinados cursos o seminarios. Se extrañan de que tengas una comunidad o grupo con el que estrechar lazos y compartir fe de manera regular. La gente se extraña de tu fortaleza y de la manera en la que llevas tu debilidad. Se extrañan de tu alegría contagiosa y de la manera en la que tratas a los demás.

Y aunque a veces me encantaría preguntarles a todos «Por qué os extrañáis de esto» sé que, hoy, no es algo demasiado usual. Lo que sí sé es que es contagioso y transformador. Probad.

Un abrazo fraterno

Te doy lo que tengo (Hc 3, 1-10)

«No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo» le dijo Pedro a aquel lisiado que pedía limosna. Realmente clarificador. Cada uno de nosotros está llamado a construir el Reino pero cada uno lo debe hacer desde lo que es. No todos somos lo mismo ni tenemos lo mismo ni podemos, por tanto, dar lo mismo. Lo que es claro es que no puede haber excusa para no hacer nada. snoopycorazon

¿Qué tengo yo Padre? ¿Qué puedo ofrecer a esos lisiados que me encuentro en el camino? ¿Tiempo? ¿Alegría? ¿Atención? ¿Conocimientos? Estoy pasando una etapa de redefinición en este aspecto. Abriendo nuevas puertas y estando dispuesto a dar nuevas cosas. Ojalá que esto sirva para animar a muchos, curar a muchos, dar la paz de Cristo a muchos.

Un abrazo fraterno

¡María! (Jn 20, 11-18)

Jesús llama por el nombre. Si hubiera sido yo quien hubiera ido al sepulcro habría gritado sin duda: «¡Santi!» Primero porque Él si me conoce a mi y, segundo, porque Jesús contacta de uno en uno y trata a cada uno como es, empezando por llamarle por su nombre.

Es ahí, al escuchar su nombre dicho de una manera especial, cuando María se da cuenta de quién es aquel que la está llamando. Imagino que su corazón se pondría a mil, sus ojos se abrirían de par en par y todo su cuerpo reaccionaría ante aquello.

Hoy a mi, pese a ser María, también me pasa a veces lo mismo cuando escucho, hago, leo, veo… al Maestro. Mi corazón late más fuerte y mi respiración se acelera. Entonces sé que estoy delante delResucitado.

Un abrazo fraterno