Carta a Rozalén

En algún lugar del mundo, a 28 de julio de 2019

Querida María:

Ya ves, tantos años enamorado de ti y aquí estoy, escribiéndote por primera vez una carta de amor. ¿De amor? Sí, de amor. ¿O es que no es amor buscar tus canciones para colorear los momentos más intensos de mi vida? ¿O es que no es amor que los pelos se me pongan de punta al escucharte? ¿O es que no es amor hablar de ti a los que me rodean y siempre para ponerte por las nubes? ¿O es que no es amor sentir la certeza de que el mundo es mejor contigo? Si tienes otro nombre para llamarle a eso, adelante. Yo no lo he encontrado.

No es pecado decir que te quiero. Hemos cometido el error de estrechar demasiado el campo de juego del querer. Nos hemos equivocado al reservar palabras tan bonitas sólo para situaciones o personas exclusivas. Claro que no te quiero como quiero a mi mujer. Claro que no te quiero como quiero a mis hijos. Claro que no te quiero como quiero a familiares, amigos… No te conozco tanto. Algo sí. Pero todo eso no es inconveniente para poder quererte. Y es que hay que querer a todo aquello que nos hace mejores. Y decirlo, sin miedo ni vergüenza. Ojalá siempre quisiéramos aquello que nos dignifica, que nos viste de belleza, que saca lo mejor de nosotros, que nos acerca a un bien mayor.

Varios han sido los momentos compartidos contigo. Recuerdo con melancolía y alegría aquel primer concierto al que fuimos toda la familia, en un lugar de Madrid que ni siquiera recuerdo, donde los niños encontraron especial protagonismo. Allí Bea y tú estampasteis vuestra firma en aquel primer disco «Con derecho a» que llevamos con ilusión a vuestro encuentro. Recuerdo una comida juntos, en un centro comercial madrileño, tras haber compartido un buen rato con los alumnos del colegio de mis hijos, al que accediste a venir a contarles tu historia. Recuerdo verte ya en concierto en Salamanca, donde ahora vivimos, con unos amigos que apenas habían oído hablar de ti y que salieron emocionados y encantados tras escucharte… Recuerdo muchas noches, con lágrimas en los ojos, escuchando «Saltan chispas», «Las hadas existen», «Berlín», «Volar», «Mi fe», «La belleza», «La que baila para ti»…

Has sido una de las reinas de mis noches de soledad. Cuando todos en casa se acuestan, yo suelo quedarme a escribir, a leer, a sentirme, en definitiva. Es el rato en el que me cito con los rincones más oscuramente luminosos de mí mismo. Soy una persona a la que le cuesta conectar con sus emociones más profundas y, con frecuencia, con las emociones de los demás. Me cuesta empatizar porque no me entero bien de lo que sucede. Sintonizo demasiado con la cabeza, buscando explicaciones y argumentos, en momentos en los que debería sintonizar con corazón o tripas. Contigo me resulta más fácil.

Tus letras, íntimas, acarician el corazón con ternura; pero con una ternura apasionada que lo pone todo patas arriba. Tu voz me hace viajar, pero no a otros mundos que no son los míos. Me das la mano y me llevas adentro, allí donde el cielo y la eternidad se encarnan y laten y bombean lo necesario para seguir existiendo.

Empatizar. Qué verbo más bonito, ¿verdad? Con Bea, lo conjugáis en primera persona. Bea, que con sus manos nunca se cansa de tejer el amor para aquellos que tienen girasoles en la mirada. Una metáfora profética también en un mundo que no quiere oír, un mundo sordo ante el dolor ajeno, ante el grito de tantos «tú» sufrientes. Bea y tú conseguís alejar nubes y excusas. Sois ese viento necesario que deshace y aleja nubarrones que contaminan los ambientes. Bajáis los niveles de CO2 de prejuicios y sinrazones y llenáis de oxígeno espacios y encuentros. Encuentros. Otra palabra preciosa. Encuentros que frecuentas, dúos con este y aquel, aquí y allá, siempre dispuesta para cantar y compartir con unos y otros… Me parece preciosa, más allá de cada canción, la apuesta por encontrarse y cantar y disfrutar juntos de lo que hacéis, más allá de discos y conciertos.

Querida María, gracias. Gracias por escribir. Gracias por contar historias. Gracias por cantar. Gracias por regalarte. Gracias por perseguir tus sueños, por creer, por no rendirte. Gracias por salpicar el panorama musical español de verdad, de nobleza, de honestidad profesional. Gracias por no guardarte para ti el don que se te ha regalado. De eso se trata la vida… De saber lo que se nos ha concedido y ponerlo al servicio de los demás. Como decía el maestro Fito Páez, gracias por venir a ofrecer tu corazón. Cada uno debemos encontrar nuestra manera, y yo te agradezco que tú hayas encontrado la tuya. Gracias por ser la luz más importante del escenario. Gracias por ayudar a que la esperanza resista en este mundo que se deshiela de pura frialdad.

No quiero hacerte perder mucho más tiempo, ni pretendo adornar lo que no necesita adorno. La verdad siempre es bonita en su sencillez. Me encantaría compartir un rato contigo, en familia, y simplemente hablar y estrechar lazos. Si te animas, un día, a escaparte de vorágines y giras, ya sabes. Aquí tienes una familia que te quiere.

Un abrazo María. Un abrazo lleno de cariño del de verdad.

Santi

Podéis encontrar todo sobre Rozalén en: https://www.rozalen.org/
Foto de cabecera extraída de su página web

La elegancia se demuestra al sonreír

Annie soy yo. Y eres tú. Annie somos cada uno de nosotros. Annie somos todos los que, alguna vez, hablando con la almohada o mirando la luna, hemos soñado con una vida mejor, con un mañana más lleno de sol que el hoy, a veces oscuro, lleno de dudas, problemas y falto de luz.

La luz que tiene Annie le brota del corazón. En el fondo, ella no recibe más que aquello que lleva dentro. Annie es el sostén de sus compañeras, la familia que cada una de ellas anhela, la vida que le falta al millonario que tiene todo menos la alegría de amar y ser amado.

Una vez más, me acuesto sintiéndome un pequeño gran hombre. Pequeño porque siento que me gustaría ser mejor, dar más, hacer más feliz a todos de lo que a veces consigo. Grande porque me sé tremendamente afortunado por esto que estamos viviendo juntos. ¡Cuánto nos equivocaríamos si dejáramos escapar el tesoro que tenemos entre manos, el tesoro de permanecer juntos, contra viento y marea, por los niños, por el teatro, por la necesidad que tenemos todos de querer y ser queridos!

Los mensajes que Laura nos deja en el grupo de whatsapp, tan llenos de emoción, son el reflejo auténtico de la valía de lo que conseguimos. Ya sean audios, fotos o vídeos… Laura consigue cocinar nuestras emociones a fuego lento. Y el imán que Lolo nos ha regalado a cada uno es mucho más que lo que a simple vista parece. Es una palabra, ESCOLATRIO, sellado en nuestras vidas. Nunca, nunca olvidaremos esta etapa chicos. Y nuestros hijos y sus compañeros tampoco. Es la entrega y la ilusión de un grupo de personas que saben atraer la magia, porque la llevamos en el corazón.

Cuando aquel otoño de 2015 nos vimos algunos por primera vez y llevamos a escena con sencillez «José, el pequeño Calasanz», nada auguraba una historia como la que tenemos entre manos. Mirad atrás, por favor. Cinco obras de Calasanz a nuestras espaldas, varios cantajuegos y todo el legado que el Principito, Charlie, Peter y Annie han sembrado en nosotros. Algunos escolatrios han estado y nos han dejado lo mejor de ellos y ellas. Y siguen ahí, más cerca o más lejos. Hemos sumado a otros y otras y la familia crece. Mientras, hay cosas que no cambian, como los carteles que nos regala Loreto, que nos rodean de un brillo especial, y las fotos de Luis y su luz que ilumina cada rincón de nuestro escenario.

Nuestro escenario es ya el lugar donde Jeny empujó con ganas a la pequeña Molly, donde Casandra y Rosa se tiraron los plumeros ¡y los cogieron al vuelo!, donde se venden las mejores manzanas de la mano de una Sandra a punto de ser luz :-), donde Estíbaliz se marcó el mejor claqué de la historia, donde Lucía pasó de no querer crecer a ser casi chica Bond, donde Elena lució nivel y estilo aunque haya descendido de clase, y donde Manel descubrió lo bien que le sienta un uniforme. Es el escenario donde Marián se marcó un mayordomo al nivel del mejor Anthony Hopkins en Lo Que Queda del Día o donde Andrés y Grace nos recordaron a esos amigos que siguen buscando el amor, sin darse cuenta de lo que tienen al lado. Es el escenario donde Dori y Cris hicieron que viéramos a un par de niñas sólo con sus sonrisas.

Una sonrisa que no se me quita cuando pienso en mi hermanita y mi Lili. Gracias a ellas Roosty vivirá para siempre, a la sombra de un señor Mudge de Canadá de toda la vida. Con ellas he compartido y disfrutado muchos ratos de ensayos. Compartido y disfrutado. Gracias por regalarme este papel tan divertido con el que, en parte, me siento identificado 😉 Y Lili, sigue llamándome Roosty… a ti te dejo 🙂

Y, por favor, dejadme decir esto, y saborearlo: estar papás, mamás e hijos, juntos, haciendo esto, es un lujo. Como padre me siento orgulloso de ver a Álvaro, Marina, Alba, Claudia y Sergio, comprometidos, entregados en una actividad sana, limpia, en la que tanto dan y aprenden a la par. Como decía aquella frase, a los niños los educa la tribu y me siento agradecido de que nuestros hijos hayan encontrado una tribu como la nuestra. ¡Qué suerte poderles regalar todo esto! ¡Qué suerte contar con su juventud, su nobleza, su verdad, su desparpajo, su buen hacer! Marina me ha cautivado para siempre en la primera coreo y Claudia y Alba han brillado como las que más en ese grupo de caquitas de cerdo. Y Sergio y Álvaro, grandes, en sus papeles de madurito lavandero y de chico para todo. Y Mario… que con fiebre se ha venido a ensayos a darlo todo y que ha cogido el testigo con la música, ejecutando con maestría su tarea. Grande.

Rosana, no nos hemos equivocado. Eras tú. Eras tú porque lo eres. Porque llevas la misma luz que Annie en cada uno de tus rizos. Porque alegras la vida de la gente que te rodea. Porque eres un alma limpia. Eres luz. Te ha sido regalado un don y sabes como nadie ponerlo al servicio de los demás. Si la elegancia se demuestra al sonreír… tú lo tienes más que demostrado. Te diría más cosas. Te las diré. MAÑANA. Cuando salga el sol, me acordaré de ti.

Y termino con Mª Ángeles y de Cris, nuestras eternas Principito y Zorro. Juntos hemos compartido mucho. Sé de primera mano lo que ha supuesto para cada una. Os debemos mucho a las dos. Muchísimo. Nunca se puede pagar del todo el esfuerzo que supone cargar a la espalda con todo lo que conlleva soñar la obra, prepararla, escribirla, dramatizarla, llevarla a escena, dotarla de vida y de personalidad propia, llenarla de ambiente, organizar ensayos, desvelarse para que todo salga bien, dirigir a cada uno de nosotros, poner orden, motivar, animar, ser mano izquierda y derecha… Quita sueño, energía… pero, como todo parto, luego trae al mundo una criatura maravillosa. Descansad un poco. Os necesitamos, yo el primero.

Es de noche y el sol brillará de nuevo mañana. Hoy se termina. En mi oración os tendré a todos presentes. Y a los niños que nos han visto y que podrán decir, cuando sean mayores, que descubrieron el teatro gracias a un grupo de papás y mamás locos. ¿Habrá algún actor o actriz escondido entre las butacas? ¿Habrá alguno o alguna en quién estemos despertando la vocación que le hará feliz para siempre? Uno solo nos basta. Uno solo que sonría al vernos es ya un premio más que suficiente. Ver hoy sentados en primera fila a muchos compañeros profes de la ESO y Bachillerato… incrementa la emoción de saber que el milagro se cuece, que la vida se abre camino y que lo que hacemos en el cole es algo… tan valioso…

Buenas noches. Os quiero. A todos. Más de lo que pensáis.

Un abrazo fraterno

Peter Pan, la nueva aventura de Escolatrio

Una vez más, la música rompió el silencio que precedía al aplauso. Los acordes de la famosa sintonía de Los Piratas del Caribe comenzaba a inundar cada uno de los corazones de los que, durante más de una hora, compartimos escenario y butaca, alma y piel. Nuevamente, lo habíamos vuelto a hacer.

Cristina me decía por la tarde si ya manejaba mejor mi tensión… Creo que sí, que estoy aprendiendo a disfrutar. Tal vez sea la tranquilidad de comprobar que, obra tras obra, tras el trabajo, el sufrimiento, el esfuerzo, siempre somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos y bordarlo. Es verdad, podemos sacarle detalles, mejoras… sin duda, pero eso no debe oscurecer lo que tenemos entre manos.

Peter Pan no quiso hacerse mayor y nosotros, los Escolatrios, hemos descubierto que hay maneras de hacerse mayor tremendamente bellas y hermosas. Los Escolatrios hemos decidido hacernos mayores, claro que sí, pero sin lapidar al niño que cada uno de nosotros lleva dentro. Hemos encontrado una manera preciosa de recordarnos a nosotros mismos que todavía nos queda mucho por crecer y por dar, que todavía nos queda mucho por jugar, por divertirnos, por crear, por imaginar… Hemos descubierto que hacer teatro hace felices a los pequeños y que, también nosotros, encontramos, tras el telón, un lugar privilegiado donde encontrarnos con lo mejor de nosotros.

No es un secreto lo que nos ha costado esta obra. El comienzo fue estresante, agobiante y desorganizado. Mucho del caos por culpa de un servidor que, a veces, no encuentra la manera de servir como se requiere. Y entonces se puso en marcha una maquinaria asombrosa y, sin duda, privilegiada. La maquinaria que hace que la suma de los esfuerzos de cada uno consiga asombrosos milagros. Una maquinaria que permite cubrir carencias de unos con dotes de otros, que permite llegar a hoy con el orgullo intacto.

Tener a Manel aquí es muy importante para mí. Poder compartir con un hermano como él esto… es un regalo. Y verle ahí, dándolo todo, actuando lleno de pasión… No tiene precio… ¡Y lo guapetón que estaba hoy!

Qué bien quedó reflejada la casa de los Darling. Con sus camas, con sus edredones, sus estanterías llenas, su ventana decorada al detalle, su mesita y su jarrón… con una Nana que cautivó a los niños desde el comienzo, como sólo sabe hacer Rosana, ese manojo de rizos que nos lleva a todos a Nunca Jamás cada vez que se acerca. Una pareja sencilla, con un padre frío y calculador y una madre bella y dulce a la que Susana supo cargar también del dramatismo necesario. Con una Teresa magistral en el papel de Liza, demostrándose a sí misma que la vergüenza puede ir buscando nueva casa, que con ella tiene la batalla perdida. Y con tres niños, niños. Geniales en pijama John y Michael, que supieron complementarse a la perfección. Rocío, que sabe sacar siempre una energía vital que llena allí por donde pasa, y Sarai, que supo sacar al mejor John, mezcla de sobriedad y de sonrisa pícara al verse volar.

Los Niños Perdidos, enfundados en sus pieles, supieron encarnar muy bien esas infancias perdidas, esos «huérfanos» con padres de los que tanto hay por el mundo. Con un Poquito al que Javi dotó de una capacidad brutal para seguirse queriendo y salir adelante. Con un Lelo lleno de dulzura, con una Estíbaliz con más voz que nunca; con un Plumífero que me robó varias sonrisas a lo largo de la obra, con una Begoña desatada por el escenario, suelta, libre y con un desparpajo que ha ido creciendo obra tras obra; unos Gemelos sencillos y que en su sencillez no cometieron fallo, con una Elena que es capaz de sacar adelante lo que le echen y con Sandra, comedida, sensible y llena de ternura. Y Rizos… al que Belén supo sacar adelante con una serenidad envidiable, teniendo en cuenta que el humo pendía de la misma mano…

Que a Casandra le pegaba Tigridia estaba claro pero era difícil imaginarse una interpretación tan genial como la de hoy. India y jefa. Rebelde. Peleona. Hermosa y misteriosa a la par. Y a su lado Pantera. ¡Qué maquillaje Jenny! ¡Me encantó! Poco papel, poco texto, pero una presencia impactante. Los niños, como siempre, a gran altura. Creo que están viviendo una experiencia fantástica que ya se llevan en su diario vital. La experiencia de participar junto a personas maravillosas, padres incluidos, de un proyecto que les está ayudando a soltarse, a interpretar, a trabajar en equipo, a asumir compromisos, a darse a los demás…

Pero nadie llenó el escenario de estar tarde como el grupo de piratas. Sus apariciones garantizaron momentos trepidantes, simpáticos, llenos de detalles y guiños auténticos. ¿Seguro que estabais interpretando? Yo creo que algo de vosotros salió ahí a pasear… Cris Mullins sobrada, desatada, en su salsa, con piercing incluido. Qué grande eres. Sonsoles, Rosa, Vicky y Dori… a lo Iniesta… haciendo que pareciera fácil lo que no lo es: llenar el escenario de vida, de naturalidad, de piratas de verdad, con una imagen absolutamente brutal. Cris y Mª Ángeles… magistrales, con el loro Manolo incluido. Qué bien llevasteis los textos y los tiempos y qué bien os compenetrasteis con el jefe… ¡Y el cocodrilo! ¡Cuánto esperamos para ver ese cocodrilo! ¡Cuánto esperamos…. y cómo mereció la pena! ¡Genial Laura!

Andrés… me mola ese caminar de Garfio. Al final te lo creíste y salió un auténtico Garfio, mezcla de autoridad, de maldad y de ridícula torpeza. Con un papel muy bien aprendido tras haberlo ido haciendo mejor ensayo tras ensayo. Y qué quieres que te diga… con ese cuerpo y ese traje… imponente.

Lucía… qué miedo teníamos eh… qué miedo y qué bien al final. ¡Cuánto creciste del primer ensayo, de la primera lectura, a hoy! ¡Hasta te permitiste el lujo de hacer cosas que no te habían salido en ningún ensayo! Enhorabuena por el trabajo y el esfuerzo. Fuiste la mamá de todos los niños del escenario y de las butacas por un buen rato… y el orgullo de tu hija no tiene precio.

Y qué voy a decir de Peter… Peter… difícil el Peter que queríamos, difícil el Peter original… difícil pero conseguido. Un Peter bribón, chulito, desafiante, desagradable, juguetón, héroe, valiente y cobarde a la vez… ¡Qué difícil y qué bien lo hiciste! Se te veía el brillo en los ojos. El brillo de saber que había magia… el brillo de quien es un hada en sí misma….

No todos estábamos en escenario. Porque hay historias que se quedan de este lado del telón. Una iluminación espectacular la conseguida por Luis. Gracias maestro. Una música ejecutada a la perfección por Mario, nuevo fichaje Escolatrio. Esther dando a vida a Campanilla. Loreto poniendo la imagen y su creatividad al servicio. Noe, Raúl, Ángeles… apoyando en primera fila… ¡Cómo os echamos de menos! ¡Qué bonito es echaros de menos! Y Cou siempre a pie de palco, y Quique y el resto de parejas que ponen mucho de su parte para que nosotros podamos llegar aquí…

Orgulloso. Feliz. Contento. Agradecido. Y con ganas de irme a cenar con vosotros. Así termino el día. Y con ganas de seguir caminando a vuestro lado. Dejando que los años se caigan del calendario mientras nosotros, sencillamente, ponemos nuestro granito de arena para dejar a nuestros hijos un horizonte que valga la pena. Lo estamos consiguiendo.

Muchos besos y abrazos

 

 

Carta a Ennio Morricone

Querido Sr. Morricone,

¡qué placer escribirle! ¿A qué no sabe que sale por los altavoces de mi ordenador en este preciso instante? ¡Las notas de su pieza «Gabriel’s Oboe», de la película «La Misión»! ¡Cómo agradecérselo!

Después de varias cartas de un claro tono político, ciudadano, hoy me he decidido por escribirle a usted y dar rienda suelta por completo a mis sentimientos. Uno a veces se cansa de escuchar, de razonar, se suponer, de argumentar, de criticar, de planificar, de trabajar, de preveer… Esa vida de adulto es muy cansina, sr. Morricone. A veces uno necesita que el niño que lo habita «salga del armario» y pinte de color la vida. El niño que me habita es un apasionado de la música, de todo tipo de música. El niño que me habita es capaz de estar sentado horas y horas frente a unos altavoces. El niño que me habita, entonces, vuela, baila, se ríe, se estremece, siente… ¡Y eso es maravilloso! ¡Eso no se paga con dinero!
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Descubrí la película «La Misión» no hace mucho. La había visto ya hace muchos años pero descubrirla, lo que se dice descubrirla, hace poco. Desde entonces ha pasado a ser uno de mis filmes favoritos. Y estoy convencido de que su banda sonora, compuesta por usted, tiene mucha culpa. No quiero reducir a unos cuantos piropos todo aquello que me hace sentir Sr. Morricone. Tal vez sólo puedo decir que su pieza central me hace sentir VIVO y como tal, enamorado de la vida y vulnerable. Su oboe me estremece, me sobrecoge. Su oboe eleva mi espíritu y lo lleva de viaje por «las minas últimas de mi ser», como decía el poeta Pedro Salinas… ¿Cómo se hace sr. Morricone? ¿Cómo se consigue esto? Si es verdad que todo pintor está en su cuadro, que todo poeta está en sus versos y que todo músico está en sus composiciones… perdóneme que le diga que estoy enamorado de usted. Así de claro. Para componer este tema hay que guardar algo especial en el corazón. Algo valioso. Algo que usted ha compartido con la humanidad. Gracias, sr. Morricone.

Me despido diciéndole que hace ya tiempo que he decidido (y comentado con los más cercanos) que esta pieza suene a la hora de mi muerte. Cuando ya no esté, me encantaría que la gente me recordara a través del oboe del P. Gabriel…

Un fuerte abrazo