Discernimiento de leproso… (Mc 1, 40-45)

Jesús le había pedido que no lo divulgara pero… ¡¿Cómo le puede pedir eso al pobre leproso?! Ese hombre ha sido curado. ¡Curado! ¡Y claro que lo quiere contar! Porque cuando la Buena Noticia, cuando el Evangelio en persona, se te cruza por el camino… no es posible gritarlo a los cuatro vientos. Yo le entiendo…

Le entiendo y aprendo de él. Porque el leproso demuestra dos tres cosas que no todos somos capaces de discernir: la primera es ser consciente de su enfermedad; la segunda, saber que sólo Jesús puede curarle y la tercera, reconocer que Jesús ha sido la causa de su curación. Son tres patas, tres momentos, que no son fáciles de reproducir. A veces no nos sabemos enfermos, no somos conscientes de que nos estamos muriendo por dentro. Otras veces acudimos a tantas cosas, a tantas personas, a tantos dioses… para curarnos… a todo menos a Jesús. Y muchas otras, una vez curados, pensamos que el mérito ha sido nuestro o lo achacamos a la suerte o a las circunstancias.

Gracias amigo leproso. Gracias hermano. Gracias por la lección.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

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