Roma (2) – De la habitación de Calasanz al tiramisú en el Trastévere

El 913 llegó al minuto pese a las peores premoniciones de Ángel sobre esta línea. Eran las 11:15 de la mañana. El nombre de la avenida por la que bajaba el bus ya me entusiasmó: VIA TRIONFALE. Era por donde los victoriosos generales romanos, el César mismo, bajaba con sus legiones camino de Roma. Roma es Roma. Y todo lo que fue, lo sigue siendo. El bus parecía una cuádriga conducida por un Mesala cualquiera pero Ángel y yo aprovechamos para ir hablando de Roma, de Italia y de su manera particular de ver el mundo que sólo se entiende estando allí.

El bus nos dejó en la parada de metro de Ottaviano, muy cerquita del Vaticano. Lo intentamos, os juro que lo intentamos… pero nos debimos quedar a 3 km de la Piazza S. Pietro donde se estaba celebrando la beatificación de Juan Pablo II. Millones de personas. Banderas polacas, españolas… curas y monjas de todos los gustos y colores… movimiento, frenesí… El mundo entero estaba allí en aquel momento. Así que decidimos no seguir intentándolo y nos fuimos a hacer ruta. Pasamos por delante de la casa general de las Escolapias y empezó a aflorar la especial y encantadora decadencia que rodea a Roma, a sus edificios viejos y desconchados, a sus adoquines milenarios… Nos encontramos con Castel Sant’Angelo  y más adelante con el Tíber. ¡Cuántas cosas habrá visto el Tíber! Me gusta. Es un río con una personalidad arrolladora. Romano hasta la médula.

Y girar por esa calle y encontrarme con la belleza hecha plaza de Piazza Spagna no tiene precio. La Plaza de España es guapa, muy guapa. Es para ponerla de fondo en la historia de tu vida. Es para pintarla, para fotografiarla y para inmortalizarla. Enamora. Giramos a la derecha y pronto nos encontramos con la columna de la Inmaculada donde se encuentra la Embajada española ante la Santa Sede. Allí vivió unos años otro coruñés que se acaba de marchar: Francisco Vázquez. Y continuamos y ¡ohhhhhhhhhhhhh! ¡Fontana di Trevi! Grandiosa. Populosa. Fuente encargada de traer agua saludable a la ciudad y utilizada para rematar la trasera de un palacio… Impresionante. ¡Qué brutalidad! Serían las últimas fotos de mi viaje antes de que la cámara se me cayera y se rompiera… qué le vamos a hacer…

¿Y la Rotonda? Basílica brutallllllllllll… No sé, es que uno se siente muy pequeñito al contemplar su historia de repente. Roma es parte de mi también. Y el arte. Y sus historias. Y luego Piazza Nabona de refilón hasta llegar al centro de la Orden de los Escolapios: S. Pantaleo, sede de la casa general, primer palacio comprado por Calasanz para su colegio y espacio donde se han cocido muchos de los momentos clave de la Orden: profesión de los primeros escolapios, lectura de la reducción de la Orden… Allí pude contemplar la habitación de Calasanz tal cual se quedó a su muerte y disfrutar emocionado de todo lo que Ángel me había contado. Mucho de lo que soy se gestó allí. Acongoja.

Y de allí al bullicio de Campo Fiore y su mercado e inserción definitiva en el Trastévere, lugar donde Calasanz descubrió a sus niños y, de paso, su vocación definitiva, la manera definitiva de agradar a Dios. El Trastévere es encantador, bohemio, sugerente, romántico… Allí le confesé a Ángel un plan que se ejecutará en su momento. Y allí, en un típico ristorante, comimos de lujo pasta y tiramisú. Eran las 14:30 de la tarde.

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