Roma II – El Coliseum, vivo recuerdo de una fe viva

Es uno de los símbolos de Roma, tal vez porque es sorprendente que siga en pie, tal vez porque es un signo vivo del circo del antiguo Imperio. Los coches lo rodean y la gente lo atosiga. Y fotos y flashes, y más fotos y posados… Todo el mundo quiere llevarse un recuerdo del Coliseum.

Pero plantarse allí delante, frente a esas piedras milenarias, es también un ejercicio para el recuerdo. El recuerdo de que la Iglesia fue perseguida desde el comienzo de los tiempos. El recuerdo de lo que tenían que hacer aquellos primeros cristianos para profesar su fe. El recuerdo de las consecuencias sufridas por no ceder y mantener firme su adhesión a Jesús de Nazaret. Un recuerdo que sobrecoge.

Jesús no era un ingenuo cuando dedicó una de las Bienaventuranzas a los «perseguidos por causa mía». Tal vez somos nosotros los ingenuos, creyéndonos que podemos ser cristianos y católicos sin tener que mojarnos ni una sola vez en nuestra vida. No es así. El recuerdo vivo del Coliseum es el recuerdo vivo de todos los creyentes que nos precedieron y que se tuvieron que enfrentar, incluso con su propia vida, a la intolerancia y la violencia.

Salí lleno y reforzado del Coliseum. No corren buenos tiempos para la Iglesia y uno tiene que estar forjado por lo que pueda venir. Los santos y los mártires  son, sin duda, un testimonio purificador para la Iglesia del siglo XXI.

Un abrazo fraterno

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