Salió a su encuentro (Mateo 28, 8-15)

Jesús Resucitado sale al encuentro, me aborda en el camino. Lo dice el Evangelio y yo lo creo así y además lo compruebo en mi día a día. Jesús Resucitado me busca en mis tribulaciones, en mis aflicciones, en mis cansancios y en mis deseperanzas y me grita: «¡Santi! ¡Estoy vivo! ¡La muerte ha sido vencida! ¿Por qué lloras?»

Pese a ir a la Vigilia y acostarme pasadas las 4:30 de la madrugada, ayer me levanté para ir con Esther y los niños a la misa de Pascua a la parroquia. No podíamos faltar después de haber vivido con los niños el Jueves y el Viernes. Tenían que ver que el ciclo se cierra, que hay un Cirio que preside y que lo ilumina todo y que el blanco vuelve a presidir altares y casullas… Mi sorpresa fue que no fuimos solos. Nos acompañó nuestro vecinito, de casi 5 años. Su madre había hablado con nosotros el día anterior y nos había preguntado si alguna vez podía venir a misa con nosotros porque como ve ir a Inés y a Álvaro… él también quería ir… Su madre acudió a nosotros ya que a ellos no les van estas cosas y pensaba que nosotros sí podíamos saciar su curiosidad… Así que allí nos fuimos los 6. Él lo preguntó todo: ¿Qué son esas velas? ¿Quién es ese que está ahí colgado? ¿Quién es esa figura? ¿Por qué se echan monedas en esta bolsa?… Y fue bonito ver a Álvaro enseñándole «las cosas de misa».

Dios está vivo y sigue saliendo a nuestro encuentro, buscándonos, proponiéndonos, queriéndonos, acompañándonos… ¡Ha resucitado! ¡Id y contadlo!

Un abrazo fraterno

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