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Tres actitudes ante Dios que María nos enseña – III Jueves Adviento 2018 – (Lc 1,26-38)

Miedo, incapacidad y disponibilidad. Tres palabras sencillas que encierran todo un universo de sentimientos, pensamientos e historias que nos hablan de Dios. Tres palabras que conoció María y que uno puede extraer del Evangelio de hoy, el de la tan conocida Anunciación.

Atemorizada

María siente miedo ante el Misterio. Ese es el comienzo de su camino, cuando escucha el saludo del ángel y, de repente, siente que algo desconocido entra en su cotidianeidad, en lo íntimo de su corazón. María, judía y creyente, escucha y lo que escucha la turba. Presiente que algo distinto, nuevo, grande… está pasando. Algo que se escapa a su control, a lo conocido. María toca con sus sentidos a Dios, tiene experiencia de Él. Y se asusta, se descoloca, se remueve, se inquieta. ¿Por qué tendemos siempre a identificar a Dios con la paz? Eso, tal vez, vendrá luego. Cuando Dios llega a tu vida, de repente, sin avisar, con ganas de tocarte el corazón… descoloca.

Incapaz

El siguiente sentimiento que embarga a María es el de la incapacidad personal. Tras conocer el plan de Dios, María, como todos, se lo lleva a lo personal: Yo no puedo, yo no sé, yo nos soy capaz, cómo puede ser posible si… María siente lo mismo que sentimos tú y yo tantas veces, cuando pensamos que depende de nosotros que Dios haga lo que tiene que hacer. Sí y no. Dios hace más allá de nosotros, de nuestras capacidades, de nuestras posibilidades, de nuestros títulos, de nuestros conocimientos… Dios es el que lo hace todo.

Disponible

Esta es la respuesta de María. El Espíritu que la habita encuentra espacio para responder, para mitigar el desconcierto y descubrir que no es ella la que obrará el milagro. Dios no le pide el milagro sino la disponibilidad para que el milagro acontezca. Finura de matices que, a la vez, son tan importantes… El milagro es de Dios, la acción es de Dios… pero la posibilidad la ponemos nosotros. Esa es la actitud final de María. Esa es la respuesta. Esa es también la respuesta de Jesús en Getsemaní. Un Fiat que lo cambia todo.

Fiat. Yo también.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

No tiene sentido que ayunen (Marcos 2, 18-22)

Después de leer el pasaje de Saúl y Samuel y el Evangelio de los odres nuevos, tengo claro que lo que se me está pidiendo hoy es algo mucho más difícil que estar en la Iglesia cumpliendo una serie de mandamientos, cubriendo con mi asistencia una serie de ritos y consiguiendo un «APTO» en un examen de amor al Padre.

Jesús vuelve a revolucionar y le pide a sus discípulos que no ayunen si no tiene sentido. ¿Nos preguntamos nosotros por el sentido de las cosas? ¿Somos lo suficientemente libres y valientes como para optar por actitudes y compromisos en lugar de por simplemente cubrir expedientes? Los ritos tiene una función clara e imprescindible: los ritos son facilitadores. A veces los convertimos en el mismo Dios.

Apostar por pocas normas, por la libertad, por dar sentido a lo que uno hace, por poner a Jesús en medio de todo y tenerlo presente en todo, por complicarse la vida hasta agotarla… es mucho más complicado. Pero esa es la propuesta.

Un abrazo fraterno

¿Por qué comentáis que no tenéis pan? (Marcos 8,14-21)

Este pasado fin de semana fue muy rico en muchos aspectos. Asistí al II Simposium Educativo de las Escolapi

as en Cullera y la experiencia valió la pena. Primero por el factor humano, social y relacional. Conocí a gente maravillosa y entregada a la educación con los que también pude charlar, reir y compartir las horas juntos. Y luego el factor

intelectual, pastoral… escuchando a ponentes y a comunicadores hablar de los nuevos retos que se nos estaban presentando así como las nuevas respuestas que se estaban empezando a poner en marcha en los distintos colegios. Pero tal vez lo mejor fue terminar el fin de semana con el convencimiento de que «hay pan», de que podemos dar de comer a los hambrientos si miramos a través de los ojos de Jesús y cada uno está dispuesto a poner lo que tiene, que es mucho. Ése fue el milagro de la multiplicación: generar las actitudes necesarias para que cada uno esté dispuesto a poner lo que tiene.

Y sobrará con la ayuda del Padre…

Un abrazo fraterno

Vio también una viuda pobre (Lc 21, 1-4)

He leído muchas veces este pasaje del Evangelio y siempre acaba reflexionando y orando acerca de si yo doy lo que sobra, lo que tengo, qué uso hago de mi tiempo y si me parezco más a esos ricachones o a la pobre viuda. Hoy he ido por otro lado y me ha gustado, tal vez porque cada vez me gusta fijarme más en las actitudes de Jesús y buscarme menos parecidos con el resto.

Jesús tiene un detalle muy hermoso que revela parte de su forma de estar en el mundo: se percata de la presencia de la viuda, percibe el valor de su acción y lo refuerza engrandeciéndolo. Toque de atención, me dije. Y lo llevé al terreno espiritual y no al material. Considero que he tenido mucha suerte en mi vida espiritual. He crecido en una familia que me transmitió unos valores y me infundión una fe cristiana. Pude estudiar en un colegio religioso, ir a retiros… Me considero una persona madura, formada, que ha podido crecer, con recursos pastorales y embarcada en cien mil proyectos de construcción del Reino. Y está muy bien. Pero Jesús hoy quier resaltar el valor de lo pequeño, del pequeño, de quien no ha tenido tanta suerte, de aquellos a los que, a veces, los miro pensando qué poco saben de la Iglesia y qué poco comprometidos están. Son aquellos sin tanta formación, sin retiros, sin conocimiento teológico de la palabra… pero que lo poco que hacen lo hacen por amor al hermano.

Es momento de estar más pendiente de esas pequeñas acciones grandes en amor y de quienes las llevan a cabo. Tal vez así me parezca más a Jesús y sea mucho menos soberbio de lo que soy.

Un abrazo fraterno