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Estudiantes y centuriones – I Lunes Adviento 2018 – (Mt 8,5-11)

Todo estudiante es un guerrero de la época moderna. Porque la guerra contra la ignorancia, la manipulación, el analfabetismo, la incultura y el infantilismo mental, es una de las guerras más dignas e importantes que toda persona debe luchar. Sé que estás cansado de estudiar tanto. Sé que muchas veces te preguntas, para qué necesita una chica como tú tanto tostón de datos que acabarán en la basura del olvido. Sé que, muchas veces, minusvaloras lo que esta lucha te está enseñando, más allá de exámenes, asignaturas, carreras y oposiciones.

«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho»

Y en toda guerra hay heridas, sufrimientos, pérdidas y dolor. Lo sabía el centurión del Evangelio y lo sabes tú. A veces algo que consideras imprescindible para poder vivir, se cae, enferma, se resiente. Todos tenemos nuestros criados particulares. Son aquellas personas, aquellas circunstancias, aquellas condiciones… que nos permiten estar por encima del trabajo sucio de cada día, que nos permiten no bajar al barro y seguir en nuestras guerras, en nuestras tareas, en nuestras ocupaciones. Descubrirnos sin ellas, sin ellos, sin ello… nos hace sentir vulnerables. Porque sin criados, las cosas no funcionan. Y eso nos bloquea, nos paraliza, nos asusta; por mucho centurión que seamos, por muchos galones que llevemos, por mucha edad que tengamos, por muchos dieces que saquemos.

«No soy digno de que entres bajo mi techo»

El #Adviento es el tiempo en el que se nos invita a reconocer que necesitamos al criado, al otro, incluso a aquel que está descartado. Es tiempo de reconocer que más allá de nuestros estudios y nuestras batallas, me juego la vida con el otro y que el mundo necesita de todos. Es un tiempo para levantar la mirada de mis libros, de mis apuntes, y fijarla en aquellos que me sostienen, que se esfuerzan porque yo puedo seguir aquí. Es luchar contra la soberbia del buen estudiante, que sólo vive para su éxito; y contra la dejadez del que se piensa que sin disciplina y orden, las cosas pueden salir adelante. Esto trasciende la fe y las creencias. Desde luego, te invito a volver a descubrir en Jesús a alguien a quién acudir cuando la vida se tuerce. No nace para interrogarte ni para juzgarte. Viene a tu vida a sanar lo que ha enfermado, a poner orden en el caos, a propiciar que tú puedas ser lo que eres.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Adviento para un estudiante – I Domingo 2018 – (Lc 21,25-28.34-36)

Muchos de vosotros estáis enfrascados en el final de una evaluación. Algunos ya habéis recibido notas, otros estáis a punto y, aquellos que sois universitarios, aunque os queda todavía un poco, comenzáis a sentir que los días pasan y que las materias avanzan. Y en medio de todo esto, nos llega el Adviento, anunciado ya por aquellos que han convertido la Navidad en un mero escaparate publicitario pero que, a la vez, nos ayudan también, ¿por qué no?, a sentir que estamos en un tiempo especial.

«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo…»

El Adviento es un tiempo para que reconozcas tus angustias y aquello que te da miedo y te genera ansiedad. Creo que, como estudiante, sabes de lo que hablo. Sientes en tus espaldas el peso del deber, de la obligación muchas veces de un estudio que puede que vivas con agradecimiento o, también, que puedes estar viviendo como algo que otros han decidido para ti. Una carga que algunos os pesa un poco y a otros os pesa mucho. ¿Cuánto te pesa a ti? Sentir que hay que cumplir y estudiar y que otros, nuestros profesores, nuestros padres, el entorno, están esperando los resultados. ¡Te decimos que no es lo más importante y, sin embargo, hay gran expectación! Y eso angustia muchas veces. Y el simple hecho de visualizar el fracaso… ¡buf! Aparece la ansiedad. Si han llegado ya los suspensos, la tristeza y la desesperanza. ¡A cuántos he escuchado yo estos días, en bachillerato, decir que lo quieren dejar, que no pueden con ello…! Sopla fuerte el viento de la vida, el oleaje es poderoso y, ahí en medio, tú.

«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día…»

Estos días, en que somos evaluados, en que se mide nuestro esfuerzo, nuestro conocimiento, nuestra destreza… Estos días ya han llegado o están a punto de llegar. ¿Cómo lo vives? Si miras atrás, ¿cómo los has preparado? ¿Eres de los que se han preparado con tiempo o de los que parece que se encuentran con ellos de repente? Tus exámenes no dejan de ser también una metáfora de los momentos en la vida en la que debemos demostrar todo lo que hemos aprendido, todo lo que nos han enseñado, todos los valores en los que nos sustentamos, toda la madurez que hemos adquirido. Siempre llegan esos momentos. Hoy son exámenes, mañana una enfermedad, pasado una amistad que se rompe, una pareja que se frustra, un trabajo que no llega… ¡Cuidado, nos dice el Evangelio! Cuidado. ¿Están tu corazón y tu mente preparados?

«Alzad la cabeza.[…] Estad, pues, despiertos en todo tiempo. […] Manteneos en pie»

El Adviento llega en medio de todo este siniestro juego de decepciones, tragedias, cansancios, frustraciones, errores, cobardías, malas noticias… Y llega para arroparte, para decirte que no es tiempo de quedarse postrado, lamiéndose las heridas, con la cabeza baja, derrotado. Hay que despertar. Jesús no viene a solucionarte los problemas, no te equivoques. No va a aprobar tus exámenes, ni va a cambiar lo que ya ha pasado. Pero si puede alimentar tu corazón herido. Si puede susurrarte que sigues estando ahí, vivo, querido. Si puede recordarte que eres mucho más que tus tristezas y tus fracasos. Si puede acariciarte y recordarte que en la debilidad, muchas veces; en la oscuridad, muchas veces, está el comienzo de un nuevo tiempo. ¿No sientes tantas veces que necesitas algo más? ¿No me has dicho que buscas ser feliz, que quieres ser tú mismo, que aspiras a jugarte la vida por eso que vale la pena? Pues arriba. Es tiempo de esperanza, una esperanza que sólo brilla cuando la noche ha caído.

#Adviento2015 – La autoridad del amor – Lunes III

Señor, tú eres quien gobierna mi vida.

Yo decido a quién le otorgo poder sobre mí. A veces me pierdo y concedo esto a personas, a situaciones, a cosas. No quiero que sea así. Quiero que seas Tú la primera y última pregunta de mi vida, la palabra definitiva.

Señor, tú eres quien gobierna mi vida.

Nos sobran gobernantes, presidentes, alcaldes, secretarios generales, managers, leaders, responsables… Ansiamos tener autoridad para vivir mejor, para mandar a otros y pensamos que es el cargo quién da la autoridad. Tú, en cambio, tienes toda la autoridad; Tú, que naces niño en una cueva de Belén.

Señor, tú eres quien gobierna mi vida.

Señor, gobierna mi vida porque eres quién más me ama. Sólo el amor tiene autoridad.

Un abrazo fraterno

#Adviento2015 – Un niño, un Rey. El poder de los pequeños – Jueves II

Tú eres mi Rey, niño, grande en tu pequeñez.

Nos nace un Rey. A veces olvido esto cuando llega la Navidad. Parece que lo del Niño Jesús es algo bonito, romántico, curioso, tierno y hasta un poco «happy» de más. Pero a veces pierdo la referencia. Celebro la Navidad porque en ella se nos fue dado un Rey, Aquél que gobierna el mundo, Aquél al que obedecen los vientos, Aquél que tiene en sus manos nuestras vidas…

Tú eres mi Rey, niño, grande en tu pequeñez.

Hablando de ello en el oratorio, ayer, con una clase de Primaria, decíamos esto: se nos ha ido la cabeza. ¡Un niño, un Rey! ¡Todos postrados ante un niño! ¡Todos adorando a un niño! ¡Un niño que viene a salvarnos! Es la apuesta de Dios por lo pequeño. Es la declaración más fuerte de Dios a favor de los pequeños. No hay palabra más contundente que el lloro de Jesús en los brazos de su madre.

Tú eres mi Rey. niño, grande en tu pequeñez.

¡Cómo no ibas a decir que de los niños era el Reino de los Cielos! Nos cuesta y nos resistimos a aceptar esto. Seguimos poniendo en los libros, en la firmeza, en el sacrificio, en valores adustos y absolutos nuestra salvación… ¡Si fuéramos más niños!

Un abrazo fraterno

#Adviento2015 – Se busca descanso duradero y de calidad – Miércoles II

Señor, en Ti encuentro mi descanso.

¡Cuántas cosas nos ofrecen para descansar! ¡Cuántas experiencias para poder desconectar! ¡Cuántas maneras para evadirnos de una realidad cargante! ¡Cuánto spa, cuánto zen, cuánto yoga, cuánto… para relajar nuestros músculos estresados, nuestro cuerpo tenso, nuestra mente agotada, nuestra alma seca!

Y pese a todo ello, Señor, hay algo que nunca encuentra consuelo, lugares de los que no consigo evadirme, sentimientos que no consigue driblar.

Señor, en Ti encuentro mi descanso.

Me canso a mí mismo más que ninguna otra cosa, más que ninguna otra persona. Me canso cuando soy incapaz de dejar mis exigencias a un lado, aún pretendiéndolo. Me canso cuando repito el mismo error una y otra vez. Me canso cuando percibo que mi trato a los demás no es suave y dulce. Me agoto de mi tono duro, de mi mano firme, del listón que aplico a todo.

Señor, en Ti encuentro mi descanso.

En este Adviento quiero caminar hacia Ti, quiero descansar y procurar descanso. Quiero ser como uno de esos pastores que, pese al frío de la noche y la dureza de la tarea, recibieron alegres y esperanzados la noticia de tu llegada. Quiero ser como uno de esos pastores que se pusieron en camino y marcharon a descansar en los brazos de una Madre y en la pequeñez de un Niño.

Un abrazo fraterno

#Adviento2015 – No hay Navidad sin necesidad de Dios – Viernes I

Tu presencia trae felicidad a mi vida.

A veces busco la felicidad en lugares, personas o cosas que, como mucho, me dejan un buen sabor de boca temporal. Vivo experiencias gratificantes, supero retos, disfruto con momentos compartidos… pero hoy leo la palabra de Isaías y me digo: quiero que vengas, Señor, y quiero que traigas todo eso a mi vida.

Tu presencia trae felicidad a mi vida.

Cuando te pongo en el centro, cuando decido desde Ti, cuando la vida gira en torno a Ti, todo parece ser mejor, la mirada parece sanarse y alegrarse y el mundo, a veces oscuro y enfermo, se torna regalo y premio.

Tu presencia trae felicidad a mi vida.

No hay Navidad sin deseo. No hay Navidad sin oscuridad, sin noche, sin frío. No hay Navidad sin pobreza ni incomodidad. No hay Navidad sin necesidad de Ti. Prepararse es mirar al frente y decir: «Sí, te necesito. Sí, te quiero. Sí, te deseo.»

Un abrazo fraterno

#Adviento2015 – La roca que me hace fuerte – Jueves I

Señor, tú eres mi roca.

Vivir en Salamanca te lleva a contemplar la belleza de la piedra de Villamayor. Casi todas las construcciones de la ciudad están hechas con ese material, lo cual da una sensación de fortaleza a la ciudad que sorprende. Yo quiero también construir sobre roca, ser construcción recia y fuerte. Y quiero comenzar bien este nuevo año.

Señor, tú eres mi roca.

¿Cómo puede ser un pequeño, nacido en una gruta, olvidado de todos y por todos rechazado, ser roca de la humanidad, cimiento del mundo, salvación de todos? ¿Cómo puede ser un pequeño nacido de mujer, frágil, necesitado, ser Dios mismo? ¿Cómo puede ser Omnipotente y Glorioso un Dios, cuya máxima expresión es hacerse hombre, como yo?

Señor, tú eres mi roca.

Señor, tú me conoces. Señor, tú sabes de qué va esto de ser hombre. Nos conoces bien. Sabes lo que es sufrir, lo que es la tentación, lo que es la maldad, lo que es la soledad, lo que es la traición, lo que es la enfermedad. Sé mi roca en todo eso Sé mi pilar, mi sostén, mi baluarte, mi alcázar… para que nunca piense que yo puedo solo.

Un abrazo fraterno

#Adviento2015 – El MasterChef de Belén – Miércoles I

Gracias Señor, por darme el sustento para mi vida.

Tú sabes que seguirte no es sencillo. Hay que recorrer largos caminos, transitar por veredas pedregosas, atravesar puertas estrechas… Muchas veces me topo con la soledad, con la incomprensión, con la duda y el miedo. Muchas veces creo perder la fuerza para continuar adelante. Pero Tú me das de comer, Tú me alimentas, Tú me sostienes.

Gracias Señor, por darme el sustento para mi vida.

Lo noto. Noto cuando dejo de alimentarme, cuando falto a la Eucaristía, cuando olvido acercarme a la Reconciliación, cuando la oración desaparece. Mis músculos flaquean, cedo a las tentaciones, todo se torna de un color más apagado, sin brillo. El cuerpo y el alma pasan hambre y desfallezco.

Gracias Señor, por darme el sustento para mi vida.

Quiero sentarme a tu mesa en este Adviento. Ponerme mi mejor traje, perfumarme, peinarme y presentarme ante Ti con la mejor de mis versiones. Quiero participar en tu banquete, quiero saciarme con las maravillas que me tienes preparadas. Quiero estar ahí cuando vengas de nuevo y me invites a ser tu amigo.

Un abrazo fraterno

#Adviento2015 – El Señor de los pequeños – Martes I

Tú eres el Señor de los pequeños, mi Señor.

Me gusta compartir mi día a día con los pequeños, Señor, estar todo el día rodeado de niños y niñas. Me gusta que me abracen, que griten mi nombre cuando me ven por el patio, que sonrían cuando les sonrío, que recen conmigo en el oratorio, juntos, con mucha fe y con mucha naturalidad. Me hacen sentir que soy un poco Tú, Señor, y me hace pensar en la manera que tengo yo de buscarte a Ti. ¿Soy como ellos? ¿Corro hacia Ti? ¿Te llamo a gritos a lo lejos cuando te veo? ¿Río contigo? ¿Me abrazo a Ti?

Tú eres el Señor de los pequeños, mi Señor.

Me gusta saberme pequeño a tu lado, Señor. Necesito de Ti. Soy frágil pese a mi aparente fortaleza. Soy débil pese a mi aparente coherencia. Me pierdo pese a parecer que siempre voy por el camino correcto. Soy mediocre, Señor. Un pequeño que no quiere serlo… Pero me alivia saber que Tú te haces pequeño por mí, para mirarme a los ojos, para estar a la altura, para venir a por mí y hacerme grande.

Tú eres el Señor de los pequeños, mi Señor.

Sólo aceptando mi pequeñez, cambiaré mi vida. Sólo desde ahí, seré grande en Ti. Ten misericordia de mí, Señor.

Un abrazo fraterno

#Adviento2015 – Ven, Señor Jesús – Lunes I

Ven, Señor Jesús.

Aquí estoy, afanado en mi «lago» particular, con mis tareas y mis preocupaciones de cada día. Aquí estoy, con mis pequeñeces, ensimismado en mis pensamientos, en mis proyectos, con la cabeza baja, mirando al suelo tantas veces…

Ven, Señor Jesús.

¿A qué suena tu voz? ¿Cuál es su timbre? ¿Cómo la reconoceré? Tengo tantas veces la sensación de que pasas por mí lado y me llamas… y no te reconozco. Tú me distingues entre la multitud y, en cambio, Tú para mí pasas desapercibido…

Ven, Señor Jesús.

Comienza el Adviento y yo te espero. Comienzo el Año de la Misericordia y yo quiero caminar y atravesar esa puerta. ¡Y quiero ser puerta! ¡Y quiero ser abrazo! ¡Y quiero ser Tú para el que necesita el abrazo, la mirada, el corazón, el aliento, la voz, el hombro, la risa, una lágrima compartida…!

Ven, Señor Jesús.

Un abrazo fraterno