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Lo que no me sobra (Lc 21,1-4)

No me sobra el tiempo.
No me sobran fuerzas al final del día de trabajo.
No me sobra el dinero.
No me sobra la fe en mí mismo.
No me sobra la autocrítica.

Y eso es lo que debo dar. Tiempo. Fuerzas. Dinero. Descentramiento de mí mismo.

Tiempo para dedicar a mis hijos, a mi mujer, a mi comunidad, a los compañeros que necesitan mi aliento, mi compañía, a los alumnos y alumnas que necesitan escucha.

Fuerzas para empujar al que está en un momento de debilidad, de indefensión, para cargar con el que no puede dar un paso más en su camino.

Dinero para que otros puedan aspirar a una vida como la mía, para los que han tenido la mala suerte de nacer en un lugar sin oportunidades, para los que han sufrido y se han quedado sin nada.

Y salida de mí mismo. Arriesgarme. Salir. Y jugarme la vida sin miedo, aún cuando no hay seguridades.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Hablamos de todo… menos de dinero (Lc 16,9-15)

La Iglesia ha puesto el foco demasiadas veces sobre la moral sexual y toda la doctrina que de ella se deriva. Y cuando preguntas a los que no están o a los que se han ido… muchos te explican los lejos que se sienten de la visión de la Iglesia en el campo de la sexualidad humana, la homosexualidad, la libertad sexual, el sexo fuera del matrimonio, el sexo dentro del matrimonio, la masturbación, etc. No quiero hablar de este tema precisamente. Lo saco simplemente porque leyendo el Evangelio de hoy, me doy cuenta de cuánta tinta hemos gastado en el sexo y qué poca en el dinero.

Si en algo es duro Jesús es en lo referente al dinero. Sólo hay que recordar al joven rico, a la aguja y al camello, a los dos amos de hoy… Jesús deja muy claro que el dinero es el gran competidor de Dios mismo, es el dios más tentador al que adorar y, posiblemente, el más tramposo. Y más de 2000 años después todavía no nos hemos enterado. Seguimos manifestándonos contra los matrimonios homosexuales… pero no encuentro paridad en cuanto al sistema económico imperante, en cuanto a las riquezas de algunos, las injusticias sociales, etc. Decimos cositas, pero en bajito y sin claridad.

Que el Papa Francisco comenzara su pontificado apelando a una Iglesia pobre para los pobres… no es casualidad. Seguro que le aumentaron los enemigos, pero a la vez, también le crecieron los simpatizantes. Porque cuando la Iglesia se acomoda, y también juega con los dineros, pierde su credibilidad. Al contrario, cuando somos una Iglesia pobre, que da la vida por el pobre, cerca del pobre… siendo auténticos, es cuando nos hacemos de fiar.

¿Y tú? ¿Cómo llevas esto del dinero? ¿O es un tema privado del que mejor no hablar?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Los ricos que cumplen los mandamientos (Mt 10,17-27)

Conozco unas cuantas. Personas que cumplen los mandamientos. No matan, no roban, creen en Dios, van a misa, rezan, no engañan a sus cónyuges, ni mienten (al menos no mucho)… Algunos, colaboran económicamente con algún proyectillo, o en el cole de sus hijos o con alguna ONG. Muchos no se consideran ricos aunque viven bien. Y piensan que a nivel de fe hacen lo suficiente. Los pecadores son los otros.

Yo también me descubro a veces un poco de estos, aunque intento ir entendiendo poco a poco lo que me pide Jesús. Parece que a Jesús no le interesa tanto el cumplimiento de la Ley, aunque no le quita valor, como la adhesión a su persona y al Reino que se hace realidad en él. Jesús no viene a comprobar que hemos pasado el examen, sino que viene para que le sigamos. Por eso no se trata de cumplir o no sino de vivir de una determinada manera. Y no porque lo ponga la Ley sino porque es lo que Dios quiere para sus criaturas y porque sabe que en ese proyecto nos encontramos con una felicidad plena.

El problema no es ser rico sino no ser pobre entre los pobres. La pega es que cuanto más tengo, más difícil me es saberme necesitado de algo. Lo difícil es tener mucho y ser suficientemente libre para dejarlo todo. Jesús lo sabe. No es tonto. No es un asunto sobre el dinero que tengo en cuenta bancaria sino sobre mi libertad para adherirme a lo que Él me propone. Y no sólo es dinero. A veces son planes, reconocimientos, aspiraciones, personas incluso, afectos… cosas que no son malas pero que mal asumidas, pueden hacernos menos libres para Dios.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La cuenta ahorro de Dios (Lucas 12, 13-21)

Más claro agua. ¿Acumular riquezas? No es el camino. Ser rico ante Dios, eso es lo que se nos pide.

ahorro1¿Dónde está la línea que separa el sano ahorro de la tentación de acumular «por si»? Nos cargamos de tantos «por si» que, me da la sensación, que, pensando en hacerlo bien, acabamos cayendo en la trampa. Hay trampa por los dos lados.

Hay trampa que incita a despilfarrar, a gastar irresponsablemente, a tirar el dinero tuyo y de tus descendientes… Hay trampa por el otro lado, que lleva a mal-vivir y no ayudar al prójimo con el bienintencionado objetivo de ahorrar para mis hijos, para mi jubilación, para los imprevistos del futuro…

Yo creo que el Señor no nos marca una política financiera. Él no se mete a decirnos dónde tenemos que ahorrar y cuánto. Pero sí nos hace una llamada seria a quitarnos el dinero de la cabeza, a no planificar la vida desde ahí, a no hacerlo el centro de nuestras decisiones, preocupaciones y anhelos. Dios en el centro, eso nos dice el Señor. Y quién dice Dios dice aquello a lo que Dios nos llama: la familia, los hijos, la esposa, los amigos, la gente necesitada de nuestro alrededor, la parroquia, etc.

Desnudos llegamos al mundo y desnudos nos iremos. Hagamos por atesorar amor y méritos ante Dios y olvidémonos de D. Dinero.

Un abrazo fraterno

Poneos al nivel de la gente humilde (Rm 12,5-16a)

Es una de las cosas que más he aprendido de mi abuelo materno, de mi avi Sebi. Mi avi Sebi era una persona que nunca tuvo apreturas económicas. Trabajador incansable sacó adelante el negocio de licores y vinos que ya sus antepasados habían puesto en marcha y le fue bien. No descansaba ni un día y el fruto le permitió vivir siempre sin demasiadas preocupaciones en ese sentido. Pero mi avi Sebi entendendió esta Palabra y la puso en práctica de dos maneras distintas: en lo material y en lo espiritual.

En lo material, mi avi Sebi no vivió con lujos ni con caprichos. Era un hombre que necesitaba poco, sólo lo importante, para ser feliz y no necesitaba consumir ni gastar ni demostrar todo lo que tenía y podía. Su vida fue austera, que no cutre ya que mi abuelo sabía gastarse el dinero en lo que valía la pena. Esa manera de vivir le ayudó a practicar la humildad y no creerse más que nadie. mercado-de-palermo

En lo espiritual, mi abuelo se codeaba con todo el mundo, conocía a todo el mundo, hablaba con todo el mundo, valoraba a todo el mundo, sonreía a todo el mundo… Le encantaba el ambiente del barrio y era querido por todos. Su cultura no le alejó de la gente más humilde sino que veía en ellos una oportunidad de aprender día a día. Hizo vida eso de que Dios se esconde entre las cazuelas y las potas…

Yo intento ser igual. A veces se me suben un poco los humos pero en realidad creo que todos tenemos la misma dignidad de hijos de Dios. A partir de ahí, lo de más es un poco más superfluo. Ojalá el Padre me siga ayudando en la práctica de esta virtud que tanto me cuesta: la humildad.

Un abrazo fraterno

Dad y se os dará (Lc 6, 36-38)

Estos pasajes tan típicos corren el peligro de convertirse en tópicos evangélicos que todos sabemos de memoria, recitamos pero no asumimos o integramos vitalmente. Al final son pistas en las que te juegas la vida y sobre las que cualquier planteamiento empieza realmente a ser radical.
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Hoy me viene al corazón esto de «dad y se os dará» precisamente porque la comunidad está a punto de dar una cantidad económica para participar y colaborar en la reforma de una iglesia en Guinea, donde trabajan escolapios que conocemos en misión. Nuestra situación familiar particular no es precisamente óptima ya que mi mujer lleva sin trabajar ya bastantes meses y sin cobrar la prestación un año y medio. Nuestros ahorros nos lo han permitido y poco a poco van menguando. Y a uno siempre le entran ciertas precauciones a las que nos ha educado esta sociedad, la sociedad de las seguridades, de los seguros, del bienestar… Uno a veces piensa si será una irresponsabilidad eso de dar cuando uno no tiene el futuro asegurado pero ¡qué coño! (siento la expresión)… ¿me creo o no me creo esto «dad y se os dará»?

Hoy lo aplico al dinero pero se podría aplicar al tiempo, a uno mismo… Yo intento hacer vida ésto. Me lo creo. Y quiero jugarme la vida desde ahí. El hecho de dar me obliga a desprenderme de seguridades, de ataduras, de asideros y a poner mi confianza más allá de mis posibilidades y capacidades. Buena lección cuaresmal.

Un abrazo fraterno

Consolad a mi pueblo (Is 40, 1-11)

La sociedad en la que vivimos nos ha llevado a afrontar los días que preceden a la Navidad de una manera muy «occidental»: bienestar, vacaciones, comida, excesos, luces… Pero percibo que, a la par de todo esto, empieza a ser muy común en nuestra «manera y sentir occidental» vivir con cierta pena, con cierta aflicción, con demasiadas preocupaciones, con frustaciones… Esto no lo cura el bienestar. Tal vez es consecuencia de…
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Leer a Isaías hoy me impulsa a consolar. Ser bálsamo. Ser buena noticia. Ser verdadera felicitación navideña. Ser capaz de rebajar tensiones. Ser capaz de ser colchón y descanso. Ser capaz de escuchar. Ser capaz de abrazar y acoger. Ser capaz de mostrar a través de mi cuerpo toda esta disposición.

Un abrazo fraterno