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Jesús te invita a dejar… (Mc 10,28-31)

Dejar es un verbo que está mal visto. Hoy lo queremos todo. Primero, por ambición. No queremos ni perder ni dejar nada de todo lo que nos ofrece la vida. Segundo, por cobardía. Dejar algo implica optar, elegir, priorizar… y eso nos pone en un aprieto.

Jesús nos pide dejar y no dejar cualquier cosa: casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos, tierras… Alguno dirá que tenemos que vender mejor este mensaje ya que suena tan tremendo que nadie va a querer apuntarse a este club. Jesús, de todas maneras, no pone tanto el foco en lo que se deja sino en el por quién y por qué se deja: por Él y por el Evangelio.

La pregunta hoy es: ¿Cuánto dejo yo por Jesús? ¿Qué dejo de lado para elegirlo a él? Y, por el contrario, ¿qué pongo por delante?

No sé si el mensaje es una explosión de burbujas y es potente para esta era del marketing. Suena a que seguir a Jesús exige renuncias y algunas de ellas muy importantes. Pero no hay que asustarse. Lo que hay detrás sí que es muy potente: es una invitación a jugarse la vida apasionadamente, sin miedo, con la garantía del amor, con la certeza de estar respaldado por Él, con la alegría de ser feliz haciéndolo. Es una apuesta fuerte, contundente, arriesgada. Es una aventura que va más de ganancias que de pérdidas. Pero sí, hay que dejar.

¿Estamos dispuestos?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Elige la vida (Dt 30, 15-20)

No me digáis que no suena un poco raro esto de «elige la vida» justo al comienzo de la cuaresma. Suena demasiado fresco, demasiado optimista, demasiado bueno… bien podría ser el lema de un anuncio de campaña de Coca-Cola. Pero es palabra de Dios para mi, hoy. «- Santi… elige la vida». Creo que ya he descubierto mi ayuno particular para esta cuaresma. No va a ser un ayuno a base de renuncias sino más bien un ayuno de renuncias.

Quiero elegir la vida. La elijo. Renuncio a perder el tiempo delante del ordenador en lugar de vivir con los niños o con Esther. Renuncio a perder tiempo de lectura por dedicarlo a otras cosas superfluas. Renuncio a descansar pocas horas por no ser divertido. Renuncio, renuncio, renuncio… aún quedan muchos.

Elijo la vida. Elijo exprimirla. Elijo profundizar en mi. Elijo ser fiel a mi oración personal. Elijo seguir trabajando mis emociones. Elijo cuidar mi alimentación y no dejarme llevar. Elijo, elijo, elijo…

Aunque pueda parecer light… es todo un reto…

Un abrazo fraterno

… tampoco túnica de repuesto (Lc 9, 1-6)

gsaber.jpgHace ya algunos meses (o algún año) que leí un libro, recomendado por un hermano de comunidad, que se llama «Saber escoger» de Carlos G. Vallés. Es sobre el arte del discernimiento, del buen discernimiento. Habla de las elecciones, de las encrucijadas, de los caminos elegidos… Una de las anécdotas o historias se me quedó grabada. Hablaba de romper puentes, de dinamitar toda posibilidad de «volver atrás» ante una elección tomada y asumida. Hoy el Evangelio me habla de eso. Me habla de ponerse en camino, de saberme enviado. Una vez el camino comienza mejor no llevar todo aquello que nos hace cubrirnos las espaldas, comprar seguros antiriesgos… porque todo eso nos hará vacilar, nos hará dudar, nos hará no hacer las cosas lo mejor que sepamos, nos hará perder la confianza en que «se nos dará por añadidura»…

Una túnica de repuesto es más peligrosa de lo que parece…

Un abrazo fraterno