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¿Qué buscáis? #buenapregunta

A veces no soy consciente de que estoy permanentemente en búsqueda y que, posiblemente, esto sea así hasta mi muerte. No puede ser de otra manera por mucho que a veces viva como si ya lo hubiera encontrado todo.

¿Por qué a veces tengo la sensación, la tenemos muchos, de que estar buscando es algo malo? Al menos… no deseable, digámoslo así. Es como si los «buenos», los «listos», los «elegidos», los «santos», los «líderes», los «profetas», los «guías», etc. sólo pudieran ser aquellos que ya han encontrado todo lo que se supone que debían encontrar. ¿No tienes esa sensación a veces? Y muchas veces me descubro, complacido, de que yo soy de este selecto grupo: descubrí a la iglesia y a Jesús desde la más tierna infancia, descubrí mi vocación de educador, descubrí mi lugar en la Iglesia estando en la Escuela Pía, encontré a mi mujer, a mis hijos, una comunidad y un trabajo que me permite subsistir… ¡No tengo nada que buscar! ¿O sí?

Jesús fue muy certero en su pregunta. Al ver a aquellos dos que le seguían, les podía haber preguntado mil cosas: «¿Por qué me seguís? ¿Necesitáis algo? ¿Quiénes sois? …» Pero la pregunta fue otra. ¿Por qué? ¿Se puede ser creyente y no buscar absolutamente nada? ¿Se puede seguir a Jesús estando saciado, acomodado, seguro, satisfecho? ¿Es esto posible?

Maestro, Señor Jesús… yo busco paz. Paz conmigo. Busco alejarme de aquello que me persigue y me distrae. Busco en Ti respuestas a mis preguntas. Busco calma ante el torbellino que me provoca tu mirada fija. Busco calmar mis miedos. Busco la felicidad, la mía y la de los míos. Busco un mundo mejor. Y tantas cosas que ni siquiera soy consciente de estarlas buscando…

Busco tu casa para quedarme a vivir en ella.

Un abrazo fraterno

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¿Reconocerías a Jesús? #buenapregunta

El Bautista no sólo sabía que no era Él a quién debían seguir, no era él la Palabra, sino que supo señalar a Cristo cuando apareció en escena. Y no es que fuera capaz de reconocerlo físicamente… Vamos a suponer que Jesús y Juan, siendo primos, se conocían y que, por tanto, no era un tema de reconocimiento físico. Juan no reconoce a Jesús, su primo, sino a Jesús, el Cristo, el Mesías, el Salvador.

¿Sería yo capaz de reconocerlo? ¿Soy yo hoy, como Juan, un dedo fidedigno que señala allí donde el Espíritu se posa?

El Espíritu sopla como y donde quiere. Ya de por sí es difícil de intuir, de seguir, de entender… O me esfuerzo por tenerlo algo más fácil o la tarea se torna ciertamente titánica. ¿Cómo de fácil lo puso Juan? Viviendo en el desierto, haciendo silencio en sí, despojándose de lo que sobra y siendo fiel a la tarea que Dios le había encomendado. Lo dejó todo, hizo silencio, creció en libertad y fue fiel a la misión. Casi nada.

La fórmula está clara para mí también: despojarme de ataduras, vivir con casi nada, no estar atado a cosas y dinero; hacer silencio, frecuentar la oración, la comunidad, el encuentro conmigo mismo y con el dios que me habita, vivir en la Iglesia y participar de los sacramentos… ganar libertad y ser fiel a la misión que Dios me ha encomendado. Sólo desde ahí seré profeta, sólo desde ahí seré la voz que precede al verdadero Señor.

De otra manera… me equivocaría.

Un abrazo fraterno

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¿Qué dices de ti mismo? #buenapregunta

Acabo de empezar el 2014 y tengo la sensación de que hay mucho que colocar y remover en esta, mi alma. Los últimos días han estado llenos de mensajes, conversaciones, soplos al oído. Ayer, hablando con una buena amiga, le decía que la brisa del Espíritu estaba empezando a soplar fuerte en cuanto a determinadas intuiciones se refiere. Y hoy, me acerco a la Palabra del día y me encuentro esta pregunta en el Evangelio… ¿QUÉ DICES DE TI MISMO?

No es una pregunta que venga de Jesús. Es una pregunta que le hacen sacerdotes y levitas al Bautista. Jesús aún no había aparecido en escena pero Juan era ya el precursor. Incisivo, molesto, profeta… se había hecho notar y eso empezaba a no gustar. Así que allá van los poderosos de turno a averiguar quién es ese que está dando tanto por saco.

Pero la pregunta es hoy también para mí. Es la pregunta del mundo que ve lo que hago, lee lo que escribo, escucha lo que digo, está atento a mis movimientos. Y es una pregunta que yo debo responder y qué mejor que este comienzo del año para hacerlo.

Yo soy cristiano, seguidor y amigo de Jesús de Nazaret. Intento llevar con todo mi ser la buena nueva del Evangelio a aquellas personas con las que me encuentro. Soy pecador y estoy lleno de defectos, incoherencias, fracasos y traiciones pero intento volver siempre a casa y confío en la Divina Misericordia. Soy instrumento del Padre, elegido por Él,  y todo lo que consigo es por Él y para Él. Siempre peregrino y buscador agradecido de las huellas de Dios que voy encontrando a mi paso. Esposo, padre, educador, contador de historias, escuchador de más historias, amante de las personas y generador nato de vínculos. Intento poner mis dones al servicio aunque no siempre lo consigo. Miro al futuro con serena esperanza pero intento actuar con tensa urgencia. El que viene tras de mí subsana mis errores, sana mi corazón y me hace fuerte en la debilidad.

Que el 2014 me permita dar respuesta a algunas de las llamadas…

Un abrazo fraterno

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… fue llamando a los que Él quiso… (Mc 3, 13-19)

El grupo de los doce no fue una casualidad. No era el grupo ni de los más cultos, ni de los más valientes, ni de los que más fe tenían, ni de los que más libres y disponibles estaban, ni de los que más carisma tenían, ni de los que mejor amaban. Era, sencillamente, el grupo de aquellos a los que Jesús QUISO llamar. Fue Él quien eligió. Ninguno presentó su currículum ni méritos ante una asamblea. Jesús fue el que propuso, el que decidió, el que llamó a cada uno por su nombre.

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Siempre me sorprende este grupo que elegiste Señor. Me sorprende porque bajo los parámetros actuales occidentales lo que Tú hiciste fue una auténtica locura. ¡Estarías en los tribunales por ello! Ahora todo lo valoramos por carreras universitarias realizadas, por sueldo al mes, por posición dentro de una empresa, por las vacaciones que nos pasamos, el coche que tenemos, el master que terminamos, los méritos y la experiencia laboral acumulada… Eso es lo que cuenta hoy Señor… Pero Tú elegiste sin pedir credenciales. Ninguno de tu grupo las tenía. Eran, fundamentalmente, hombres humildes, pescadores… Eran personas sencillas, como yo. ¡Qué alivio! Y digo esto por no decir que eran una auténtica «panda», sólo hay que ver las consecuencias: uno te entrega, el otro te niega, se quedan dormidos pese a tu sufrimiento en Getsemaní, se pelean por ser el primero, no saben responderte quién eres, desaparecen y se esconden tras tu muerte… ¡Un desastre! ¡Como yo!

Lo que propones para la vida no es sencillo Señor. Amar por encima de todo. Amar al prójimo. Ofrecer la otra mejilla. Amar a los enemigos. No juzgar. Dejarlo todo por seguirte. La cruz. Difícil. A veces también es difícil descubrir lo que quieres de mi, lo que me quieres decir con tu Palabra… Pero con la lectura de hoy me vuelves a dejar claro de que, pese a todo, tú me eliges así, tal cual. «Metepatas», temeroso, desconfiado a veces, receloso del sufrimiento, infiel, humilde, imperfecto… Tú eres quien me cambiará el nombre. Tú eres quien edificará sobre mi.

¡Gracias Señor por elegirme!

Un abrazo fraterno

Foto de Stanley Coll