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De tontos, de imbéciles (Mt 5,38-42)

Algunos dicen que lo que hoy nos propone Jesús es de tontos, de imbéciles, de auténticos majaras… Eso de no responder a los agravios, eso de no querer llevar siempre la razón, eso de no querer imponer una mirada, una visión, una idea… Verdaderamente incomprensible. Así acabaste, Jesús mío, así acabaste. Crucificado. Calladito. Maltratado. Humillado. ¿Eso quieres para tus hijos?

Reconozco que en lo personal me cuesta mucho y necesito que Dios me auxilie mucho en este punto. Porque yo siempre quiero imponer mi verdad, porque yo no respondo a los agravios, no soy vengativo, pero corto relaciones, giro la mirada y, desde luego, no ofrezco la otra mejilla. Muchas veces me digo: «vengativo no pero tonto tampoco». Quiero pasar por encima. A mí en tu lugar, Jesús, me hubiera costado no imponer toda mi fuerza y mi resistencia con tal de no morir crucificado y vilipendiado.

Lo mejor es que creo conocer la razón por la que esto es así. No sintonizamos la misma frecuencia, Jesús. Tú hablas y yo no me entero. Me resulta inconcebible lo que proponer porque no hablamos el mismo idioma, porque no ajustamos la misma frecuencia. Tú hablas desde el amor. Yo no. Me falta amor, Señor. Y sin amor, o sin amor suficiente, lo que propones es imposible. Sólo quién ha curtido su corazón de amor, sólo quién se ha dejado tocar por Ti verdaderamente, es capaz de ser tú luego. A mí aún me falta. Pero deseo conseguirlo. Deseo no me falta. A veces no pongo los medios adecuados. A veces me canso. A veces me equivoco. A veces desfallezco. Pero créeme. Quiero parecerme cada día más a Ti. Ayúdame. Y entonces todo cobrará una luz que ahora se me esconde.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El cristiano no es retorcido (Sabiduría 1, 1-7)

Hoy no soy capaz de centrarme con estas lecturas. ¡Hablan de tantas cosas! El Evangelio, ni más ni menos, habla de perdón, de escándalo, de fe… ¡Vaya batiburrillo! No acerco a escuchar nada en particular del Señor hacia mí, hoy, con ese Evangelio. Y es, tal vez, con la primera lectura, con la que mi oración se centra más.

monje en oracionPensamientos enrevesados, estratagemas, razonamientos retorcidos… Me veo reflejado. A veces abandono la senda del Señor, de la caridad y la humildad, y me dejo ir en discusiones y debates donde lo único que se pone en juego es mi ego y la mi capacidad por salir victorioso de la batalla dialéctica. No parece ser algo de Dios sino más bien una de las tantas trampas con la que el maligno me enreda y me hace alejarme de la santidad.

La vida con el señor, junto al Señor, es muy exigente y, a la vez, muy sencilla. El amor siempre se abre y va de frente. El amor es sencillo y no se toma la vida y el compartir como una batalla. El amor del cristiano no sabe de juegos de poder y, por eso, es humillado tantas veces. ¡Cuánto me cuesta ser humillado! ¡Cuánto me cuesta ofrecer esa humillación!

Gracias por tu Palabra, hoy, Padre. Gracias por enseñarme el camino de aquello que esperas de mí. Gracias por animarme a contar antes de hablar, a amar a la persona que tengo delante, a escucharla y acogerla. Vamos a intentarlo una vez más, sin desfallecer.

Un abrazo fraterno