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Selfies fariseos (Mt 23,27-32)

Vivimos en tiempos de selfies. Un ponerse en el centro para contarle al mundo que eres genial, que estás feliz, que viajas un montón, que tu vida es fantástica, que conoces a mucha gente, que haces muchas cosas… Podríamos seguir. Yo creo que se puede resumir en una súplica desesperada por un «like», por un «me gusta», por un «te quiero» de las redes del siglo XXI.

¿Por qué aparentas? ¿Tal vez necesitas demostrar que sí, que vales la pena? ¿No te ha dicho nadie nunca que no hace falta? Eres querido, sí. Valorado, también. No hace falta que viajes tanto, ni que hagas tanto, ni que enseñes tanto… No hace falta que sumes puntos.

Dios no necesita de filtros para mirarte y ver a alguien bello, maravilloso, único, única, hermosa. No te hacen falta con él. Ni te hace falta ponerte siempre en el centro para llamar la atención. Él ya sabe que estás ahí. Eres su hijo, su hija, predilecto. Te ama. Sueña contigo. Camina contigo. Sufre contigo. Él quiere que cambies la mirada. Mientras te miras a ti mismo, por miedo, por inseguridad, por necesidad, te pierdes lo que hay a tu alrededor. Gira la vista y mira al frente. Dale la vuelta a la cámara y fotografía las maravillas de Dios. Olvida tu selfies fariseos que te hacen aparentar algo que no eres en realidad. Tú eres más.

Decídete a vivir con la certeza de que eres mirado con amor. ¡Verás qué sensación!

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Está embotado el corazón de este pueblo (Mt 13,10-17)

Miramos sin ver, oímos sin escuchar, el corazón se ha endurecido… Es muy duro. Lo que dice Jesús es muy duro y muy actual. Yo cambiaría un poquito la frase: miramos sin querer ver, oímos sin querer escuchar y, aunque no nos gusta demasiado, preferimos tener un corazón endurecido que nos proteja del peligro de amar de verdad.escucha1

Es algo que a mi me corroe y a lo que no estoy dispuesto y lucho para que no sea así en mi vida. Yo quiero VER, ESCUCHAR y AMAR. Quiero que me duela la injusticia, quiero ver la verdad y la necesidad, quiero escuchar el clamor del necesitado y la palabra del Padre. Quiero llorar cuando me muera de pena y rabia, abrazar cuando sienta que mi abrazo es medicina, dejarme llevar por lo que me pida el corazón sin calcular demasiados riesgos…

No estoy dispuesto a formar parte de este pueblo embotado…

Un abrazo fraterno