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La plenitud de lo pequeño (Mt 5,17-19)

¿Qué es dar plenitud a la Ley?

No saltarse ninguno de los preceptos menos importantes… eso por lo de pronto. Es decir, concretar el amor.

Porque AMAR en mayúsculas no es difícil. Lo difícil es amar en pequeño, hoy, aquí, ahora. Amar en casa, a tu pareja, con la que te jugaste la vida y a la que a veces no entiendes, a la que a veces haces daño y te hace daño. Amar a tus hijos. A tus hermanos. Amar en la comunidad, en la oración acostumbrada a horas y maneras. Amar en el «siempre igual» y en el «siempre diferente». Amar en el trabajo, con la tarea bien ejecutada, con el esfuerzo entregado y el sudor ofrecido. Amar en el pobre del barrio, en la anciana sola, en el silencio ante la crítica que brota, en la cabeza gacha ante la cruz del que lo dio todo.

La plenitud se alcanza en lo escondido, en los callado, en lo entregado. La plenitud de lo pequeño. La plenitud enseñada por un Dios que se hizo nada.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Sé que tú serás rey (I Samuel 24, 3-21)

La lectura del antiguo testamento es parte de la historia de David y aunque no me dice demasiado sí me va llevando de la mano por la historia de este Rey tan importante.

David era pequeño, leal y de buen corazón. No quiere llegar al trono manchado de sangre. No quiere dejarse llevar por las envidias y sus aspiraciones personales o las de otros. El Señor lo ha elegido por otra cosa. Él sabe en quién ha confiado. Y David así lo va demostrando. Y Saúl así lo reconoce. No hay atajos en el camino de la paz y del amor. Las cosas sólo se pueden hacer a estilo de Dios.

Hoy en día parece que prima lo contrario y que llegar a un objetivo y buscar la realización personal justifica acciones que nada tienen que ver con el amor, la paz, la fidelidad, el Reino y, lo que es más importante también, que nada tienen que ver con quienes somos realmente. David es fiel a Dios y a sí mismo. Tomemos nota.

Un abrazo fraterno

Vio también una viuda pobre (Lc 21, 1-4)

He leído muchas veces este pasaje del Evangelio y siempre acaba reflexionando y orando acerca de si yo doy lo que sobra, lo que tengo, qué uso hago de mi tiempo y si me parezco más a esos ricachones o a la pobre viuda. Hoy he ido por otro lado y me ha gustado, tal vez porque cada vez me gusta fijarme más en las actitudes de Jesús y buscarme menos parecidos con el resto.

Jesús tiene un detalle muy hermoso que revela parte de su forma de estar en el mundo: se percata de la presencia de la viuda, percibe el valor de su acción y lo refuerza engrandeciéndolo. Toque de atención, me dije. Y lo llevé al terreno espiritual y no al material. Considero que he tenido mucha suerte en mi vida espiritual. He crecido en una familia que me transmitió unos valores y me infundión una fe cristiana. Pude estudiar en un colegio religioso, ir a retiros… Me considero una persona madura, formada, que ha podido crecer, con recursos pastorales y embarcada en cien mil proyectos de construcción del Reino. Y está muy bien. Pero Jesús hoy quier resaltar el valor de lo pequeño, del pequeño, de quien no ha tenido tanta suerte, de aquellos a los que, a veces, los miro pensando qué poco saben de la Iglesia y qué poco comprometidos están. Son aquellos sin tanta formación, sin retiros, sin conocimiento teológico de la palabra… pero que lo poco que hacen lo hacen por amor al hermano.

Es momento de estar más pendiente de esas pequeñas acciones grandes en amor y de quienes las llevan a cabo. Tal vez así me parezca más a Jesús y sea mucho menos soberbio de lo que soy.

Un abrazo fraterno

Si no creéis, no subsistiréis (Is 7, 1-9)

Parece que estos últimos días, el Señor ha puesto especial empeño en clarificar mi situación y dar salida a mis ansias. «¡Vigilancia y calma!» me dice, como sacado de una batalla de Gladiator…

Voy a hacer el tremendo esfuerzo de creerme estas Palabras sucesivas del Padre, confiando en que esta intuición sea verdadera. Parece importante que no agote antes de tiempo este tramo del camino. Parece importante que crezca todavía más, que me enamore todavía más, que discierna sus proyetos sobre los míos todavía más, que pula mis aristas todavía más… para, llegado el momento, amar más y mejor, condición indispensable para que cualquier proyecto de Dios salga adelante.

Ayer visité la Iglesia-Catedral de Ulm, Alemania. Tiene la torre más alta del mundo en lo que a un templo se refiere. Ahora es protestante. Entré y me quedé sobrecogido por su altura, por esas dimensiones. Me sentí pequeño. Encendí dos velas y las dejé en un terrario arenoso muy bello donde había otras velas. Quise hacer presente a mi comunidad. Luego dejé un mensaje en un tablón donde los visitantes dejaban sus mensajes… «Que tu luz siga iluminando nuestros pasos».

Un abrazo fraterno