Entradas

¿Y nosotros qué? (Mt 19,27-29)

Uno se queda más tranquilo cuando lee que los mismos apóstoles le pidieron a Jesús algún «premio» o «beneficio» por haberlo dejado todo para seguirle. Llevamos inscrita en las venas la ecuación del mérito: si uno hace méritos, recibe recompensas. Por eso nos cuesta entender que a personas buenas, justas, llenas de amor y entregadas a los demás, les pasen cosas malas en esta vida. «No se lo merece» decimos… o «qué injusto es Dios»…

El caso es que Jesús no rehuye la pregunta y afirma que sí, que habrá recompensa. Seguramente esto es lo que nos cuesta entender porque nosotros a esa «recompensa» le ponemos forma, tiempo, color, grandeza… La traducimos a nuestro lenguaje y a nuestros intereses. Y nada de eso. Jesús nos promete que recibiremos cien veces más de lo dejado, nos promete, en el fondo, la felicidad y la participación en el Reino para la eternidad.

No es que Dios nos pague por los servicios prestados… Es que cuando apostamos por seguir a Jesucristo, vemos tesoro donde antes no lo veíamos, experimentamos amor y premio donde antes sólo veíamos arena y desierto. En el fondo, el paraíso se nos acerca y se nos permite tocarlo con los dedos y saborearlo de lleno. ¿Hay algo mejor?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

A Dios le pido…

Esto de pedir tiene su debate. Si Dios sabe lo que necesito, ¿para qué pedir? Pero, a la vez, pedid y se os dará. ¿Y si ni siquiera sé que tengo que pedir? ¿Tú qué pides normalmente?

Pensando en los últimos años de mi vida, debo reconocer que no pido demasiado y que, cuando pido, normalmente pido serenidad, fortaleza, fe, para afrontar la vida y las opciones que he decidido tomar. Pido que se haga la voluntad del Padre y que yo permanezca en ella.

¿Debería pedir más?

Un abrazo fraterno